(1960-1985).
En general tiende a considerarse que los orígenes de la nueva canción vasca se
encuentran en Michel Labéguerie, dado que este médico de Euskadi Norte publicó
en la primavera de 1963 un disco con cuatro canciones compuestas y cantadas por
él mismo, acompañado por una simple guitarra, que tuvieron un gran éxito. Sin
embargo, hay numerosos precedentes más o menos lejanos en el tiempo, y a pesar
de correr el riesgo de ser injusto no citando a todos, parece imprescindible
referirnos a alguno de ellos por la importancia que iban a tener en el
desarrollo de la llamada nueva canción vasca. Empezando por los más lejanos en
el tiempo, es obligado citar a Iparraguirre (1820-1881), compositor y cantante
de canciones que interpretaba con una guitarra, y que nos ha dejado un legado
ampliamente conocido e imposible de ignorar ente nosotros; tampoco cabe olvidar
las numerosas e importantes recopilaciones de canciones tradicionales vascas,
realizadas a partir de finales del siglo XIX o principios del XX, por numerosos
autores (R.M de Azkue, Donostia, Salaberry, R. Gallop, Riezu...); habría que
citar también el cancionero Kanta Kantari, publicado en torno a 1953 por
Nemesio Etxaniz ( que intercalaba por primera vez canciones modernas y
clásicas, mezclando ritmos clásicos y exóticos siguiendo las grandes corrientes
de las viejas canciones vascas) y la recopilación de canciones tradicionales
realizada por Ximun Haran y publicada a principios de los años sesenta por el
Museo Vasco de Bayona.
Miembros de Ez Dok Amairu con Atahualpa Yupanki.
La herencia
de Labéguerie , consistente en ocho canciones publicadas en dos discos, llegó
clandestinamente a Euskadi Sur, caló en la gente , y su voz se extendió con
fuerza como un eco. En 1965, Mikel Laboa (que había empezado a cantar en
euskera a principios de los años sesenta y en 1964 había publicado su primer
disco con cuatro canciones tradicionales), conocedor del movimiento de la Nova Canço Catalana, se
pone en contacto con algunos cantantes que por entonces actuaban en Euskadi
Sur: Benito Lertxundi ( que había obtenido el segundo premio en el
"Concurso de Artistas Noveles" organizado por "La Voz de España"), Lourdes
Iriondo, que actuaba con gran éxito en diferentes localidades guipuzcoanas,
Julen Lecuona, etc.Este mismo año 1965, se contacta con el poeta Joxean Artze y
se realizan reuniones a las que además de los citados, acuden Nemesio Etxaniz,
José Antonio Villar, etc.
A finales de
1965, Laboa acompañado de Xabier Anza (por entonces, estudiante de Arquitectura
en Barcelona y conocedor de la ideas de Oteiza acerca de la Escuela Vasca) acude
a entrevistarse con Jorge Oteiza para hablarle del proyecto de creación de un
grupo de canción vasca "parecido" al grupo catalán Els Setze Jutges
(1961-1969); Oteiza que les habla de un proyecto estético propio, mucho más
amplio, e integrador de las artes plásticas con la música, danza y otras
disciplinas, idea con rapidez, después de consultar las obras de R.M. de Azkue,
un nombre adecuado para el grupo de canción: se llamaría Ez Dok Amairu (que en
castellano significa No Hay Trece), tratando así de exorcizar los maleficios
que, según él, tradicionalmente pesaban sobre la cultura vasca. En enero de
1966, realizó el grupo sus primeras actuaciones en Hernani y Donostia
respectivamente, y ya, a partir de marzo de 1966, de una forma más regular y
con el mencionado nombre. Durante el año 1966, se añadieron a los artistas
antes mencionados, los Hermanos Artze con la txalaparta ( en los primeros
conciertos habían actuado los Hermanos Zuaznabar), Luis Bandrés y Jean Paul Arregi
con la alboka, Xavier Lete, José Angel Irigaray, Juan Miguel Irigaray, el grupo
Yoloak, el grupo Oskarbi y, más tarde, José María Zabala.
En aquellos
primeros orígenes de la canción vasca se consiguió llenar un vacío, el gran
vacío y la tremenda pobreza ocasionada dentro de la cultura vasca por la
represión franquista. Para eso había que crear nuevas canciones, que reflejaran
la situación del momento, y enraizadas dentro de una canción popular. El grupo
Ez Dok Amairu dio muchos festivales y con el tiempo se vio obligado a tener que
hacer frente también a otros problemas, la profesionalidad, las condiciones de
su estructura, las relaciones con los organizadores, etc. Los oyentes en un
principio se conformaban con ser meros auditores de canciones en euskera, pero
luego vino la solicitud cada vez más apremiante de temas políticos y los
cantantes tuvieron que dar una respuesta a las muchas exigencias de su público.
La necesidad de tener que pasar una censura gubernamental les ocasionó no pocos
quebraderos de cabeza. Los primeros
discos cosecharon algún éxito. Dicho grupo tuvo dos líderes: Joxean Artze,
dentro de lo que llamaríamos reflexión artística, y José Angel Irigaray dentro
del área política, dando una coherencia y un ideario al grupo. Dentro de su
estrategia estaba el cometido de contactar con otras culturas minoritarias. Así
pues, en el año 67 se fueron a Barcelona, viniendo a su vez algunos cantantes
catalanes a Euskal Herria. Con todo esto este grupo se convirtió en un punto de
discusión y de controversia extendiéndose esta polémica a toda Euskal Herria
por la incipiente prensa euskerica del momento. La cuestión referente a la
profesionalidad produjo a veces disputas harto ácidas entre los especialistas.
También fueron asunto de discusión las tendencias políticas; para algunos eran
temas exclusivamente radicales en sus contenidos y para otros eran temas
demasiado cuidados en su forma y excesivamente estilizados que llevaban
"un cierto trasfondo burgués". De todas formas estamos hablando del movimiento
más importante que se había generado dentro de la canción moderna vasca y el
más rico desde el punto de vista cultural.
En el año
1970 se produjo un espectáculo con el cometido de sensibilizar al público
llamado: Baga, Biga, Higa ( título inspirado en el Lekeitio 2, compuesto y
estrenado por Mikel Laboa en 1969). Era un espectáculo dividido de dos partes;
por un lado la danza y por otro lado se entremezclaban la txalaparta, las
canciones y los recitales. El éxito fue impresionante, visitaron una vez más Cataluña
y se dirigieron a Francia por primera vez. Las gentes de Euskadi Norte quedan
impresionadas por este espectáculo, sobre todo por la lengua y la música
utilizadas y la nueva forma de expresión. De este modo se decide publicar un
doble L.P. con el contenido de dicho espectáculo, pero debido a problemas
ideológicos que surgieron durante la grabación del disco esto no se llevó a
cabo.
Y así se
llegó a la disolución del grupo Ez Dok Amairu. José Angel Irigaray no quería
que se grabaran dos de las canciones de su repertorio porque para entonces
había sospechas de que había un proyecto de control político y una posible
censura interna ( todo ello dentro del movimiento antifranquista). De ahí en
adelante surgieron diversos problemas relacionados con otros temas; largas
polémicas que desembocaron en la desmembración del grupo en ese mismo año,
estando ya grabado el material del disco.
Al margen
del grupo Ez Dok Amairu surgen otros cantantes; los más importantes en Euskadi
Norte, como son Etxamendi ta Larralde, Peio y Pantxoa, más tarde Niko Etxart y
el grupo Errobi casi al mismo tiempo. En Bizkaia se crea el grupo Oskorri,
aparecen Maite Idirin y Gontzal Mendibil. El resurgimiento de la nueva canción
vasca es más importante en Gipuzkoa -Urko, Txomin Artola, Imanol, etc.-. El más
destacado en Alava es Gorka Knörr. En la línea marcada por el espectáculo Baga,
Biga, Higa surgen otras actuaciones semejantes como son Zazpiribai en el año
1972, más tarde Ortziken y al fin Ikimilikiliklik de la mano de Mikel Laboa, hermanos
Artze y José María Zabala. Este grupo
de cantantes tiene su origen en el grupo Ez Dok Amairu. Será la fuente original
de donde surgirán otros grupos que evolucionarán cada uno en su estilo. Los
últimos años del franquismo serán muy ricos en la producción de discos siendo
ésta la época en la que verán la luz algunas de las mejores joyas de la canción
vasca moderna. Principalmente, son dignos de mención el disco L.P. de Peio y
Pantxoa del año 1975, el disco llamado Olaxta de Txomin Artola que salió al mercado
el mismo año, y el Bat Hiru de Mikel Laboa de 1974. La muerte de
Franco y el comienzo de una nueva era política tendrán una gran repercusión
dentro de la historia de la canción vasca. Se puede hablar de una generación
perdida al mencionar al grupo de cantantes que se originan desde el 1975 hasta
el 1979. Surgen los mítines; a los cantantes se les piden mensajes políticos
determinados y con una fuerza y una pujanza mayor que antes. Estos cantantes,
por ej. Urko, son amparados por un inmenso gentío y muchos de ellos consiguen
la fama. A esta generación se le llamó la generación de los champiñones,
Txanpinoien Aroa. Los cantantes de esta época consiguieron un tremendo éxito a
nivel popular pero este éxito fue limitado porque no se produjo -salvo excepciones-
inquietud por la calidad musical de las canciones, ni interés por formar
grupos, y a la larga han sido olvidados y marginados los cantantes «boom» que
surgieron al amparo de esta generación. Esta generación, sin embargo, tiene un
lado positivo: surgen otros grupos renovadores y revestidos de una gran
calidad. Estos serán los que le darán un gran empuje a la nueva canción vasca.
Primeramente
el grupo Haizea (1977) organizado por Txomin Artola, estando entre ellos Amaia
Zubiria. Segundo, el grupo Errobi (1976) intentando introducir entre nosotros
el rock en inglés, consiguió un gran éxito. Tercero, el grupo Izukaitz (1978)
cultivando el folck, sin olvidar el jazz y el rock. Cuarto, el grupo Itoiz (
1978) que cultivaría el rock sinfónico de aquella época. Junto a éstos aparecen
discos que son a su vez notables como aquel de Benito Lertxundi que nos trajo
todo el aroma de Zuberoa llamado Zuberoa Askatasunaren semeei. El grupo Oskorri
quiso hacerle un homenaje al gran escritor Gabriel Aresti que había fallecido
un año antes; este disco fue algo que tendría una decisiva influencia en todos
sus sucesores. El cantante Urko se estrena con su disco Sakonki que se puede
mencionar como el más vendido de los discos vascos. Alguna de las canciones de
este disco como Guk euskeraz, zuk zergatik ez se convirtió en un himno popular.
Finalmente, el disco publicado por Imanol en el año 1979 llamado Sentimentuen
auspoz es el más destacable. Este disco fue compuesto al volver de su exilio en
París con la colaboración del grupo Krabelin Komik.
Para ponerle
fin a esta época hay que mencionar las primeras deserciones. Son muchos los que
por diversas razones personales y de otra índole abandonan el mundo de la
canción. Xabier Lete en el año 1978; Peio y Pantxoa al año siguiente; en los
comienzos de los años 80, Txomin Artola y Mikel Laboa; en el año 1979
desaparece el grupo Errobi. Cada vez se les exige más calidad a los cantantes.
Se acabó el hecho de ir a los festivales por pura militancia. Se ha conseguido
el punto culminante de la evolución que se perseguía y todos aquéllos que no
consiguen esa calidad, por la razón que sea, se ven obligados a dejar el mundo
de la canción. El cantante solitario como tal desaparece. Comienzan a aparecer
grupos, y el cantante solitario que desea seguir adelante ha de buscarse el
apoyo de un grupo. Se ha producido el momento del cambio y esto conducirá como
consecuencia a otra nueva época; la década de los 80, la década que hará
renacer los grupos pop/rock.
La primera
sorpresa será la aparición de Ruper Ordorika con el disco titulado Hautsi da
Anphora (1980). La letra de su música está basada en autores de gran talla
literaria y se convierte en modelo de cantautores nuevos e intelectuales. Su
estilo está muy cerca del género pop, pero, sin embargo, se ha convertido en un
género muy personal que no ha podido ser imitado por nadie. El decisivo grupo
Itoiz se sumerge en el mundo pop después del disco personal Ezequiel. El
movimiento radical del rock surgirá hacia el año 1982 a raíz de la
organización del Premio musical por la Diputación foral de Gipuzkoa titulado «Guipúzcoa
Star Rock». En el año 1981 surgiría el grupo Jotakie. En 1984 aparecerá en
todos los festivales y fiestas populares el grupo Hertzainak, acompañados de
los grupos M-ak, Barrikada, Kortatu, Polla Record, etc. Estos son los años
eléctricos. Los veteranos siguen el camino o la vía tomada anteriormente.
Benito Lertxundi publica otro L.P. titulado Altabizkar/Itzaltzuko Bardoa. En el
año 1981 se disuelve el grupo Izukaitz. En el año 1982 sacan nuevos discos
Imanol, Itoiz y Oskorri. En el año 1983 le toca de nuevo a Itoiz; Niko Etxart se afianza como el único roquero de Iparralde . Urko vuelve a aparecer
revestido de una nueva creatividad, Mikel Laboa vuelve a su
canción-experimento. Imanol en el año 1984 prepara una gran colección titulada
Erromantzeak y algunos festivales organizados por algunos cantantes en Madrid
fracasaron. Es patente que la distancia marcada entre Euskadi y Madrid no es
debida sólo a los kilómetros sino una consecuencia del alejamiento de ideas y
proyectos. Son de mencionar también algunos grupos de cantantes que surgen
alrededor de estos años que por su escaso eco pueden ser calificados de
intimistas. Entre estos pueden señalarse al grupo Txanbela, Lauburu, Azala y Ganbara.
Cultivan en general un estilo folk agradable pero dan la impresión de que están
fuera del tiempo.
Hacia el año
1985 puede decirse que la canción vasca llega a su maduración total. Hay grupos
que permanecen juntos durante mucho tiempo y es notoria la compenetración y la
tendencia a la perfección que esto produce. Los cantantes solitarios han
encontrado también grupos profesionales que trabajen y cultiven sus ideas. Las
técnicas de grabación han mejorado mucho y se equiparan al nivel español o
europeo. El movimiento del rock se va normalizando y desde aquel «boom» del
comienzo se nota la preocupación por el perfeccionamiento de sus discos y de
sus canciones. Para terminar, dejando a un lado la influencia de la música
anglosajona y perdonando a los medios de comunicación la tendencia a preferir
esta música, se puede afirmar que la vasca goza de buena salud.
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