LA MUJER VASCA A TRAVÉS DEL ANÁLISIS DEL ESPACIO:
UTILIZACIÓN y SIGNIFICADO
Teresa del VALLE
Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de Donostia.
Universidad del País Vasco-Euskal
Herriko Unibertsitatea
El
espacio constituye dentro de la cultura vasca un tema que ha suscitado el
interés de escultores y pintores (Oteiza, Chillida, Ugarte, Larrea, Mendiburu)
pintores (Ibarrola, Morquillas, Ballestín, del Valle). Los sociólogos como García
Tabuenca ( 1979) y Homobono ( 1982) han explorado la relación espacio-fiesta, y
Ruiz de Olabuenaga ( 1982) la de residencia y poder. El lingüista Sánchez
Carrión (1981) la relación espacio-lengua, y son varias las aportaciones de los
psicólogos y geógrafos tanto desde el punto de vista teórico como metodológico:
Castro Aguirre (1978, 1982); Gómez Piñeiro (1978, 1981). Para cualquiera que
esté familiarizado con nuestra geografía, el estudio de cómo en los distintos
ámbitos rural, costero y urbano, se ha ido aprovechando, seleccionando,
confinando el espacio, constituye una fuente importante de información sobre
relaciones socioculturales y aspectos ecológicos, vistos a su vez dentro de las
coordenadas históricas.
En
ese trabajo tomo la utilización del espacio físico por la mujer, y su
significado. como objeto de estudio, teniendo en cuenta dos dimensiones: la
real y la simbólica.
El
objetivo del estudio es el de llegar al conocimiento de los mecanismos que
generan valoraciones diferenciadoras y desiguales, del comportamiento del
hombre-mujer dentro de la sociedad y cultura vasca. Aunque sean difíciles de
detectar tales valoraciones en la vida ordinaria, están influyendo de continuo
en la visión que la mujer vasca tiene de sí misma, y la que la sociedad le
atribuye como tal. La relevancia del enfoque está en que para que se lleven a
cabo cambios destinados a una equiparación social de ambos sexos, hay que
llegar a conocer los mecanismos que generan desigualdad. De lo contrario, los
cambios serán superficiales, y no tendrían incidencia real ni duradera. Es más,
servirían de obstáculos para la realización de cambios que fueran
significativos en la vida de la mujer .
Según
esto. se analiza el espacio desde el punto de vista de su utilización.
situándolo comparativamente en relación al espacio que ocupa el hombre. no
porque esta situación sea intrínsecamente necesaria, sino porque es la forma de
ver la valoración social de los espacios que ocupa la mujer vasca. No basta con
decir que la mujer además de ocupar el espacio de la casa ocupa nuevos espacios
de trabajo en lugares públicos, sino, por ejemplo, ver la relación que existe,
aún dentro de esos espacios públicos, con aquellos en los que se llevan a cabo
las decisiones que la afectan a ella directamente en su trabajo y en su vida.
Los
espacios seleccionados en este estudio son los siguientes: 1) el familiar: la
casa; 2) el festivo: la danza y los carnavales; 3) el ritual: la muerte y 4) el
mítico: la figura de Mari. Se ha visto que estos espacios están relacionados
con actividades del ciclo de vida, que abarcan a su vez las esferas de lo
doméstico y de lo público, y que recogen el mundo vasco de las
representaciones. De esta forma permiten recoger aspectos diversos y
significativos de la realidad sociocultural de la mujer vasca.
Finalmente,
y debido a la importancia que tiene para el desarrollo de la creatividad, y de
actitudes innovadoras de las que con frecuencia se excluye a la mujer, el
incentivo que puedan proporcionarle a la persona para la exploración de nuevos
espacios, se examina la forma en como esto se lleva a cabo en el proceso de
socialización ya través de algunos cuentos y leyendas.
En
este análisis de la mujer vasca me fijaré principalmente en la mujer
tradicional, y más en concreto en la que se sitúa dentro del marco rural y que
participa de la unidad socioeconómica del caserío. Una primera razón para ello
es de que aunque hoy esta mujer no se ajuste a esos moldes de conducta
tradicionales, y de que dicha mujer esté en minoría, y que aún en esta haya
cambiado respecto a la mujer tradicional, es a este tipo de mujer a la que con
más frecuencia se refiere cuando se habla de la mujer vasca. y es sobre esos
datos principalmente sobre los que se ha desarrollado el concepto de mujer
vasca. Es por ello por lo que al intentar llegar a lo generativo de la
diferenciación de valoraciones hombre-mujer me parezca esencial ahondar en
ello. y también porque la interpretación que propongo en este trabajo, difiere
de la tradicional, y va dirigida a explicar las contradicciones entre la
idealización del poder de la mujer y la realidad de una ausencia real de ese
poder .
Este
estudio pone de manifiesto algunos aspectos que siguen actuando en la sociedad
de hoy pero no en el sentido idealizador del poder de la mujer, sino como
elementos que coartan el desarrollo social y público de la mujer vasca.
Finalmente, el estudio propone una interpretación más amplia de la que se ha
dado hasta ahora a la figura de Mari, uno de los númenes principales de la
mitología vasca.
1. EL ESPACIO FAMILIAR: LA CASA
En
la sociedad tradicional vasca la mujer estaba a cargo principalmente de la
crianza, educación de los niños, de las labores de la cocina, del cuidado de
las aves del corral y de la venta de sus productos, de las labores de costura,
la compra de la ropa necesaria para la familia, la compra de los muebles, del
ajuar de la cocina así como de su conservación y limpieza. De las labores del
campo y del establo se ocupaba el hombre aunque también la mujer participaba en
las faenas del campo pero siempre "bajo la dirección de aquél"
(Barandiarán, Obras Completas, IV:62), Se puede decir que los espacios de la
casa, entendiendo por ella la unidad socioeconómica del baserri tal como
la describe Caro Baroja (1976:124) eran los espacios con los que habitualmente
se relacionaba la mujer, Por su situación en la casa, sus derechos y sus
obligaciones la llevaban a la iglesia, al cementerio, a visitar a otras casas
de la auzoa en casos de enfermedad, de parto, de muerte o cuando lo
requería el auzolan. De una forma más ocasional la venta de los productos
exigía su presencia en el mercado, En casos más excepcionales como el que
señala Barandiarán que ocurría en Sara en el siglo pasado, había
desplazamientos temporales de grupos de mujeres que iban a segar trigo en la
zona de Iruñea (O,C., V:125), Pero en la cotidianeidad, la casa constituía el
espacio más importante, para la mujer y dentro de este, la cocina, Es por esto
por lo que me voy a fijar en este espacio que creo resume algunas de las actividades
de la mujer a las que se ha dado más importancia,
La
cocina ha sido siempre un lugar significativo. Situada en la mayor parte de los
casos en el piso principal contenía toda una serie de muebles como banquetas.
banco. mesa y utensilios de trabajo destinados en su mayor parte a la
preparación y elaboración de la comida. En ella se llevaban a cabo una serie de
actividades diversas que iban desde las propias del trabajo culinario hasta las
del ocio, donde la conversación ocupaba el lugar principal. Excepto en días
señalados y en algunos también, la comida familiar tenía lugar en la cocina.
Las reuniones al atardecer. y especialmente en las veladas del invierno. tenían
como centro el fuego bajo.
En
la ocupación de este espacio, y en la relevancia que tiene podemos considerar
lo siguiente. Primero: se observa una diferenciación que asocia a la mujer más
con los niños, los jóvenes y menos con los adultos varones. Se dice que
"alrededor del hogar se colocan las banquetas para los chicos y las mujeres
" (Caro 1974: 160). Segundo: la asociación de la mujer con el hogar tiene
el peso del ritual ya que "el hogar siempre ha sido lugar al que se ha
tenido veneración y respeto religioso". (Caro, 1974: 164). Tercero: la
dedicación de la mujer a la preparación y elaboración de la comida constituye
una participación importante en la cultura ya que presupone unos conocimientos
especializados ,de como transformar lo crudo, lo natural, en un producto con
una apariencia y unas calidades de olor, sabor, textura claramente
diferenciadoras. Cuarto: es también en la cocina más que en ninguna otra
dependencia, donde la mujer va iniciando a los vástagos en la lengua. y es en
su espacio alrededor del fuego, donde se han ido transmitiendo en las largas
veladas los cuentos, las leyendas, los mitos, con todo el rico contenido de un
sistema de valores y de una forma específica de concebir y expresar la
realidad.
Si
tomamos en consideración estos cuatro aspectos que tienen como marco el espacio
principal de la mujer, vemos a esta asociada con los vástagos en sus primeros
años, con el hogar sagrado, con la comida y con la lengua, elementos
importantes no solo dentro de la casa sino fuera de esta. Sin embargo, como
veremos a continuación, la participación de la mujer en ellas, como en los
casos de la elaboración de la comida y de la enseñanza de la lengua, no tiene
el suficiente reconocimiento social que haga trascender el contexto doméstico
de allí donde se realizan.
Refiriéndonos
primeramente, a la participación de la mujer, en la elaboración de la comida,
se puede decir, que el reconocimiento principal que recibe es el de que
satisface las necesidades de alimentación, que siendo siempre esenciales,
tienen más importancia en la sociedad agrícola donde es aparente el esfuerzo
físico que se realiza en la explotación de la tierra, en el cuidado del ganado.
Sin embargo, ese elemento cultural que la producción culinaria representa y que
ha supuesto el paso de lo privado a lo público, el paso de la cocina a la plaza
entendido en su sentido amplio, el paso al reconocimiento de la cocina vasca
como un arte, lo ha dado el hombre, siendo que las bases para esos
conocimientos que él ha hecho públicos se desarrollaran en el ámbito que
tradicionalmente ha ocupado la mujer. Con esto además de reclamar para las
mujeres las bases de ese saber, quiero mostrar una contradicción existente, de
lo que lo anterior es un ejemplo, entre la importancia que se le da a la mujer
y lo que es la realidad de esa importancia. y sobre todo recalcar que pueden
existir dentro de una cultura elementos que dificulten y que hagan imposible el
reconocimiento de la realidad y el desarrollo de potencialidades que existen en
un grupo, en este caso la mujer, y que sean utilizadas y hasta usurpadas por
otros grupos que tienen en sus manos la plaza, el espacio del poder reconocido.
El irlas detectando es esencial para la sobrevivencia y desarrollo de dichas
potencialidades. De lo contrario estamos privando a la sociedad, y en este caso
a la sociedad vasca, de aportaciones de la mujer que pueden ser altamente
significativas.
Un
segundo aspecto está relacionado con la participación esencial de la mujer en
la enseñanza de la lengua. Barandiarán recalca este papel de la mujer en su
etnografía de Sara pero que es generalizable a toda Euskal Herria: "Las
personas que, de modo especial, se encargan de cuidar a los niños, de
alimentarlos, de (135-36) entretenerlos, de enseñarles a andar, a hablar, etc.
, son su madre, su abuela, alguna tía que vive en casa, alguna hermana
mayor". y luego continúa " al niño le hablan mucho" y va
explicando las distintas técnicas que, las mujeres utilizan para la
transmisión: repetición de palabras; utilización de palabras relacionadas con
sus experiencias más cercanas; variación en el tratamiento, utilización de
canciones; variaciones del empleo del lenguaje no verbal; asociaciones de
palabras con formas distintas de contacto físico, por citar algunas de las
técnicas empleadas (O.C. V.: 135-137). Toda una teoría y una metodología de la
enseñanza de la lengua que se ha llevado a cabo en la cocina en un sentido
estricto, y en la casa en el sentido más amplio. Es interesante el constatar
que las ikastolas en muchos casos surgieron en la cocina, y sin embargo,
la realidad de que la lengua se ha transmitido en el espacio de la mujer con
una gran riqueza de medios pedagógicos, solo adquiere su aparato formal, su
institucionalización, su gran aparato académico cuando sale a la plaza. La
oficialidad de la lengua en la mayor parte de los casos, las Academias de la Lengua vasca son en general
espacios donde las mujeres no están presentes. ¿Qué ha sucedido en todo ese
proceso del paso de la lengua de la cocina, de la casa, a la plaza?. ¿Qué
elementos han desviado esa potencialidad de la mujer ya demostrada en el
desarrollo de la teoría y la metodología de la enseñanza de la lengua? .¿Qué
factores han influido para que fuera de casa la mujer haya utilizado menos la
lengua que el hombre? .
El
tercer aspecto de que un análisis del espacio de la mujer en la casa, y
principalmente en la cocina revela, es el de la responsabilidad que se atribuye
a la mujer. Barandiarán habla de que la mujer' 'permanecía en casa, cultivaba
sus tierras o su huerta y aseguraba con su presencia y con su labor la
continuidad del hogar doméstico,.." (O.C.I:87). Al hogar con el que hemos
encontrado una fuerte asociación femenina se le ve también como custodio y
testigo de las buenas y malas acciones según la expresión popular. (Caro
1974:164). Con esto se ve un énfasis en el papel de la mujer como núcleo de la
continuidad y estabilidad de la familia. El énfasis en la comunidad puede
derivarse de la excesiva importancia dada al role de madre con las actitudes
negativas frente a otras posibles opciones: soltería, lesbianismo, decisión
consciente de no tener hijos. Una excepción podía ser la de una soltería por
motivos religiosos en cuyo caso se haría una transferencia de la maternidad
física a la maternidad espiritual. Las actitudes contrarias alcanzarían también
a condicionamientos biológicos como puede ser el de la esterilidad (Apalategui
1982).
Caro
hablando de la mujer en Vera dice que "si el hombre casado hace una vida,
un poco social, la mujer casada, en cambio, se retrae. Apenas sale más que lo
estrictamente necesario, lo que exige el buen mantenimiento de las relaciones y
el cumplimiento de los deberes religiosos". y continua "todo el
tiempo lo pasa en el caserío o en el campo trabajando". (1974:255)
El
cuarto aspecto relacionado con el espacio doméstico pero que lo trasciende, es
el de las responsabilidades que recaen sobre la mujer y que van más allá de la
maternidad, de cuidar de la alimentación familiar, de la enseñanza de la
lengua, de proporcionar el vestido o de la transmisión de valores. Con esto me
refiero a aquellas que la transcienden y que al asumirlas puede crear
dependencias en las que la mujer pueda o no encontrar satisfacción o
realización propia. Esto se refiere principalmente al terreno de las relaciones
con los vástagos, más que a las de pareja, o de otro tipo de relación.
Este
énfasis en la responsabilidad, aparece con frecuencia en las relaciones
madre-hijo, y en relación a esto citaría el caso de un minero de Ayanguiz, una
aldea de Gernika. Se cuenta que permaneció años entre los escombros del techo
desplomado de una galería en las minas de Somorrostro. (O.C. XVIII: 27-29).
"Interrogado acerca de su situación y de cómo había pasado tanto tiempo eh
aquel paraje, declaró que, durante su larga permanencia en aquella prisión,
sólo un día había estado privado de luz. Era el día en que su madre, impedida
por una tormenta, no pudo ir a la iglesia a encender la velilla en la sepultura
familiar". (O.C., XVIII: 29).
Lo
que más llama la atención en este relato es: primero, el que la mujer en su rol
de madre estuviera obligada a ir diariamente a la sepultura a encender una
vela. Esto aparte del dolor que puede causar la pérdida del hijo, nos habla de
la existencia de una obligación, en la mujer que tenga el poder de evocar ese
dolor diariamente. Esto no se impone a ningún otro miembro de la familia.
Segundo, el hecho de que en el relato no hay una palabra de reconocimiento de
todos los días a lo largo de los años en la que mujer actualizó, su dolor, sino
del día que no lo hizo aunque fuera por causas ajenas a su voluntad. Tercero,
que el hijo estuvo dependiendo para subsistir de la actualización del dolor de
la madre.
Este
aspecto de la responsabilidad que se le impone a la mujer y que ésta lo asume
respecto a la conducta, a las decisiones de otras personas, tiene mucha
importancia. Es aquí donde se percibe un elemento que en la medida que esté
interiorizado por las propias mujeres pueden actuar de delimitador de sus
propias acciones. Hacer que muchas de las acciones que realiza la mujer no
estén impulsadas desde ellas mismas sino desde lo que los demás esperan de las
mujeres. De esta forma se puede dar un nivel de sus propias querencias y otro
de lo que hacen como respuesta a las querencias de los demás. Esto conlleva en
muchos casos, a un sentimiento de culpabilidad cuando la mujer introduce cambios
que vayan en contra de las expectativas de los demás. Puede actuar como un
condicionante para realizar cambios desde su propia condición social y
cultural.
Este
aspecto deja responsabilidad es un campo que hay que investigar. Un estudio
reciente de Apalategui (Ibid 1982) muestra como aún en el terreno de la
sexualidad a la mujer se le atribuyen responsabilidades que debieran de ser
compartidas por el hombre, como es el caso de la esterilidad. Aunque la causa
de que una pareja no tenga hijos puede estar relacionado con los dos, en la
mayor parte de los casos se la hace responsable de ello a la mujer .
2.
EL ESPACIO FESTIVO: DANZAS y CARNAVALES
Las
razones para fijarnos en el espacio festivo de la mujer se basa en las
características mismas de la fiesta, acontecimiento que supone un alto en la
cotidianeidad, sin que esto suponga un alejamiento de lo ordinario, hasta tal
punto que en algunos lo cotidiano se transforma en extraordinario al
constituirse en objeto de lo festivo. Por ejemplo, el traje de calle de una
época que se utiliza en otras como disfraz de carnaval. En las fiestas también
se suelen suspender las normas del comportamiento habitual como puede suceder
cuando uno, según el disfraz que adopte, puede exhibir un determinado tipo de
comportamiento, o emborracharse, cosa que no estaría permitido en un día de
trabajo antes de ir al campo, al taller o a la oficina. Además la fiesta, en su
sentido popular, suele salir a la calle y ocupar las plazas, los frontones, las
explanadas delante de las ermitas, los paseos. Es por lo tanto en la fiesta
cuando la mujer vasca ocupa esos lugares públicos que ha estado en la vida
tradicional más ligados al hombre que a la mujer. Vamos a fijarnos en la
ocupación y significado de los espacios públicos tomando a las danzas como eje
central de espacio festivo.
En
el conjunto de estudios sobre las danzas vascas se ve que predominan las danzas
de hombres solos sobre las de mujeres solas, o sobre aquellos en las que
participan ambos. Urbeltz dice que la "actitud cerrada ante la danza es,
en el País, un posicionamiento eminentemente femenino. l-a mujer, por tanto,
condiciona la danza de una peculiar manera que no es reductible, por simple
comparación a la que realizan los hombres" (p. 60).
Esta
diferenciación a que alude Urbeltz puede verse en relación al espacio que
abarca a la mujer con sus movimientos y el espacio que recorre en las danzas.
Sorprende la delimitación del espacio concéntrico que llevan a cabo en el baile
que se ha venido realizando en la localidad navarra de Urdiain la víspera de
San Juan. Las mujeres danzaban en corro alrededor de las distintas hogueras. Se
acompañaban solamente de cantos y únicamente movían los brazos rítmicamente
mientras que los pies permanecían fijos en el suelo. En otras dos danzas de
Urdiain bailan las mujeres y hombres alternativamente en corro y se da, junto
al rítmico movimiento de los brazos, un lento desplazamiento de izquierda a
derecha, (Ibid, 60-62). Se puede decir que esta característica del corro cerrado
con un dominio absoluto de los movimientos aún cuando intervengan hombres, está
más identificado con un estilo de baile de mujeres. Esto también se da en otras
situaciones fuera de la danza, en las que puede verse en las mujeres cierran
más los corros que los hombres, y por lo tanto delimitan más fuertemente el
espacio concéntrico.
Aunque
en las danzas varíe la participación que tiene en ellas la mujer , así como el
tipo de movimientos que ejecute, y el grado de expansión de estos, hasta en
algunas de ellas llegar al salto, en el conjunto los movimientos de la mujer
son más restringidos (Ibid, 62). Un extremo de esto sería la Soka-dantza que
precede al Ingurutxo de Leiza en que "el hieratismo de la mujer es
total, quedándose parada en el suelo mientras el hombre ejecuta aladas
evoluciones..." (Ibid, 62). Otro menos extremos serían el de los zortzikoak
de pueblos navarros de la
Burunda (Urdiain, Alsasua y otros) en que "las mujeres
se limitan a caminar, mientras el primer bailarín evoluciona en el sentido del
corro, con ágiles pasos y espectaculares paradas en el aire, con la pierna
izquierda", (Ibid, 62).
En
las danzas de hombres y mujeres en corro abierto Urbeltz encuentra en la manera
diferenciada de estar y de participar una actitud expandida del hombre y
cerrada por parte de la mujer..." (P .67). Resulta también interesante el
seguir aquellos bailes en los que la mujer se va incorporando a la danza, y por
lo tanto al espacio que hasta ese momento ha estado delimitado por los
movimientos de los hombres, como ocurre en el aurresku. En esta danza,
la mujer permanece en su lugar de espectadora y no lo abandonará hasta que los
bailarines salgan de la fila para dedicarle el baile. Ella seguirá y se
incorporará al espacio masculino.
Generalizando,
puede decirse que en las fiestas se da una mayor interacción de las mujeres y
de los hombres en un mismo espacio, que en otras actividades. Pero también hay
momentos en los que bien por las características de la danza, o por una
necesidad de diferenciación, estos espacios están más influidos por las mujeres
o por lo hombres. y que en los espacios configurados por las mujeres se dan
unas características más restrictivas que en aquellos configurados por los
hombres.
Dentro
del análisis del espacio festivo pasaremos a estudiar el carnaval: una forma de
celebración en la que la suspensión de las normas de comportamiento ordinario
forman parte esencial de la fiesta. Por ello podríamos asumir que en ellas
pudiera darse una mayor participación de las mujeres y quizá, una definición
nueva de los espacios que ocupa en la vida cotidiana. Nos referimos a los
carnavales tradicionales dejando para otro trabajo los carnavales urbanos.
La
participación de la mujer en los carnavales tradicionales se puede decir que es
mínima, si bien en algunos momentos puede haber referencias directas a las
mujeres. Estas las protagonizan los hombres y hacen referencia a la apariencia
física ya cierto tipo de comportamiento propio de la mujer, o que tiene a la
mujer como objetivo. Es interesante recalcar que la ausencia de las mujeres
como participantes se de en estos festejos en que bien se podría invertir el
orden de la cotidianeidad.
En
los carnavales estudiados solo participan en algunos bailes que se celebran
como en la karrika-dantza de Betelu; la kadrilla de Urdiñarbe en
Zuberoa, o indirectamente como señala Caro en Sanz contribuyendo a la comida de
los mozos con donaciones de comida o preparando los disfraces, (1976), En
contraste, hay una interrupción simbólica del espacio femenino en la mayor
parte de estos festejos, bien adoptando ropas de mujer, bien reproduciendo la
figura de la mujer embarazada pero de forma grotesca, o parodiando gestos de
como anda, como se mueve, todo ello por hombres, que por un espacio de tiempo,
asumen el role de la mujer. Como en el caso en que los jóvenes de Urdiñarbe
parodian el momento del parto a través de Pitxu, un personaje masculino
que da a luz una muñeca. (Urbeltz 181-230).
En
algunos casos aparecen unas figuras femeninas gigantes como en el ::aso de
Baja-Navarra donde contrasta la apariencia frágil de dos figuras rubias con sus
dos metros de altura. En el carnaval de Zubieta de este año, participaba una
figura femenina gigante rodeada de un corro de niñas, que como la giganta, iban
vestidas a la usanza tradicional de las mujeres del campo. Era una figura de
expresión alegre, de sonrisa amplia con los brazos en actitud danzante. El
grupo formaba parte del desfile que acompañaba a los ttunttutoak. La altura del
personaje contrastaba con las dimensiones de sus acompañantes pero también
ponía de manifiesto la asociación de la mujer con los niños, y ofrecía un claro
contraste con el resto de la comparsa: personajes masculinos, hombres con
diversos ropajes femeninos. Todos ellos en sus disfraces oscuros, en el color y
la textura de las pieles de animales con que se cubrían, invocaban lo mismo a
la solemnidad que al ridículo. y como contraste, al fondo, seguía sonriente
bailando la giganta.
Formando
parte de este desfile había varias carrozas de las que quisiera destacar el
furgón de las sorgiñak, identificación que aparecía en el frente del
furgón. Tanto la estructura cerrada de este como el comportamiento de las
personas que estaban dentro contrastaba con el del resto de la comparsa. Era
una estructura cerrada, hecha de tablas y contraventanas que estando cerrada
¡semejaba una casa.
Si
hay algo que llama la atención en el carnaval de Zubieta es el silencio, del
que solo se destaca, el sonido que emiten los cencerros por los movimientos
acompasados de los danzantes. Lo demás nadie habla y los miembros de las
comparsas expresan sus emociones, o los atributos de su role, mediante los más
variados gestos. Ese silencio solo lo rompían los gritos estridentes que salían
de la carroza de las sorgiñak. y al mismo tiempo, se daba un continuo
forcejeo entre las sorgiñak que pretendían mantener su espacio cerrado
al exterior, y los personajes masculinos, que rodeando el furgón, golpeaban
insistentemente en las carrozas e intentaban abrir las ventanas. Las sorgiñak
se defendían con los gritos, lanzando agua, serrín y propinando escobazos a
diestra y siniestra al tiempo que trataban de cerrar las ventanas. Al mismo
tiempo. un hombre vestido con una piel de animal saltaba y brincaba y se
dirigía principalmente a las jóvenes que estaban a ambos lados del camino que
conduce a Ituren entre la concurrencia. Este personaje las llegó a perseguir
monte arriba.
Desde
un análisis del espacio se puede ver en estas acciones la relación entre la
mujer y los espacios cerrados. Al mismo tiempo se daba un fuerte antagonismo
entre mujeres y hombres representado por la defensa de un espacio por parte de
las mujeres y el ataque a ese espacio por parte de los hombres. También se daba
el contraste del silencio-gritos, partiendo estos de las sorgiñak y
representando un comportamiento claramente diferenciado del resto de la
comparsa. Un comportamiento fuera de la norma, que podía a mi entender darse
porque habían asumido su papel de sorgiñak. Al mismo tiempo desde su
espacio representaban los poderes ocultos y desde el exterior la necesidad de
penetrar en ese espacio para destruirlos. ¿Un miedo latente a esos poderes?
.¿Un miedo latente a los espacios cerrados dominados por las mujeres? .En el
conjunto del carnaval esto apareció en claro contraste con la figura gigante de
la mujer rodeada de niñas y que a la luz del día, centrada en el espacio que le
señalaba el corro infantil, no ofrecía ningún peligro ni encerraba ningún
secreto. Nadie se metía con ella.
3.
EL ESPACIO RITUAL: LA MUERTE
Dentro
de los espacios rituales he seleccionado el de la muerte por la importancia que
se le ha dado dentro del ciclo de vida, como lo demuestran los estudios de
Barandiarán, Caro Baroja (1974), Arrinda (1965), Sorazu (1979), Douglas (1969).
Es también donde el espacio que ocupa la mujer en estos rituales puede ilustrar
lo que se ha dicho anteriormente acerca de la importancia que se le atribuye a
la mujer para la continuidad, estabilidad de la casa. y donde se hace patente
las responsabilidades que asume la mujer por otras personas, dada la ligazón
que tienen los rituales de la muerte con la casa.
Algo
inmediatamente llama la atención tanto al atender cualquier rito funerario como
al leer estudios antropológicos, es la presencia de. la mujer en la mayor parte
de los acontecimientos, tanto dentro de la casa con la que pueda estar
directamente ligada, como es la muerte de uno del grupo doméstico, como cuando
ocurre en la auzoa. En nombre de la casa a la que pertenece la mujer
ocupa su lugar junto a la cabecera del enfermo para recibir el viático, o acude
a otro caserío como leenate si ha muerto una mujer, y en todo caso
ocupa. un lugar en el entierro, en los funerales, en las misas. Su posición en
el entierro varía en razón a que el muerto sea hombre o mujer. Sin embargo, hay
algunas dimensiones espaciales diferenciadoras. Por ejemplo, en casi todos los
lugares el número de toques de campana es más elevado si es hombre que mujer,
pero en algunos lugares la diferencia se expresa por la distancia que media
entre un campana y otra. Para los hombres, son más distanciados que para las
mujeres. (O.C. V:I06). También en la iglesia durante los funerales las mujeres
ocupan los lugares en la parte de abajo y allí donde hay una galería o piso
superior se colocan en este, permitiéndoles una perspectiva más amplia de la
ceremonia como contraste a la visión más localizada que se obtiene desde abajo.
Las mujeres deben estar cercanas a la sepulturia o lugar que representa a la
casa.
Esta
posición de la mujer junto a la sepulturia es altamente significativa ya
que en este lugar actualiza la mujer con su presencia la representatividad de
la casa. Se requiere que esté presente durante los funerales, en el responso
después del funeral, durante las misas que se celebren por los difuntos durante
el año, en la misa de aniversario. Es aquí donde se puede decir que la mujer
ejercita esa responsabilidad a la que hemos aludido antes, ya que la mujer está
ahí principalmente en función del role que tiene como señora de la casa o como
miembro de la familia. Actualiza el dolor de la casa, de la familia, con su
presencia. y hay una relación entre los ofrecimientos que hace de velas y de
pan y el hecho de que tienen que consumirse para que los difuntos obtengan su
beneficio.
En
el ofrecimiento de las velas: cera que se consume para dar luz, está un símbolo
del dolor que representa. Con el pan que ofrece, fruto de su propio trabajo.
proporciona el alimento para los antepasados. Se dice que en Liguinaga hasta
hace poco se llevaban dos o tres panes a la iglesia con motivo de los
funerales..De estos se decía que, durante el oficio fúnebre, perdían toda su
sustancia nutritiva, la cual, según creencia popular, había sido comida por el
alma del difunto en cuyo sufragio hacían las exequias", (O.C., XVIII: 29).
Otro
símbolo del peso de la responsabilidad y del color son las capas negras con las
que tradicionalmente la leenate y parientes se cubrían de la cabeza
hasta los tobillos. Se puede ver en ello la forma de expresar externamente el
peso de tener que vivir con el recuerdo, de asumir no solamente su propio dolor
sino el de aquellos a los que la mujer representa ritualmente. La misma forma
de la capa, la sensación que se experimenta al ponerse esta prenda le hace a
una sentirse dentro de algo que se le ha impuesto. No en vano con frecuencia se
utilizan las capas para significar la imposición de algo externo, por ejemplo
las responsabilidades del poder civil o del religioso.
Esta
responsabilidad de la mujer se recalca en varios relatos en los que la mujer
tiene que cumplir las promesas incumplidas y sólo así puede restaurarse la paz
interior. Cuenta Barandiarán que al morir el hombre en una casa se aparecía
todas las noches en forma de luz para recordarle a su mujer la promesa que de
jóvenes habían hecho de "hacer decir una misa en Lezo", estando
pendiente de su cumplimiento para ir al cielo. " Al día siguiente la
abuela emprendió su viaje a Lezo. y en el confín de Sara y Ascain estuvo
violentándose sin poder avanzar, porque algo la retenía. Por fin, como no podía
pasar a pie, pasó a gatas hacia Ascain". (O.C. V:115). Al llegar a Lezo
hizo decir la misa y ya no volvieron a ver ni a sentir nada en la casa (Ibid
116).
Es
frecuente la alusión a que la mujer tiene un sitio concreto en la iglesia. Caro
hablando de los ritos mortuorios en Vera, dice que después de que las mujeres
han hecho sus ofrendas de roscas, velas, un huevo y una especie de torta, ,
'las mujeres vuelven a ocupar su lugar, hasta terminar la misa; antes de salir
de la iglesia con la serora rezan un Avemaría". Por el contrario,
"los hombres tienen su rezo en el atrio, con el oficiante",
(1974:275). Me parece importante esta diferenciación entre iglesia y atrio,
entendiéndose por la primera el recinto cerrado. Aquí se da un contraste entre
recinto cerrado, sagrado y la asociación con las mujeres y el atrio, espacio
abierto propio de los hombres. También ha sido en los atrios, donde
tradicionalmente se realizaban las reuniones en las que se trataban y decidían
asuntos relativos a la comunidad. En estas reuniones estaban solamente
presentes os hombres. También se ha dado el caso de que se tuvieran reuniones
dentro de la iglesia para tratar asuntos de la comunidad como a la que hace
referencia Caro que aparece en un documento de 1496 y que tuvo lugar en Lesaca
(1974:224). En estas ocasiones la iglesia es el lugar donde se reúnen los
hombres y del que quedan excluidas las mujeres.
Estas
obligaciones que hemos mencionado en relación al role de la mujer en los ritos
funerarios solo pueden ser delegadas en caso de enfermedad. Cuando le resulte
imposible compaginar sus responsabilidades en la casa con la permanencia en los
largos oficios religiosos, la mujer puede delegar su responsabilidad en'
'alguna mujer vieja o desvalida' , a la que se le paga por ello. (Caro 1974: 280).
También puede hacerlo en la serora, persona que se ocupa del cuidado de la
iglesia. En todos los casos es la mujer la que debe de hacer las diligencias
necesarias para el caso.
4.
EL ESPACIO MÍTICO
En
análisis de la figura de Mari, un numen importante en el folklore vasco,
muestra una gran complejidad. Desde mi punto de vista, a Mari no puede
reducírsela a ser una representación de la mujer vasca, bien en su versión
idealizada o de contraste. Barandiarán reconoce por su parte la complejidad de
la figura de Mari al verla como "un núcleo temático o punto de
convergencia de numerosos temas míticos de diversas procedencias..." (O.C.
I: 168), pero se inclina a verla como el símbolo de la tierra en base "a
algunos de sus atributos (dominio de las fuerzas terrestres y de los genios
subterráneos, su identificación con diversos fenómenos telúricos o de los que
se supone que proceden de las entrañas de la Tierra)"... (Ibid).
Si
algo destaca en la figura de Mari es su versatilidad, su variedad, su
disparate, y en medio de todo esto, su consistencia en resumir las
contradicciones y en vivir con ellas. Mari es un personaje impredecible, tanto
en las apariencias que toma; los espacios que ocupa; los movimientos que
ejecuta; las acciones que protagoniza; los ámbitos en los que ejerce su
influencia; los nombres que toma, como iremos constatando a medida que
desarrollamos C8da uno de estos puntos.
Comenzando
por la diversidad de los nombres con que se identifica a Mari, Barandiarán
menciona hasta veintiocho, que en algunos casos suelen ir acompañados del
nombre de la montaña o caverna donde según la creencia popular suele aparecerse
Mari. A Mari se la asocia con lugares de toda la geografía vasca: Dima, Orozko,
Eskoriaza, Ataun, Beasain, Amezketa, Berastegui, Alsasua, Zugarramurdi, Sara,
Bidarrai, Alzai entre otros. y dentro de la variedad de nombres éstos van desde
"María de Chindoqui" en Amezketa, hasta' 'Mari de la cueva' , en
Markina. O desde ,Arpeko saindua (la santa de la cueva) en pueblos de Nafarroa
y Lapurdi, hasta, Anbotako Sorguiña' , (la bruja de Amboto) en Durango. (Ibid,
157-159).
En
su forma o representación abarca un gran número de disfraces. Si pareciese como
una mujer se permite la disparidad de hacerlo despidiendo fuego, arrastrando
unas veces una escoba y otras unas cadenas; o sentada sobre un carnero otras, o
con la luna llena rodeando su cabeza, como la vieron en Azkoitia. Otras aparece
al mismo tiempo como mujer y animal con pies de ave, con pies de cabra. En la
leyenda que relata el enamoramiento de Don Diego López de Haro de Mari, se le
describe como una dama "muy hermosa y muy bien hecha en todo su cuerpo,
salvo que tenía un pie como de cabra" , .(O.C. 1:161). También puede ser
planta adoptando la figura de árbol con la parte delantera que asemeja a una
mujer. Si aparece en figura de animal puede ser estos tan distintos como la
serpiente y el cuervo y el buitre; tan grandes como la vaca, el caballo; o de
distintos sexos como la novilla y el novillo. Se menciona un caso en que Mari
aparece petrificada en forma de torso humano. Finalmente, cuando Mari se
personifica en fenómenos telúricos, lo mismo puede hacerlo en forma de ráfaga
de viento o de ráfaga luminosa que de arco iris; de globo de fuego o de haz de
fuego que de nube blanca. y lo que resulta aún más interesante es que,
independientemente de toda esta variedad de formas que sume "todos
convienen en que ésta (Mari) es una mujer". (O.C.I: 159).
La
versatilidad de Mari queda ampliamente probada en todos esos relatos. Si pasamos
a considerar los espacios que ocupa, Mari está presente en los que van desde
las regiones situadas en el interior de la tierra, como en los de las cavernas
y simas, hasta, en los espacios siderales. Mari lo abarca espacialmente todo.
Ocupa con sus movimientos los espacios y los desocupa desapareciendo, por
ejemplo dejando la cueva vacía. y realiza los movimientos más diversos que
abarcan todas las direcciones. Mari cruza el espacio tendida horizontalmente
con la velocidad de una ráfaga de viento. Se mueve verticalmente lanzando al
viento y a las nubes desde su morada. Se remonta ascendentemente volando desde
el pueblo de Beasain a las peñas de Murumendi o saltando de la ventana del
palacio de D. Diego López de Haro se dirige hacia las montañas. (O.C. 1:161).
Mari produce curvas ondulantes al peinarse la cabellera y círculos al hacer
ovillos con hilos de oro o mover la rueca, y abarca concéntricamente el espacio
al moverse en todas las direcciones como globo de fuego. Mari está y no está.
"Mari cambia de morada (Mañaria): siete años pasa en Amboto, siete en Oiz
y siete en Mugarra. Según creencias en Amézqueta, pasa unas temporadas en
Aralar, otras en Aizkorri y otras en Murumedi". O.C.I:160).
En
las acciones que protagoniza, aparecen una serie de contrastes de creación y
destrucción, de trabajo y de ocio, de castigo y de recompensa, de ruda y de
esclavitud. A Mari como procreadora se le atribuyen "hijos" en
general o una hija, o dos hijas y dos hijos: Atarrabi el bueno y Mikelats el
malo. En la versión de Ataun se llega a decir que después de casarse con un
joven del caserío Burugoena, de Beasain, Mari tuvo siete hijos (O.C. 1:161).
Mari es también capaz de curar enfermedades de la piel y de los ojos. Al mismo
tiempo puede originar la destrucción de las cosechas de trigo al enviar el
pedrisco o producir la sequía o destruir casas y árboles al enviar rayos. Si
trabaja, lo mismo hila que hace la colada que cuece el pan. y puede estar
ociosa en la cueva o fuera de ella peinándose interminablemente la cabellera.
Si castiga lo puede hacer enviando inquietudes interiores, haciendo desaparecer
aquel o aquellas a quien castiga (puede interpretarse como que Mari es dueña de
la vida y de la muerte), o apoderándose de algo que pertenezca a los culpables,
enviando pedrisco o cubriendo la heredad con piedras. La recompensa está
relacionada con la fe que tengan en ella y se plasma en ayuda a los viajeros
que tengan que atravesar la montaña. Si ayuda lo hace proporcionando cosecha
abundante, protegiendo contra el pedrisco, protegiendo a las personas, bienes,
liberando al que está en la cárcel. Como sucede en la leyenda de Don Diego
López de Raro en que recobra su libertad gracias a la ayuda de Mari le
proporciona a su hijo lñigo Guerra. (O.C. 1:169). O la ayuda que proporciona al
ferrero que no puede localizar la avería en la máquina. Estas ayudas las da
tanto a los poderosos como a los débiles. Pero Mari esclaviza también a las
personas y fuerza a las chicas jóvenes a que se pongan a su servicio, o acepta
la servidumbre a cambio de una promesa cumplida (O.C. 1:162).
Finalmente.
si examinamos los ámbitos en los que Mari ejerce su influencia. vemos que Mari
lo abarca todo. Está ligada con la naturaleza a través del contacto con la
tierra y con el espacio. de su familiaridad con los fenómenos telúricos. de su
experiencia procreadora. y Mari está con la cultura porque conoce las técnicas
tanto de la domesticación de las plantas (agricultura). como del pastoreo y de
la ganadería. como se deduce de las leyendas en las que se hace referencia al
ciclo agrícola. Sabe de los inicios de la metal urgía y de la transformación
del material bruto en oro y ella misma utiliza objetos hechos de metales
precioso especialmente del oro.
Mari
reúne lo femenino y lo masculino en cuanto a la procreación, al cuerpo. y se
representa principalmente por animales masculinos, y en momentos ejerce la
fuerza considerada como atributo masculino en la cultura vasca. Mari está en la
casa simbolizada por el fuego del hogar y en los montes y en las cuevas.
Mari
pertenece al mundo de lo real y de lo irreal. Hay varias leyendas de Ataun, de
Villafranca de Ordizia, de Arano entre otras, en las que se alude al casamiento
de Mari con un mortal. En algunas se llega hasta la concreción de incluir el
nombre del caserío al que pertenecía el joven, como se ha dicho anteriormente.
Sin embargo, en la leyenda de Azkoitia el marido de Mari pertenece al mundo de
los genios y se llama Maju o Sugaar. (O.C. I: 160-161). y finalmente Mari
ejerce su poder sobre lo que se ve: lugares, personas, cosas, animales,
plantas, y sobre lo que no se ve, el interior de las personas.
Finalmente
está el aspecto que a mi entender es el más importante de la figura de Mari, y
es la posesión de un saber especial por el que Mari es capaz de vivir con las
contradicciones, y más aún, de recibir fuerza de ellas. Ser capaz de sintetizar
las fuerzas contrarias manteniendo con ello la estabilidad cultural. Para ello
me baso en el análisis de los datos recogidos por Barandiarán en los que hace
referencia a frases de Mari o a determinadas acciones que lleva a cabo.
Se
cuenta de un pastor que entró en la cueva de Mari en busca de una oveja. Para
librarse de Mari le metió por el cuello un rosario. Ante las protestas de Mari
prometió quitárselo a cambio de que le sacara de allí. después de hacerlo le
dijo Mari:
-"Te
ha valido el venir bien aconsejado y el hallarse ausentes mis compañeras...
"
-"¿Dónde
tienes a tus compañeras?
-Por
ahí andan recogiendo los diezmos de los NO-SI". (O.C. 1:88).
Según
Barandiarán "es dicho general que Mari vive del sí y del no,
y que también de eso viven las lamiñas". Ibid.
El
mismo autor dice que "es corriente decir que Mari abastece su despensa a
cuenta de los que niegan lo que es y de los que afirman lo que no
es: ezagaz eta baiagaz con la negación y con la afirmación".
(Ibid: 166). De las brujas se dice que "se dan a conocer por lo que hacen
y por lo que no hacen". (O.C. VI:49). De las brujas se dice que se
aparecieron diciendo: "¡Que no somos, que sí somos, catorce mil aquí estamos!"
, (O.C.I:215). O el dicho popular de que "no hay que creer que existen; no
hay que decir que no existen" , .(Ibid) Que lo interpreto como que no hay
que decir que sí pero tampoco hay que decir que no. Hay que saber conjuntar
ambos.
Estos
elementos contradictorios también se dan en las instrucciones de Mari sobre el
modo de entrar y salir de su morada. Uno debe de salir de la misma forma que ha
entrado, es decir que si ha entrado mirando hacia dentro ha de salir como si
entrara (mirando hacia atrás). (O.C.I: 166).
Como
punto final en el análisis del espacio mítico a través de la figura de Mari
resaltan como he dicho al principio, esas cualidades de versatilidad,
variabilidad y su capacidad de vivir cogiendo fuerza de las contradicciones y
vivir actualizando tanto el SÍ como el NO. Es en esto en lo que baso
para proponer que el significado de Mari hay que buscarlo más allá de lo
femenino y más allá de ser el símbolo de la tierra.
5.
ELEMENTOS QUE FUNCIONAN PARA LA LIMITACIÓN EN LA EXPLORACIÓN DE NUEVOS
ESPACIOS
Se
ha recalcado al principio la importancia que tiene el descubrir los elementos
que pueden actuar como limitadores para los movimientos de un grupo o grupos
dentro de la sociedad, impidiendo el reconocimiento real de su impacto
sociocultural y obstaculizando el desarrollo de sus potencialidades. Siguiendo
con el tema del espacio voy a apuntar a algunas de las limitaciones que
aparecen en el proceso de socialización y en la producción oral popular, en
relación a la exploración de nuevos espacios por la mujer .
Si
se analiza primeramente el proceso de socialización se advierte que hay ya una
mayor limitación en los movimientos que se impone a las niñas que a los niños.
El niño puede recorrer espacios abiertos solo o acompañado. Es frecuente el padre
que coge al niño y le inicia en el paseo dominical, en sus aficiones de subir
al monte, a buscar setas. Los mismos juegos de los niños están orientados a la
acción y por lo tanto relacionados con la experiencia de recorrer más terreno.
Con frecuencia los juegos tienen como escenario el campo, la plaza, el frontón,
mientras que las niñas están más limitadas a las cercanías de la casa o a
espacios concretos dentro de la plaza: cerca de los bancos, de los lugares
donde están las personas que les acompañan.
Esta
diferenciación en la libertad de movimientos no es accidental sino que forma
parte de como se ve en la mujer y en el hombre el desarrollo de la inventiva,
de la exploración, del descubrimiento y esto a su vez estaría a su vez
relacionado con las características que en la cultura vasca se asocian con lo
femenino y lo masculino. En las narraciones de leyendas y cuentos se puede ver
algo de esto.
Se
advierte que en general se presenta a los hombres con una atracción mayor a
explorar nuevos espacios, con una decisión a vencer las dificultades que esto
imponga y con una mayor libertad para ir contra las normas establecidas. y un
índice menor de castigos por haberlo hecho, pasando en algunos momentos a
premiarse el hecho.
Se
cuenta, que una joven se sintió atraída al interior de una gruta donde había
toda clase de monstruos y a la que no debían de acercarse demasiado las
personas. Los hombres: primero un cura y unos hombres y tres hombres más tarde,
intentaron sacarla pero no lo consiguieron. (O.C., VI:80-81). Aquí se
manifiesta la atracción de la mujer a explorar un espacio nuevo y la oposición
por parte de los hombres. Este interés se toma en muchos casos como curiosidad
que en la mujer debe de ser castigada, y hasta "se dice que una mujer
demasiado curiosa... llegar a ser bruja," definiéndola como "persona
que posee alguna virtud maligna... y que, transformada en animal o tomando
figura de gato, de cerdo, de caballo, etc., va a hacer daño a las personas en
su cuerpo o en algo que les pertenece". (O.C., VI:48). En esta definición
se ve que la curiosidad es una propiedad que debe restringirse mediante el
castigo. Sin embargo, una vez que bajo el castigo la joven adquiere una nueva
personalidad, es libre de poder adoptar cualquier forma y de seguir un tipo de
comportamiento contrario al orden establecido. De esta forma se prueba que la
mujer es capaz de esa versatilidad, pero que no puede hacerlo y seguir siendo
un elemento estabilizador que apoya y respeta las normas. Si se da, se da en la
marginalidad.
En otro
cuento se habla de un hermano y una hermana que se ganaban la vida recogiendo
ceniza en el monte. Se les apareció un hombre y les ofreció un cambio en el
modo de vida. "Les entregó una escopeta y dos perros, grandes, y les dijo
que cogieran caza y la vendieran".
Así,
el hermano empezó a cazar y la hermana se estaba en casa." (O.C. V:314).
Aquí
se puede ver que ambos se mueven en el espacio amplio del monte y que el cambio
de vida que se les proponía estaba abierto a los dos. El cuento parece indicar que
la escopeta debía de manejarla el hermano y la venta debía de correr a cargo de
la hermana, pero es el primero el que se queda en el espacio abierto y la
hermana vuelve a casa. (O.C. V:314).
En
las narraciones es más frecuente que la mujer al aventurarse se asuste con más
frecuencia que el hombre. En Sara dos mujeres fueron a una gruta a recoger
abono. Mientras lo hacían oyeron sonido de campanillas como si fuera algún
novillo o vaca. "No vieron nada. Pero, asustadas, volvieron atrás. No
tuvieron en adelante ganas de volver a entrar allá". (O.C. VI:88). Lo
mismo les sucedió, en otro relato a otras tres muchachas que fueron a Leiza,
Sara. "Nos metimos dentro de la gruta (dice la narración) con nuestras
luces. Dentro había un gran pozo. Alguien nos gritó: tened cuidado de no
caer en ese pozo: el que en él cae, ahí se queda. Entonces volvimos
atrás". (O.C. V:89).
En
el kontuzaharrak recogido por Arratibel y traducido y analizado por
Apalategi (1982) como "el viejo diablo y el león del monte" aparece
una chica con su madre viuda. La chica se dedica al pastoreo hasta que llega un
muchacho que se queda en la casa de criado. La chica tiene conocimiento del
espacio del monte, pero nunca se ha aventurado en el espacio que ocupa el león
y así se lo advierte al criado. El chico le dice que él se "bastaba para
guardar las ovejas y que, de allí en adelante, se quedara ayudando a la madre y
que hiciera aquellos dulces bollos que sólo ella sabía hacer..." (173).
Justo al día siguiente el chico lleva el rebaño al pastizal donde estaba el
león. El cuento narra como un día en que la hija decide ir al monte y al ver
que el criado se había adentrado en el terreno del león ' 'la chica no sabía
que hacer, estaba totalmente asustada' , (174).
En
este contexto del análisis de la diferenciación que existe en las limitaciones
que se imponen a las mujeres y las que se imponen a los hombres, voy a apuntar
la importancia que para dicho conocimiento tiene el análisis del lenguaje. En
el mismo cuento mencionado se da el siguiente diálogo, cuando el hijo (el
criado mencionado antes) se va de su casa.
-"Madre,
me voy de aquí.
-¿A
dónde hijo? , le respondió la madre sollozando.
-No
lo sé, pero supongo que me irá mejor que aquí. Creo que volveré pronto".
(119).
En
el diálogo hay una diferenciación en la forma como la madre y el hijo se
expresan acerca de la amplitud del espacio que el hijo ha de recorrer. La madre
quiere que este le señale un lugar concreto de destino. El hijo le responde de
forma indefinida.
Finalmente,
citaremos ciertas creencias sobre la peligrosidad de dar determinadas vueltas a
la iglesia o la casa, y el castigo que obtiene cuando la mujer las desafía. Se
cuenta que en Berastegi una mujer se embrujó por haber dado tres vueltas
alrededor de la parroquia del lugar .En Ataun el genio de la noche arrebató a
una mujer llamada Catalina, que ante un grupo de compañeras de trabajo apostó
que rodearía tres veces la casa por la noche y salió a dar las tres vueltas.
(O.C. XVIII:55-59). ,En Elorrio, el niño que llevaba una mujer que apostó que
daría cinco vueltas alrededor de la iglesia fue lo que la salvó. Al dar la
quinta vuelta oyó una voz que le decía: "gracias al niño que llevas; si
no, tu vida hubiera durado poco". (O.C. XVIII:57).
El
análisis de los espacios con los que está relacionada la mujer revela lo
siguiente. Se ha visto que en el espacio familiar, la valoración está
principalmente en función de las actividades que realiza. Aunque se de
importancia a las que lleva a cabo la mujer, por el hecho de asociarlas con el
ámbito doméstico tienen un reconocimiento limitado, y no se reconoce su
trascendencia pública, aunque la tengan. Se las relaciona más con la naturaleza
que con la cultura aunque pertenezcan a esta última. Esto actúa como elemento restrictivo
del reconocimiento real de la participación sociocultural de la mujer .
En
el análisis de los espacios festivos y rituales se constata, que hay mecanismos
que condicionan fuertemente a la mujer. La asociación de la mujer con espacios
y movimientos más restringidos, cerrados, y del hombre con espacios más
distendidos y movimientos más amplios, actúa como punto de resistencia para que
la mujer explore situaciones nuevas, está abierta a la creatividad. al cambio.
al ir en contra de la norma establecida. Esto a su vez actúa a favor de la
mujer como elemento de cohesión dentro de la familia, como transmisora de las
costumbres, como guardadora de la buena fama de la casa.
Lo
que para mí aparece más claro en este análisis aunque sea necesario estudiarlo
más en profundidad. es que uno de los mecanismos que puede condicionar más
fuertemente a la mujer dentro de la sociedad y cultura vasca. lo constituye la
carga de responsabilidades que asume en nombre de otros. Para mí puede
constituir el obstáculo principal a cambios que quiera introducir la mujer. en
su caminar a la verdadera incorporación de su contribución social. Es preciso
investigar sobre las formas de interiorización de dichas responsabilidades.
muchas de ellas iniciadas con la socialización temprana. así como los índices
de culpabilidad que crean cuando se va en contra de ellas. o cuando la mujer re
define y define las responsabilidades desde ella misma.
Pasando
a las conclusiones del análisis del nivel mítico, nos encontramos con que Mari
representa todo lo contrario de lo que la mujer tradicional asumía en la vida
real. Mari representa la versatilidad, la variabilidad, la volubilidad. el
cambio. En este sentido, Mari representa las fuerzas contrarias. las
contradicciones. Pero Mari posee un saber especial, y es de conocer como
conjuntarlas, y así conseguir cierta estabilidad.
Esta
importancia de Mari dentro de la mitología vasca ha sido con frecuencia
capitalizada para recalcar el poder de la mujer en la sociedad y cultura vasca.
A esto llamaría yo una idealización del poder de la mujer, pero no un indicador
del poder real. Mi interpretación de Mari va más allá como he dicho en un
principio de ser un símbolo de lo femenino. Propongo que esta disparidad de
Mari es simbólica de las contradicciones inherentes a toda cultura, y en este
caso a la cultura vasca. Mari representa la solución al anhelo constante desde
la cultura, de querer acceder al saber de como poder conjuntar las
contradicciones, el SI y el NO míticos, no para estancarse sino para poder
seguir adelante, creando, en una dialéctica constante. ¿Pero por qué en la
mente popular se ha personificado toda esta dinámica en un personaje femenino?
.Como dije al principio, a pesar de todas las variantes de Mari, siempre se la
ha reconocido como mujer .
Mi
interpretación va por otros caminos, de los que se han seguido hasta ahora, en
el intento de profundizar en los mecanismos culturales que generan la
desigualdad entre los sexos. Una posible explicación de las razones de
seleccionar a un personaje femenino para una significación tan amplia como la
que he propuesto y que quedaría para futuras investigaciones el refrendarla o
no, es de que Mari surge en la mente popular vasca de un contexto
predominantemente rural. En ese contexto, como he dicho anteriormente, la mujer
sirve de cohesión, de estabilidad. También ella está familiarizada de alguna
forma no sólo con las contradicciones, sino con la forma de hacer que estas no
destruyan los mecanismos creadores de cultura, dentro de un contexto concreto de
la unidad socio económica del baserri; de la pequeña comunidad rural. Es
conocedora de la sociedad en cambio en la que se experimenta el paso de un modo
de vida al otro (del agrícola al industrial por ejemplo), sabe de los momentos
de ruptura por la muerte, de aquellos en los que el hombre explora nuevos
espacios, nuevos trabajos ya la mujer se la exige que conjunte todas las
contradicciones que de todo ello surgen. Yeso lo debe de hacer dentro de un
orden, dentro de los roles tradicionalmente asignados a la mujer en la sociedad
y cultura vasca. Es por todo ello por que Mari ha podido surgir en un modo de
vida agrícola y sin que ello signifique que en ese contexto la mujer ostenta un
poder más allá del ámbito familiar, y tener un significado más allá del modo de
donde surge; más allá de ser un símbolo de lo femenino, de la tierra, para
significar el saber tan esencial para la supervivencia y desarrollo de la
cultura. Lo que dejo como interrogante para otro estudio es el ver qué
personajes míticos asumen en la actualidad en un modo industrializado y
predominantemente urbano, el simbolismo que encierra Mari, y las formas en que
lo hacen.
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NOTAS
1.
Este trabajo se presentó como ponencia en los I Cursos de Verano en San
Sebastián: sección de Antropología, Donostia, Universidad del País Vasco, 1 de
septiembre de 1982. Reconozco las aportaciones recibidas de Begoña Aretxaga,
estudiante de Psicología de la
Facultad de Zorroaga, en las numerosas discusiones mantenidas
durante la elaboración de este trabajo.
2.
Para la discusión del Carnaval me baso en Caro Baroja (1976) en su tratamiento
del de Lanz. en Urbeltz ( 1978) y en mis observaciones del Carnaval de Zubieta
en 1982. La participación de la mujer en los carnavales urbanos será objeto de
un próximo estudio.
3.
Debo a Joseba Zulaika el haber descubierto la importancia que las negaciones
tienen en los relatos de Mari.
4.
El tema del poder entra dentro del estudio que llevamos a cabo un equipo sobre
"Estudio comparativo de la mujer vasca en el marco rural, costero y
urbano". Estará concluido para octubre de 1983.
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