Casi 700 noches depues, el día se hizo. Solamente la vuelta podía ser, exactamnete por donde andábamos. En los recodos de ese jauzi interminable, el cual ha sido nuestra propia vacuna. Nos inmunizó ante la plausible desesperanza y falta de horizontes. Sus cambios de ritmo, son la paradoja de estos tiempos, si solo sigues y no dejas en tus empeños, el, fluye, como río encajonado en el valle y defendido de las bastas llanuras donde el desborde no tiene retorno. En sigilo, los frutos, cual manzana verde, dibujan un manto colorido, donde los compañeros del bosque nunca ha dejado de estar!
SAGAR DANTZA
AITOR ALAVA
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