En la actualidad, existe una tendencia generalista de definir como Mascaradas todos los cortejos de Carnavales cuando ni es esto o tampoco que todas las representaciones carnavalescas sean, en sí, mascaradas de carácter dicotómico (rojos o blancos y negros, jóvenes o bellos y viejos, etc.) entre dos conjuntos de personajes que pueden o no interactuar. Pero en la zona septentrional del Pirineo, anualmente, durante los días principales de los Carnavales (jueves, domingo, lunes y martes), en los distintos barrios y localidades de Lapurdi, Nafarroa behera y Zuberoa los jóvenes formaban variopintos grupos de pedigüeños que recorrían los caseríos, solicitando donativos en especies o sustrayendo (huevos, tocino, chorizo, morcillas, etc.) e improvisando caóticas parodias diurnas o nocturnas. El Jueves Gordo el protagonismo era asumido por los niños y el Martes de Carnaval solía marcar el colofón, el inevitable juicio y quema de “Zanpantzar” (Pançart).
Siguiendo esta cadencia temporal, los componentes de los abigarrados cortejos de “zirtzilak” o “maskak” (portador de viandas, “pierrots”, oso, pareja de novios, encargados de los productos recogidos, desarrapados personajes, etc.) de Lapurdi se expandían y eran la cara oscura frente a los danzantes y bien ordenados grupos de “kaskarotak”. “Zirtzilak” son también los caóticos personajes que aparecen en Nafarroa beherea (Libertimenduak, Tobera mustrak o Karrosak), contrastando y a la sombra de los afamados y disciplinado grupos de “Bolantak”. En Zuberoa las espontáneas y localistas “maskak” nocturnas (divididas en danzantes y no) y los conocidos cortejos diurnos de los negros (beltzak) en sus “Maskaradak”, ambos se caracterizan por sus inesperadas ocurrencias o críticas, beneficios de sus libertinas licencias o la férrea preservación de su identidad. Apareciendo éstas en tropel de harapientas ropas, peleando de modo fingido y gastando todo tipo de bromas o gamberradas, parodiando la vida doméstica o convivencial, tratando de emular danzas o cantos y generando un cierto rechazo o distanciamiento por parte de los moradores de las casas visitadas.
En definitiva, colectivos de personajes absurdos que estuvieron a punto de sucumbir debido a la crisis generalizada de población joven como consecuencia de los efectos de las últimas guerras mundiales. Constituyendo grupos caóticos y estrafalarios que eran el contrapunto a la organización y consenso de la vida cotidiana atribuida a los cortejos danzantes. Esa amalgama de irreverentes, jocosas y temidas figuras han sido y son deudoras, conservadas por la tradición popular en sus celebraciones carnavalescas, del callejero “teatro de la improvisación” que tuvo su origen en Italia, basado en la interacción con el público y utilizando elementos del arte escénico como danza o baile, mímica, sátira y crítica social, acrobacias o malabarismos, etc. De ahí la importancia de la aparición de estas agrupaciones tan genuinas (fusionando danza y teatro) en las llamadas mascaradas de invierno (Asturias, Zamora, León, etc.) y presentes en los teatros populares de censura o sanción social frente al quebrantamiento de las normas comunitarias.
JOSU LARRINAGA ZUGADI
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