Domingo soleado, silencio en en la morada, roto justamente por las melodías que alivianan la motxila de la nostalgia, mientras, la poesía mejor desordenada de la história, desgranaba minutos al reloj vacacional. Hasta llegar a un texto todavía no conocido:
QUIERO JUSTIFICAR ESTE LIBRO
En 1948 al volver de Suramérica dejé en Buenos Aires un cajón con libros, cartas, escritos, no me atrevía a traer conmigo, no lo pude recuperar, tenía entonces 40 años. En mi casa de Irún me desapareció, sería 1960, todo lo que había seleccionado y conservaba para editar, 2 carpetas con escritos de estética, clases, artículos, conferencias, había ya cumplido 50 añ0s. La pérdida que todavía sufro más es mi conferencia en Lima sobre Vallejo, España aparta de mí este cáliz, que Georgette su viuda, mostró un interés especial, que aportaba nueva dimensión sobre Vallejo, que a mi llegada a Buenos Aires me viera con Alberti y que tenía que editar en Losada. Perdía al mismo tiempo mi libro con los originales ya para la imprenta Química y estética para una cerámica vasca.
JORGE OTEIZA
La lectura hizo su pausa. Información desbordante para un, día hecho al no-pensar. La gran triada, Txillida, Basterretxea y Oteiza, tuvieron su morada en Argentina. Este es un hecho, casi disimulado en el vivir diásporico vasco de estos lares. Hoy rodeados por dispositivos, los cuales no garantizan la perpetuidad de la memoria. Quizás sea momento, no se si de buscar esa Caja, que Oteiza no recuperó, pero si su memoria!
AITOR ALAVA
7/1/18
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