jueves, 20 de febrero de 2014

LA PRIMERA MODISTA TRADICIONAL


Maria Elena de Arizmendi
In memoriam

Dice su currículum:

María Elena de Arizmendi Amiel, nacida en San Sebastián el 1 de febrero de 1.916, de profesión escritora, especializada en etnografía, y, dentro de esta ciencia, en la investigación de la indumentaria –como valor antropológico y sociológico- y de la danza, en su vinculación con la arqueología, historia, arte, filosofía, religión y folklore de los pueblos.

 
Sencilla condensación para una vida dedicada a la superación.

Muchos han sido los reportajes, las entrevistas y los homenajes dedicados, nosotras, permítasenos, no queremos hablar de una prolífica escritora, de una concienzuda investigadora de la cultura vasca, de una bailarina autodidacta, de una magnifica conferenciante en los más selectos foros, de una embajadora cultural reconocida y premiada por numerosas sociedades científicas nacionales y extranjeras.

No queremos enumerar la cantidad de libros, colaboraciones periodísticas, publicaciones, conferencias, congresos ni las distinciones, reconocimientos y premios nacionales e internacionales que reconocen y avalan la labor tanto investigadora como divulgativa de Maria Elena de Arizmendi. 


Nosotras queremos con todo el respeto que merece, destacar su aspecto más humano y su condición de mujer; reconocer la personalidad luchadora de esta irunesa de adopción y defensora de los derechos de la mujer que ejerció el “feminismo” con su ejemplo y se gano el respeto y la consideración de los hombres de su época por su trabajo y propios méritos.

No podemos obviar que se trata de una mujer de principios del siglo pasado que a pesar de gozar de una situación económica y social que facilita un aprendizaje selecto y un acceso a los mejores centros de enseñanza, se halla sujeta por las estrictas normas sociales que relegan a la mujer a un plano secundario.

Su vinculación irunesa surge cuando su padre D. Javier de Arizmendi, abogado donostiarra, compra la Casa de Larreandi y, enamorado de Irún, de sus gentes y de su paisaje dedica todo su tiempo disponible a convertir ese pedazo de monte en un vergel privilegiado.

Por aquél entonces Mª Elena que estudia en el Colegio Jesús Maria de Azpeitia, comienza a destacar como estudiante asomando una fuerza de voluntad y una determinación férrea que se convertirían en características constantes a lo largo de su vida. Pero un triste suceso trunca su trayectoria académica, la muerte de su padre. Contaba Mª Elena quince años y en aquellos tiempos, con cuatro hermanos varones todos estudiando carrera, la repercusión es clara: tiene que dejar sus estudios para ayudar a su madre, quizás este hecho aumente su inquietud intelectual

La familia se instala definitivamente en Larreandi, eran tiempos en los que se cedían los terrenos para la trashumancia de los pastores del Gorbea que bajaban de Urbasa en el invierno, y en los que comienza a respirar los aires sanmarcialeros ( sus hermanos desfilaban en la Compañía del Real Unión)

“ Fue entonces cuando comencé de verdad a empaparme de Irún; cuando comencé a percibir, en profundidad, los matices de su personalidad......La fiesta de San Marcial ha sido siempre una soberbia sacudida de belleza. En aquél entonces un aspecto muy llamativo de los festejos, era escuchar el fragor del correcalles. A las doce el estampido del petardo, los sones de la Marcha de San Marcial y un fondo de griterío: clamor de riada juvenil plena de energía vital. Aquel correr y saltar, a ritmo de la música, cubría el itinerario en no más de un cuarto de hora. Luego se hacía el silencio. Quedaba, eso sí, flotando en el aire, un eco fantástico.”

                                                      
Dotada de una gran capacidad para los deportes a lo que se unía una flexibilidad corporal y un magnifico oído musical, comienza a desarrollar un especial interés por la danza fomentado por una memoria fotográfica que le lleva a repetir y asimilar los pasos de los espectáculos de ballet que presenciaba. Su interpretación en festivales benéficos, creando su propia coreografía, se hace cada vez más patente. Con diecinueve años, en septiembre del 35, baila el Bolero de Ravel en el Kursal y en el Arriaga, descalza y en trance, con un vestido diseñado por Balenciaga que todavía hoy podemos contemplar en su Museo:

“...salí a bailarlo, sin castañuelas y en trance. La ovación fue apoteósica. Un empresario de París vino al camerino, me lo ofreció todo y me dijo que en seis meses me hacía la reina del mundo. Pero yo no podía dejar a mi madre, aunque conservé su tarjeta hasta el día de mi boda.” 

                                                                      Bolero de Ravel.

No parece extraño que José María Iribarren Cavanilles, arquitecto municipal de Irún, se enamorara de ella la primera vez que la vio, su belleza, su cultura espontanea, su charla cordial, sencilla y divertida marcaron aquel su primer baile en el Casino.

Se casaron en 1939 en San Sebastián y vinieron a vivir a Larreandi. Tuvo dos hijos, y comenzó a interesarse por las danzas y el folklore vasco realizando una labor de investigación centrada en la historia de la evolución de nuestra sociedad a través de la Danza y su indumentaria.

“....poco a poco fui descubriendo la importancia enorme de las danzas vascas, porque su folklore ha sido el único que ha aportado pasos al mundo de la danza clásica”

Su marido, compañero, colaborador y confidente, la animaba y la igualaba en inquietud; eran tiempos en los que magnetófono en mano, cámara de fotos y tomavistas, recorrían todo el País Vasco recogiendo información. Entre su circulo de amistades destacaban músicos como Pablo Sorozabal, Tomás Garbizu, Nicanor Zabaleta, Aita Donosti, pintores como Ignacio Zuloaga o escritores como José María Gironella, José de Arteche, la poetisa Pilar de Cuadra o Koldo Mitxelena, pero sobretodo Julio Caro Baroja, etnólogo, que fué, además de amigo, su mentor en esas disciplinas, ya que de inmediato reconoció los méritos de su trabajo. Como anécdota destacaremos su amistad con Balenciaga, Mª Elena presenciaba los desfiles de la Casa Balenciaga en aquella época en un primer piso de la Avenida en San Sebastián, cuando volvía a casa y utilizando su memoria fotográfica, hacía los patrones y copiaba los modelos con tal exactitud que no tenían más remedio que comentarle “Señora, hay que ver que bien copia nuestros vestidos”

Pero nuevamente se truncan sus inquietudes, la enfermedad de su marido, hemorragia cerebral, siempre con cuidados, nos descubre a una mujer cuyas características principales pasan a ser el valor y la entereza. Nadie se entero, oculto el estado de su marido para evitar habladurías y centro su atención en absorber toda la información necesaria para encargarse personalmente de su recuperación.

Comienza a publicar sus primeros escritos – “San Marcial desde Larreandi,” “Sonreir y esperar,” “Preludio” (1.946)- en El Bidasoa y bajo un seudónimo que ni su propio marido conocía VIOLETA.

A pesar de los cuidados de Mº Elena que logran una recuperación total, su marido sufre una segunda hemorragia cerebral. Sus amigos la animan para que comparta sus conocimientos, sus investigaciones aprovechando su facilidad de palabra y oratoria, y así en 1.959 da su primera conferencia en el Ateneo de Madrid, de pie y de memoria. Paralelamente publica numerosos colaboraciones todas ellas relacionadas con la Danza: “Perfiles de danza”, “Desintegración de la danza”, “Danza en la prehistoria”, “Romerías y romeros”, “Danza, ballet y flamenco”, “La Katxarranka de Lekeitio”.........

El 29 de julio de 1964, muere D. José María Iribarren al sufrir su tercer derrame cerebral.

Su faceta luchadora, se impone, y comienza a recopilar todo el trabajo realizado por ambos, siente curiosidad y se adentra en los terrenos de la etnografía explorando concienzudamente toda vinculación posible de la danza e indumentaria con otras materias, con las costumbres y las tradiciones.

A partir de este momento se disparan sus apariciones, sus trabajos, sus conferencias:

”Una rehabilitación necesaria: la Sagar-dantza”, “Nuestro folklore en peligro”, “Corpus en Oñate”, “Irún y San Marcial”, “Mirando a Fuenterrabía”; “La Zarabanda”,”España Lipizza y la Danza ecuestre”” El Carnaval de Ituren”, “Espiritu de la Danza Vasca”.........

Dicen de ella:

.............“Es una feminista heterodoxa que reivindica la presencia de la mujer, no para convertir los Alardes en un carnaval, sino para encarnar sus propios bailes tal y como los transcribió Iztueta”

En este sentido, recupera la tradición de las Bateleras de Pasajes de San Juan. En sus investigaciones descubrió que durante el s.XIX en las barcas que cubrían el trayecto entre los dos Pasajes eran mujeres las que remaban y que estas tenían la costumbre de bailar con los remos durante los festejos, Mª Elena, creo el grupo femenino Izarti de baile, diseño los trajes de las bateleras y finalmente, convenció a D. Pablo Sorozabal para que compusiera el “zortziko de las bateleras”, zortziko que evidentemente dedicó a Mª Elena.

 Bateleras. Grabado de B. Hennebutte Feillet, hacia 1850.

Viaja por diferentes países siempre por motivos de trabajo, no de placer y obtiene el reconocimiento a su trabajo y numerosas distinciones tanto nacional como internacionalmente: 

 Miembro de Honor de la Hispanic Society of America de Nueva York, miembro de la Asociación Española de Etnografía y Folklore, International Folk Music Council, miembro de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, etc......

En 1.976, tras quince años de trabajo, culmina su trayectoria con la publicación de su libro “VASCOS Y TRAJES” – dos volúmenes, con numerosas ilustraciones de entre otros Gaspar Montes, con la colaboración de su hijo José Carlos y con un Prólogo de D. Julio Caro Baroja, amigo que la ayudo a mejorar el método de investigación, orientación y con el que compartió información reciproca- obra calificada en Oficio por la Real Academia de la Historia, como “ una autentica historia de los vascos a través del traje”. Tal vez porque las conoce mejor que nadie, le entristece la ignorancia con que se está degradando, en su fondo y en su forma, el legado y la tradición de las danzas vascas.

............” Nunca hubo un traje vasco oficial, pero todos tenían un buen gusto y una imaginación para vestirse que ahora se han perdido. Cuando hacen romerías vascas dan ganas de llorar, hasta las chicas dicen que se visten de vascas y van de xomorros.” 



Vascos Y Trajes (2 Vols. ). Maria Elena Arizmendi Amiel.

 Mª Elena de Arizmendi murió el diez de septiembre del 2.000 cuando estaba preparando su último trabajo, una importante investigación sobre la indumentaria del s. XVI partiendo de miniaturas inéditas.

Nos deja su legado, una obra copiosa, escrupulosamente documentada y de un alto valor histórico, pero sobretodo su imagen de mujer autodidacta, esposa, madre, su personalidad amable y cordial, su autodisciplina y una fuerza de voluntad y determinación férrea capaz de los mayores sacrificios para conseguir un objetivo elegido libremente.

.....”Comienzo a escribir centrando mi mente en Irún y la fiesta de San Marcial. No va a ser fácil reflejar con sosiego la avalancha de imágenes que me rodea. Lo quiero intentar, aunque esta proyección retrospectiva me conmueve mucho. Así que estoy escribiendo como entre bruma y con la garganta prieta. Pero confieso que, a la vez, me siento invadida de un sentimiento tan agradable y penetrante que quisiera que esta situación de “trance” espiritual, brotada al conjunto de la evocación, no se acabara nunca..........

Mª Elena de Arizmendi demostró interés por esta página, pero no llegamos a tiempo de tener el honor de hablar con ella, nunca nos lo perdonaremos, sirva este sencillo pero sincero homenaje a una mujer que ejerció el “feminismo”con su ejemplo y que reivindico y fomento la presencia de la mujer y sus bailes dentro del folklore vasco.

Mª Elena de Arizmendi, alma bidasotarra, irunesa para siempre en nuestro corazón. 




 
Fuente: http://www.iribarren.eu/Imagenes/Maria-Elena/alma_bidasotarra.htm



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