domingo, 26 de octubre de 2014

Crear por crear, solo.


Y el sentido?

Estos dias en los que se termina el año y se acumulan los trabajos, los examenes, las presentaciones y muestras publicas, surgen los porques, las charlas, las preguntas que en muchas ocasiones uno no sabe o no tiene las herramientas para explicar. Una de ellas es ¿y esto que significa?


Sin dejar de reconocer el esfuerzo y dedicación que hay detrás, la única respuesta que tengo en ocasiones es un no se, no se que es, no se de donde vienen, no se donde van.


En ocasiones menos es más.

Aitor Alava

sábado, 25 de octubre de 2014

miércoles, 22 de octubre de 2014

María "La Vasca"

María Rangolla


En la calle Europa, hoy Carlos Calvo, 2721, la casa de baile conocida como de María "La Vasca", fue como un faro tanguero que alumbraba las noches diqueras del viejo San Cristóbal. Aún perdura su fama, hecha leyenda en la eufonía de ese nombre que evoca un Buenos Aires lejano, un Buenos Aires que aunque parezca de museo, nos ha legado componentes emocionales incorporados a la idiosincrasia del porteño.

En esa casita, que aún se conserva con sus altas ventanas a la calle y tiene el encanto de una cancela de hierro forjado entre el zaguán y el soledado patio con jardín de macetas, se escribió noche a noche un capítulo imprescindible de la vida del tango. Por ella pasaron Manuel Campoamor (1), Ernesto Poncio y Vicente Greco. Y allí, una noche de 1897, el moreno Rosendo Mendizábal -en los treinta años de su vida- muy solicitado "por su manera inimitable de tocar milongas en el piano, manejando una mano izquierda generosa de bordoneos" (2), creó esa página clásica y feliz, llamada "El Entrerriano".

Según el testimonio de un habitué -recogido por los hermanos Bates en su obra tantas veces citada- en lo de María "La Vasca" podía bailarse -¡el tango, por supuesto!- "todas y toda la noche, a tres pesos la hora por persona". Concurrían "estudiantes, cuidadores y jockeys y, en general, gente de bien". El testigo de aquellas farras a que aludimos agregó este recuerdo interesante: "El pianista oficial era Rosendo Mendizabal y allí fue donde por primera vez se tocó 'El Entrerriano'. Era una noche en que varios socios del Z Club (3) habían tomado la sala por varias horas de baile; recuerdo que siendo más o menos las 2 a.m. golpearon la puerta, atendió María "La Vasca" y regresó diciendo que eran los jockeys Pablo Aguilera, el famoso corredor de Pillito, Rafael Bastiani y otros más cuyos nombres no recuerdo, y nos pedían que le permitiésemos participar del baile. Gustosos aceptamos y así se bailó hasta las 6 a.m. Al retirarnos lo saludé a Rosendo, de quien era amigo, y lo felicité por su tango inédito y sin nombre y me dijo: 'Se lo voy a dedicar a usted, póngale nombre'. Le agradecí pero no acepté, y debo decir la verdad, no lo acepté porque eso me iba a costar, por lo menos, cien pesos al tener que retribuir la atención. Pero le sugerí la idea de que se lo dedicase a Segovia, un muchacho que paseaba con nosotros, amigo también de Rosendo y admirador; así fue: Segovia aceptó el ofrecimiento de Rosendo y se le puso 'El Entrerriano' porque Segovia era oriundo de Entre Ríos".



Las líneas anteriores reiteran la tradición milonguera de la parroquia. Hablar hoy de María "La Vasca" es remitirse a uno de los altares bautismales del tango, erigido en lo que por entonces era el suburbio sureño de Buenos Aires. Y así como fue cambiando la ciudad, muchos lugares antes famosos se fueron olvidando. Quienes pasan hoy frente a Carlos Calvo 2721, desaprensivamente como ante cualquier casita de barrio pobre, ignoran que hace mucho tiempo tenía allí su imperio indiscutido María Rangolla, mujer de belleza excepcional, nacida en la vasconia francesa.

 

Merced al gentilísimo testimonio de la señorita Agustina Laperne y de su hermana Margarita, podemos dar hoy, por primera vez, el nombre completo de aquella que fue como una emperatriz del tango en San Cristóbal. Las hermanas Laperne son descendientes directas de María Rangolla, pues su señora madre, Francisca Cassio de Laperne, era sobrina carnal de la célebre propietaria de aquella inolvidable casa de baile de Carlos Calvo casi esquina Jujuy, donde las bailarinas más diqueras, sumaban su embrujo al de los tangos de los grandes músicos de entonces. Gracias a aquéllas todos los gustadores del tango y de su historia conocemos ahora el nombre y el rostro de aquella hermosa mujer, que así como fue de magnífica en su porte, también se distinguió por su carácter bondadoso y por su generosidad.

  María Rangolla,"La Vasca", nada material dejó a su muerte porque ese fue su modo de vivir. No pretendemos glorificar personajes. Sólo agregar que ella llevó tras suyo la estela de un nombre identificado con una época de Buenos Aires y del tango. Sus cenizas se conservan en la Chacarita, junto a los restos de los padres de Agustina y Margarita Laperne, pero su fama se mantiene como una leyenda en el corazón de los tangueros de ley.


                                                                                           Jorge Larroca
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lunes, 20 de octubre de 2014

ERDIZKA eta,,


Los 'jauzis', base coreográfica de las danzas tradicionales de la Baja Navarra

A esta parte del Pirineo, la popularización del jauzi ha quedado secuestrada en manos de los grupos folklóricos, no pasando en los diversos bailables tradicionales más allá de la escasa interpretación de la primera bolant-iantza y el zazpi-jauzi. Y sin embargo, la anual cita de los bolantak valcarlinos el día de Pascua nos recuerda que el jauzi no es algo lejano ni ajeno, pues se trata de una forma coreográfica cercana, profundamente imbricada en nuestro imaginario tradicional, que la tenemos ahí mismo, y muy viva, y que debiera de una vez por todas hacerse con la supremacía en hipotéticas futuras salas locales al modo del Tradicionarius barcelonés, cosa que, por otro lado, aún vemos demasiado lejana.



Aportación de Sagaseta


Con la publicación de los estudios de Miguel Ángel Sagaseta Ariztegui sobre los bailes valcarlinos se marcó un hito bibliográfico aún no superado en la amplia documentación coreútica tradicional de Navarra. Ningún libro sobre tema folclórico ha sido tan rápidamente agotado en Navarra como las Danzas de Valcarlos que la Institución Príncipe de Viana publicara a Sagaseta en 1977.

Realmente es una pena editorial que bien la misma Institución o bien cualquier otra editorial al uso no se haya propuesto el acometer alguna reedición del mismo, en vista del profuso mercado fotocopista que rodea al citado libro entre los grupos de danzas. Sin duda, estos últimos no inspiran aún la confianza que debieran para acometer tan atrevida inversión. En cualquier caso, el tiempo que pueda transcurrir hasta que ello se haga realidad, si es que llegara a suceder, no restará valor alguno a la obra del de Ituren.

Previamente al libro, Sagaseta había publicado el artículo Estudio de los bailes de Valcarlos, que apareció en el número 20 de la revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra de la citada Institución. Como él mismo confiesa al comienzo del mismo, en sus años jóvenes sintió verdadero orgullo cuando veía a su padre, de setenta años, abrir la soka del zortziko en la plaza de Ituren, siendo además su hermano el txistulari. Por ello no es de extrañar que ya siendo seminarista participara de alguna manera en el grupo local Mendaurko Artzaiak.
                          

Ordenado sacerdote, su nuevo destino lo llevó a Luzaide, donde residió desde 1966 hasta 1973, y en donde armado de sus conocimientos musicales llevó a cabo su investigación. Durante su estancia en Valcarlos le tocó vivir la recuperación de las polkas, la introducción en el cortejo del elemento femenino -no sin una primera muestra de desaprobación que felizmente fue rápidamente solventada-, y le tocó, así mismo y aunque pueda parecer paradójico, el presenciar la desaparición de parte del acervo musical y de danza de la localidad.

La investigación de Sagaseta comenzó por transcribir cuantas melodías de danza pudo rescatar. En esto estaba cuando tomó contacto con Patxi Arrarás, quien le dio a conocer una copia defectuosa del primer trabajo publicado sobre el tema que citaremos seguidamente. Centró primeramente Sagaseta su investigación en la parroquia de Luzaide, esto es, en el actual municipio de Valcarlos, más el barrio de Ondarrola que en la actualidad pertenece a la vecina localidad de Arnegi.

Más adelante amplió sus investigaciones a otras localidades bajonavarras, como Aldude, Arnegi, Azkarate, Banka, Baigorri, Donaisti, Donapaleu, Donazaharre, Jatsu, Izpura, Lakarra, Lasa, etc..., e incluso también de Lapurdi y Zuberoa, contando para ello con la colaboración del director del grupo donostiarra Argia, Juan Antonio Urbeltz, y del director del grupo Oldarra de Biarritz, Koldo Zabala.

En su investigación, Sagaseta no se contentó con recoger únicamente la música de los jauzis, sino que dio noticia bio-bibliográfica de algunos de los autores y sus trabajos existentes al respecto. Así pues, nos dio a conocer la existencia de Pierre Laharrage, tradicionalmente citado por el acrónimo P.L.P. con que firmó su recopilación. Es esta la primera obra conocida publicada sobre jauzis, Dantza yauzi osoak beren segidekin; sauts basques authentiques avec leurs suites, impresa en la casa de F. Pech de Burdeos hacia 1900.

Al igual que Sagaseta, este Laharrage era sacerdote y músico. Nacido en 1829 en Lekuine, el Bon-Loc del camino jacobeo, ejerció de párroco en las localidades suletinas de Sohüta e Ithorrots, así como en la bajonavarra de Meharin y en la labortana de Angelu, en la que falleció en 1914. En su obra recogió doce jauzis y nueve seguidas o jauzi-buztan, piezas más cortas con las que en ocasiones se da fin al jauzi.

Junto a Laharrage, Sagaseta también nos cita los manuscritos de Dassance, del seminario de Baiona, las papeles de Pierre Lamaison, los de Faustin Bentaberri, o el cuaderno de Bautista Salaberri.


Después de los trabajos de Sagaseta han aparecido diversos estudios sobre los jauzis. El más importante de todos ellos, sin duda, es la impresionante investigación de Jean-Michel Guilcher La tradition de danse en Béarn et Pays Basque français, impreso en París en 1984, aunque en base a los datos recogidos en trabajo de campo efectuado entre los años 1962-1976 -casualmente al mismo tiempo que Sagaseta-, y en el que junto a otras expresiones tradicionales como las mascaradas de Zuberoa, las paradas chariváricas, las cabalgadas, las danzas en cadena, etc., dedica un extenso capítulo de más de 200 páginas a los sauts basques, en el que además de mencionar más de 25 jauzis diferentes, apunta datos sobre su localización, función, método, notación o técnica. Cierra el libro una completa bibliografía de más de 150 entradas, que si bien no todas hacen referencia al jauzi, sí que nos ofrece una acabada visión de lo que sobre el tema se había escrito hasta la fecha.

                        

 Con una perspectiva muchísimo más localista y divulgadora que Guilcher, en el escueto artículo Aperçus de la cavalcade bas-navarraise aparecido en la revista Dantzariak de 1987, Thierry Truffaut traza un esquemático apunte sobre los personajes y las acciones propios de la Kabalkada o Santibate, escenario por excelencia del jauzi bajonavarro. En cambio, en Bailar el caos, densísima obra del ya citado coreólogo pamplonés Juan Antonio Urbeltz aparecida en 1994, hay un capítulo entero a las danzas que nos ocupan, al que da el mismo título que el de la obra, Bailar el caos, y en el que también hace una pequeña incursión en las baztanesas Mutil-dantzak, variante más meridional y diferenciada del jauzi.

Para Urbeltz, quien sigue a Guilcher, esta forma de danza estaría emparentada con el branle francés de los siglos XV y XVI, y más concretamente con las descripciones que Thoinot Arbeau recogiera en su Orchesographie de 1589.

También el folklorista guipuzcoano Gaizka Barandiaran redactó hace ya unos años un extenso artículo, Luzaideko dantzak; Danzas de Valcarlos, que tras rodar infructuosamente por diferentes instituciones y redacciones de revistas especializadas, apareció finalmente publicado en el último número de la tristemente ya fenecida Dantzariak, entrega 52 correspondiente a julio de 1995. Tras ensalzar Barandiaran la obra de Sagaseta, desgrana una serie de reflexiones en torno a los jauzis, a su relación con otras danzas folclóricas e incluso con música culta, realizando un profundo estudio de la pieza Muxikoak. 

Gaizka Barandiaran Balantzategi nació en Oñati en 1916. Jesuita, ha tenido una gran relación con Navarra viviendo en los conventos de Javier y de Tudela durante varios años. Destaca como escritor y traductor vasco, habiendo vertido al euskara las obras clásicas de Virgilio. Gran amante de la cultura tradicional, se inició en el mundo de la danza siendo seminarista en Durango, donde profundizó en el ciclo de la dantzari-dantza del Duranguesado.

En Navarra trabó gran amistad con Maxi Aranburu, realizando una gran labor de investigación recopilando el folklore de los valles pirenaicos en Roncal, riñón de Vasconia, así como del paloteado de Cortes. A pesar de todo, dentro del poco agradecido mundo del folklore Barandiaran ha sido más conocido fuera que en casa, ya que es miembro del International Folk Music Council desde 1956, habiendo colaborado en la conocida enciclopedia musical Grove's Dictionary.

Joxemiel Bidador


                          

domingo, 19 de octubre de 2014

La mujer y La danza.


TODOS SOMOS
 

Hace unos dias este video aparecía publicado en dantza.eus. Verlo y alejarse uno, en primera intancia del teclado fue una accion dentro de la salud mental  y así de esta manera no lanzar ningún tipo de improperio. Es un tema que viene de lejos y el cual tiene puntos negros dentro de nuestra geografia, repercutiendo tambien fuera de ella y tomandose decisiones en lo que podemos llamar diaspora segun que intereses y gustos.

La historia este llana de trampas, escritas y no escritas, semanticas, ocultas e impuestas todas ellas. las cuales según el propio-interes son ejecutadas y mantenidas. Es solo ahí como ante situaciones y representaciones tradicionales en muy pocos kilometros de distancia en euskal herria, las soluciones han avanzado en pos de un siglo XXI, donde mantengamos cuidemos y reguemos un folkore vasco fuerte, vivo e igualitario o se han estancado estas provocando fuertes dicursiones-daños y agravios dentro de la sociedad.

Solo dedicaré dos lineas a esta aseveracíon, es totalmente falso que la mujer no haya bailado habitualmente en Euskal Herria. 

Los que nos toca accionar un folkore de mando a distancia, siempre no podemos tomar soluciones en la misma dirección y contundencia, nuestro ambito social, su bagaje historico, hacen que las soluciones e incorporacion de la mujer vayan por cauces si paralelos, pero a velocidades diferentes.

Unas veces vamos en 6º velocidad:

 
 
                                                       

Otras veces nos quedamos a medio camino, por ahora:

 

Y otros deciden tomar soluciones esteticas que les complaca ante la devolucion que da su imagen ante el espejo:

 

Como podemos ver nada que no suceda en Euskal Herria.


Esta fotografía, es elocuente. No somos nadie para inmiscuirnos en debates de uno u otro pueblo, corresponde acada uno de ellos, si duda. pero si podemos analizar desde una optica de coherencia o incogruencia que es lo que estamos observando. Vemos ala alcaldesa de Baztan, entre dos Mutil Dantzaris. Es obviamnete una fotografia sin dialogo, pareciera que no nos dice nada, que demuestra que la alcaldesa se metió en medio de algo que no era para ella.

Analicemos sus vestimentas, si no fuese por dos detalles pareciera que solo estaban paseando por Elbete. Los tres presentan una indumentaria totalmente actual, solo la txapela y las alpargatas de ella, nos pueden dar un indicio, por el cual estamos ante un acto foklorico, claramente arragaido en el pasado. Pero si estamos ante una clara postura pro mantener la tradición totalmente inmovil, que hacemos con la camisa desplegada, el pantalón de jean, etc...?

Cuando el inmovilismo se plantea desde la convinencia de un estatus-histórico a conservar, hay que hilar muy fino para que no se vea detrás de nuestra postura las carencias de esta.

Confiemos que imagenes como estas, llenas de gente joven:
https://www.youtube.com/watch?v=sUanh3qZbZM sean cada día mas comunes no solo en el Baztan sino alla donde estemos. Ante la igualdad, el inmovilismo solo acentua la desaparición a medio plazo del elemento folkorico.

Aitor Alava
19/9/14