REFLEXIONES SOBRE EL FOLKLORE
COREOGRAFICO VASCO
Xemeingo Ezpata Dantza
Por el título
de esta ponencia cualquiera pudiera suponer que mi intención se dirigía a
exponer una especie de catálogo acerca de las realizaciones habidas en el campo
del folklore coreográfico vasco.
No voy a
tomar ese camino pues nuestro catálogo es muy pobre, y tampoco es el momento de
entrar en juicios de valor sobre el “mérito” de los trabajos realizados; pues
la palabreja tiene muy poca gracia cuando se emplea en un asunto tan delicado
como es el de laborar con unos materiales que se nos escapan como agua en un
cesto.
Estudiar la
obra de Iztueta, Donostia, Azkue, Barandiarán, Lekuona, Sala- berri, Rodney
Gallop, Etxebarria, Sagaseta, etc., es obligado si queremos tener una buena
información, y, lo que es más importante, un método; método éste que por
primario que actualmente nos pueda parecer, tiene la fecundidad que otorga la
constancia y el amor a unos valores culturales.
En primer
lugar, y enlazando con nuestra alusión al método, consideramos indispensable
centrar aquellos elementos que resultan obligados para estudiar el folklore
coreográfico de una manera satisfactoria.
Cinco pueden
ser los rasgos que dan vida a una danza. En el ordenamiento que hemos llevado a
cabo no hay prioridades, todos tienen importancia y su papel en la danza es
incuestionable según nuestro criterio:
1-Coreógrafia, pasos y movimiento.
2-Musica
3-Instrumentos de música
4-Indumentarias
5- Componentes imperestructurales que han dado vida a la danza, mundo del pensamiento, simbología, religión, historia, etc.
Consideramos
que la suma de estos cinco apartados nos puede proporcionar una visión lo
suficientemente completa de lo que ofrece el fenómeno coreográfico en nuestro
País.
La
importancia que la danza ha tenido entre nosotros ha sido muy grande, tanto,
que se ha convertido en un tópico, y, como tal, ha pagado las consecuencias de
una desatención rayana en la incuria.
Una vez
perfilado el contorno de los elementos que se agrupan en la formación de una
danza, debemos iniciar, con los materiales de los que tenemos noticia, la
búsqueda de un sistema de clasificación que racionalice nuestra disciplina y
permita recoger documentos con un método coherente.
Nuestro sistema
de clasificación no ha tenido en cuenta, si exceptuamos el Carnaval, ninguno de
los aspectos que se contemplan en el punto quinto del conjunto de rasgos que
delimitan una danza. Sólo se tiene en cuenta el hombre, la mujer, o ambos
dentro de las posibilidades que esta combinación pueda admitir; la línea
coreográfica, y el empleo de utensilios o herramientas.
1. DANZAS MASCULINAS
INDIVIDUALES
Txakolin dantza.
1.1
Txakolin
1.2 Almute-dantza
1.3 Kaxarranka de Lekeitio
1.4 Maiganeko
1.5
Entradillas
de Arrastaria
1.6.........................
2. DANZAS FEMENINAS
INDIVIDUALES
2.1.........................
2.2.........................
3. DANZAS COLECTIVAS
DE HOMBRES SOLOS
Mutil Dantza
3.1 Círculo abierto y
sentido contrario a las agujas del reloj.
3.11 Mutil-dantza
3.12..............
3.2 Círculo cerrado y sentido contrario a las agujas del
reloj.
3.21 Iautziak
3.22..............
3.3 En dos filas con utensilios o herramientas.
3.31 Dantzari Dantza
3.32 Brokel Dantza (Gipuzkoa)
3.33 Danzas de Berastegui
3.34 Danzas de Lizarza
3.35 Danzas de Otsagi
3.36 Ribera de Álava y Navarra
3.37..............
3.4 Danzas de armas
con pabellón.
3.41 Espatadantza de
Corpus
3.42 Espatadantza de Xemein
3.43 Espatadantza de Legazpia
3.44 Espatadantza de Lesaka
3.45 Espatadantza de Lakuntza
3.46 Espatadantza de Zumarraga
3.47 Pordondantza de Tolosa
3.48..............
4. DANZAS COLECTIVAS
DE MUJERES SOLAS
San Juanen Kantaita de Urdiain
4.1 Círculo cerrado
cogiéndose de las manos.
4.11 San Juanen Kantaita de Urdiain
4.12..............
5. DANZAS COLECTIVAS
DE HOMBRES Y MUJERES
Sokadantza
5.1 Danzas en cadena.
5.11 Dirigidas por hombres, círculo abierto y sentido contrario
a
las
|
agujas
|
del
|
reloj.
|
|||
5.111
|
Branle
|
|||||
5.112
|
Gizon-dantza
|
|||||
5.113
|
Zortziko
|
|||||
5.114
|
Sokadantza
|
|||||
5.115
|
Dantzaki
|
|||||
5.116
|
Gizadantza
|
|||||
5.117
|
Dantza
luze
|
|||||
5.118
............
|
||||||
5.12
|
Dirigidas
por hombres, sin un sentido direccional.
|
|||||
5.121
|
Biribilketa
|
|||||
5.122
|
Dantza
Luze
|
|||||
5.123
............
|
||||||
5.13
|
Dirigidas
por mujeres, círculo abierto y sentido contrario a
|
|||||
las
|
agujas
|
del
|
reloj.
|
|||
5.131
|
Sokadantza
|
de
Lekeitio
|
||||
5.132
|
Etxekoandre
|
dantza
|
||||
5.133
|
Neskatxena
|
|||||
5.134
|
............
|
5.2 Danzas en dos filas.
5.21 Círculo abierto y sentido contrario a las agujas del
reloj.
5.211
|
Ingurutxoak
|
5.212
|
Ttun-ttun
|
5.213
|
Larrain-dantza
|
5.214
|
............
|
5.22 En
dos filas enfrentadas.
|
|
5.221
|
Esku-dantza
|
5.222
|
Kadrilleak
|
5.223
|
............
|
5.3 En círculo
cerrado.
5.31Sin cogerse de la mano.
5.311 Fandango-Porrusalda
5.312
...........
5.32
Cogiéndose de la mano.
5.321 Danzas
de Urdiain
5.322
Chulalai de Páganos
5.323
............
6. DANZAS Y
COMPARSAS DE CARNAVAL
Ituren eta Zubieta
6.1 Zuberoa
6.2 Benafarroa
6.3 Laburdi
6.4 Lanz
6.5 Zalduondo
6.6 Ituren y Zubieta
6.7 Altsatsu
6.8 Goizueta
6.9 Arano
6.10.........................
7. DANZAS DE OFICIOS,
DANZAS-JUEGO Y
JUEGOS
Zapatain Dantza
7.1 Danzas de
Oficios.
7.11 Zapatain Dantza
7.12..............
7.2 Danzas juego.
7.21 Itsas Dantza
7.22 Zartain Dantza
7.23 Ezkila fraile
7.24..............
7.3 Juegos.
7.31 Ollasko jokuak
7.32 Antzara jokuak
7.33..............
No se nos
escapa que este sistema de clasificación es incompleto, pues no tiene en cuenta
la música ni los instrumentos. Pero a ambos, participantes en la vida
coreográfica, se les da un tratamiento específico; tanto en cuanto al método
de análisis, sobre todo para la música, como la clasificación para los instrumentos, que básicamente llevara a cabo C. Sachs.
La
indumentaria requiere un tratamiento descriptivo y ha sido fijada, por
principio, a zonas geográficas. La delimitación geográfica para la danza,
música e instrumentos tiene un interés muy grande, por la “racionalidad” que
introduce en la contemplación de estos fenómenos culturales dentro de su marco
geográfico.
La
distribución geográfica de nuestra música y coreografía popular nos hará
comprender las grandes zonas culturales sobre las que se ha asentado nuestro
País e, indudablemente, supondrá un punto de apoyo fundamental para un
tratamiento científico de tan interesante material.
Soy de la
convicción de que la aparente “balcanización” de nuestro País, a la vista de
tan gran cantidad de morfologías coreográficas, puede quedar convenientemente
encauzada si introducimos este esquema de trabajo. No debemos olvidar que
estamos en el codo de Europa y que el mundo mediterráneo comienza, o acaba,
como cada uno guste, en los valles de Erronkari y Zuberoa y en los puertos de
Belate y Azpiroz. Esto hace que tengamos un mundo cultural que mira al
Atlántico, tanto occidental como nórdico, y otro que encaja en el Mediterráneo,
con el no Ebro como eje y los valles del norte y sur pirenaico como frontera.
El análisis
de los documentos folklóricos dentro de estos parámetros puede ser, y suponemos
que de hecho lo será, de una importancia capital para comprender esta génesis
multiforme de nuestra cultura coreográfica.
Abundando
más en nuestras reflexiones no debemos olvidar que nos encontramos ante un
rasgo cultural que, en algunas de sus formas más elementales, no ha admitido
grandes variaciones durante largos períodos de tiempo. Parafraseando a Serge
Lifar podemos decir aquello.. . “En el principio era el rítmo...”, siendo este
esqueleto, el nudo sobre el que descansa la danza.
Los esbozos
comparativos, crearon la primera, y única, polémica entre Gascue y Azkue, con
la intervención del antropólogo D. Telesforo de Aranzadi. Para nosotros tuvo su
importancia, por la apertura que siempre supone un nuevo campo de estudio, a
pesar de las parcialidades “historicistas” de Gascue, totalmente fuera de lugar;
y de la incapacidad de Azkue, y del propio Aranzadi, para comprender la enorme
importancia de los estudios comparados en la música tradicional; sin que la
existencia de analogías o parentescos sean suficientes para despojar a un País
de su propia “originalidad” cultural.
Extendiéndose
un poco más en estos comentarios, hay que señalar que el intento de Azkue por
desautorizar a Gascue en su búsqueda de relaciones vasco-celtas, lo llevó a
establecer una hipótesis de supuesto sentido contrario. En ella Azkue trata de
asentar las correspondencias de la música tradicional vasca con la griega.
El hecho
real es que ambos tenían razón, si no en los argumentos que ernplearon, sí en
las intuiciones que los llevaron a establecer una amplia área geográfica como
campo de observaciones comparadas.
Pero si los
cantos pueden viajar de las gargantas a los oídos de los hombres, no es tan
fácil que el movimiento coreográfico, más complejo y, normalmente, de
naturaleza colectiva, se pueda desplazar con la misma libertad que el que podemos suponer para la canción. Y cuando hablamos de desplazamientos entre
las áreas
geográficas, no hablamos de morfologías coreográficas de tipo elemental como
pudieran ser el corro, o la danza en cadena. Nos referimos a una danza que entraña
en sus componentes analógicos dos de los cinco rasgos que hemos anotado. La
música y los movimientos coreográficos son indispensables, pudiendo variar los
otros tres como se puede entender en buena lógica.
Además ni
Azkue ni Gascue hicieron alusión alguna a la polifonía popular, a la “forma” de
cantar; que no está por debajo de correspondencias melódicas de tipo más
formal, tal y como sucede con los cantos pirenaicos de Zuberoa y Bearn y los
que se cantan entre los campesinos del Norte de Italia.
La
disposición de formas coreográfico-melódicas dentro de su marco geográfico
específico, es un tipo de estudio que está por realizar. Pero aún así, la danza
no ha sido tenida en cuenta por otras disciplinas a la hora de afinar un poco
en sus planteamientos.
Parentescos
lingüísticos como el que ha existido entre los valles pirenaicos de Zuberoa y
Erronkari, han sido fácilmente atribuidos a la comunicación establecida por el
pastoreo o al desplazamiento de las muchachas roncalesas para el trabajo de
fabricación de alpargatas en las fábricas de Maule, en Zuberoa. Argumentos
parecidos hemos oído para tratar de entender el problema de la indumentaria
jacetana y bearnesa. Este simplismo de tipo historicista, si es que puede
atribuírsele el calificativo, o dejarlo solamente en simplismo, es una moneda
bastante corriente, cuando se carece de otros puntos de observación.
El
parentesco entre los dialectos vascos del norte y sur pirenaico no se establece,
y desde luego no se sostiene, en un período histórico que aún siendo reciente,
le podemos atribuir una antigüedad de cuatrocientos años. La razón en que nos
apoyamos la encontramos en la danza. No hay entre Roncal y Zuberoa, ni entre
Salazar y Aezkoa con Baja Navarra, ningún vínculo coreográfico o melódico que
nos posibilite el suponer una relación de una cierta profundidad. Y, para
nosotros no hay paralelismo entre la fecundidad del norte pirenaico, con la
escasez de materiales que nos presenta el sur de la misma cadena montañosa.
La
importancia de la danza reside, en última instancia, en que es un rasgo de
cultura de una mayor afinación que el que nos puedan presentar otras manifestaciones
etnográficas, y pienso en este momento en los complejos de la tecnología
agrícola-pastoril, dispersos, con gran afinidad, por amplias áreas geográficas.
Pero el
problema que hemos expuesto para el Pirineo vasco tiene, en otros casos, una
dispersión lingüística a la que corresponde una cierta unidad tanto
coreográfica como rítmico-melódica.
En la
observación que vamos a comentar la danza se nos presenta como un sustrato de
identidad cultural, junto con otros componentes de cultura etnográfica, en una
zona geográfica donde las diferencias lingüísticas tienen una presencia
histórica.
¿En qué
temporalidad podemos asentar formas muy próximas de danzas que se nos presentan
desde Portugal hasta Guipúzcoa y Vizcaya?
Nos
referimos al orripeko (fandango) y al arin-arin, sobre los que no creemos se
puedan aportar datos de tipo histórico que nos puedan colocar en el camino de
una aproximación basada en la “moda”, y como tal, moda de un tiempo determinado,
o en un fenómeno que se inscriba en el difusionismo cultural.
Orripeko
La
romanización en el terreno lingüístico no es un factor de cambio cultural tan
rotundo que se pueda traspasar, lisa y llanamente, a todo el campo de la cultura.
Siempre quedan componentes de matiz arcaizante que, no necesariamente, tienen
que sufrir una mutación de la misma magnitud y profundidad. Y este es el caso
de la danza, y, más concretamente, del orripeko y arin-arin para el norte
peninsular. El tipo de organografía popular, cornamusa, alboka, pandero, txistu
y tamboril es muy posible que ya se encontraran afincados a la llegada de los
romanos y las danzas que comentamos encajan perfectamente con este tipo de
instrumentos.
Euskal Musika Tresnak
Danzas muy
evolucionadas en sus pasos y coreografías, así como en sus músicas, existen en
nuestra provincia de Guipúzcoa. Pero nadie que haya estudiado la danza en el
Renacimiento, ha tenido en cuenta la, más que probable, aportación de nuestra
cultura a la de la época citada.
Sospecho que
en nuestro País tenemos alguna de las llaves que posibilitan la comprensión de
algunos problemas que, ni Dolmestch, ni otros estudiosos, consiguieron
localizar. Un trabajo en este sentido es urgente y de gran importancia y, a no
dudarlo, podría, por extensión, establecer las correspondencias evolutivas que
se nos presentan entre algunas danzas de espadas propias de la provincia de
Guipúzcoa con otras de Vizcaya.
Como punto
final a esta ponencia, aduciremos que, para desgracia nuestra, no ha existido
en nuestro País una escuela de pensamiento que hubiera llevado a cabo
felizmente, los trabajos necesarios para su conservación y estudio. La danza ha
quedado desarbolada y a la deriva, y no solamente la danza. Una profunda
comprensión del papel de la cultura popular, y por supuesto de la danza, se
encuentra en unos párrafos de Frithjof Schuon que, al menos para nosotros, y en
la situación en que se encuentra nuestro País no tienen desperdicio:
“El genio
étnico puede subrayar con preferencia tal o cual aspecto -con pleno derecho y
con tanta más seguridad como que todo genio étnico procede del Cielo-pero, su
función no podría ser la de falsificar las intenciones primordiales; por el
contrario, la vacación del genio consiste en hacerlas tan transparentes como
sea posible para la mentalidad que representa. Por una parte, hay el simbolismo,
que es riguroso como las leyes de la naturaleza, y diverso como ellas, y, por
otra, el genio creador que en sí mismo es libre como el viento, pero que nada
es sin el lenguaje de la Verdad
y los símbolos providenciales, y que nunca es presuroso ni arbitrario.
“Un estilo expresa a la vez una espiritualidad
y un genio étnico, y éstos son dos factores que no se improvisan; una
colectividad puede pasar de un lenguaje formal a otro en la medida en que un
predominio étnico o una floración de la espiritualidad lo exija, pero en ningún
caso puede querer cambiar de estilo con el pretexto de expresar un “tiempo” y,
por tanto, la relatividad y, en consecuencia, lo que precisamente pone en tela
de juicio el valor de absoluto que es la razón suficiente de cualquier
tradición.”
Otra
importante reflexión, que revaloriza el papel de la danza campesina en la cultura
de las sociedades urbanas e industriales, fue formulada por Bertrand Russell en
su trabajo, “Elogio de la ociosidad”:
“Cuando
sugiero que las horas de trabajo deberían ser reducidas a cuatro, no intento
decir con ello que todo el tiempo sobrante habría de ser malgastado
necesariamente en puras frivolidades. Quiero decir que cuatro horas de trabajo
al día deberían dar derecho al hombre a los artículos de primera necesidad y a
las comodidades elementales en la vida, y que el resto de su tiempo debería poder
emplearlo como creyera conveniente. Es una parte esencial de cualquier sistema
social de tal especie que la educación se llevara más adelante de lo que
generalmente lo es al presente y se propusiera, en parte, despertar aficiones
que capacitaran al hombre para usar inteligentemente su ocio. No pienso
especialmente en la clase de cosas que pudieran considerarse “pedantes”. Las
danzas campesinas se han extinguido, excepto en remotas regiones rurales, pero
los impulsos determinantes de que fueran cultivadas deben de existir todavía en
la naturaleza humana”.
Los párrafos
de Schuon y Russell constituyen, a nuestro modesto entender, una buena terapia
para curarnos de aquellos impulsos que nos llevan a ignorar, cuando no a
rechazar, por vergonzosos complejos, aspectos irremplazables de la creatividad
humana, como son las danzas de la cultura tradicional campesina.
Comprender
el papel de la danza, dentro de los valores tradicionales de una comunidad, y
tratar de sostenerla como preciosa herencia, es un trabajo primordial de los
grupos y entidades que pretenden dedicarse al estudio del folklore. La
tradición, entendida en su exacto valor semántico, es un buen instrumento para
cohesionar la voluntad de ser de cualquier país.
JUAN A. URBELTZ
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