Nacido en
Bermeo (1924), la Guerra
Civil española empuja a su familia a un temprano exilio en
1936, residiendo en diversos lugares de Francia hasta 1941. El estallido de un nuevo conflicto, la II Guerra Mundial, le
deparará un segundo exilio que les conduce a Buenos Aires, Argentina (1942). Aprendiendo a bailar las danzas de Zuberoa durante el viaje en barco.
Sus
cualidades naturales en la técnica del dibujo le permitieron desarrollar una
formación autodidacta y el acceso a su primer trabajo; con apenas 20 años
obtuvo su primer empleo en ultramar como dibujante publicitario.
En 1952
hace un viaje personal a Europa y retoma el contacto con Jorge Oteiza. Animado
por este se presentará al concurso de los Murales de la Cripta de la nueva Basílica
de Arantzazu (Oñate), donde trabaja ya el propio Oteiza. Al ganar el concurso
se ponían a su disposición unos 650
m² de superficie total repartidos en 18 murales.
Este es uno
de los capítulos más agri-dulces de la vida del artista, ya que supuso un gran
espaldarazo profesional enfrentarse a este encargo pero cuyo capítulo final provocaría
un gran disgusto. Trabajó en ellos con entusiasmo durante más de dos años, pero
se cerró en falso al suprimir la orden franciscana, en una
sola noche, la mayor parte de su trabajo por considerar el resultado
inadecuado. En palabras de Edorta Kortadi se trataba de “Bocetos de carácter simbólico
expresionista siempre sobre una poética cubista heredada de los pintores vascos
de preguerra y de Picasso, [...] base de aquella pintura recia y construida que
él había proyectado para los muros”.
Como el "Monumento de Baroja", el dedicado a Iztueta es una ampliación de otra escultura anterior, "Icaro" (1947),
Su rabioso
expresionismo no fue entendido por los promotores eclesiásticos. Hubo que
esperar a 1984 para que, bajo el auspicio de la Diputación Foral,
se replanteas e el repertorio iconográfico y la ejecución de los murales que
hoy podemos
contemplar recientemente restaurados.
Pinturas en la cripta, de Néstor Basterretxea.
Quizá este
primer sin-sabor en el desarrollo de su
obra en España explique el que se convirtiera desde entonces en uno de los representantes
de la modernidad más rabiosa, actual y reivindicativa del panorama artístico
del Estado. Su espíritu inconformista e investigador, le lleva a participar en los grupos de vanguardia más importantes
del campo creativo y en las propuestas
artísticas de afán renovador. Será cofundador en el Equipo 57. Y precisamente
con Oteiza y Chillida, y otros como Mendiburu, Ruiz Balerdi, Amable Arias o
Sistiaga, integrará el Grupo GAUR.
De izquierda a derecha, los escultores vascos Ricardo Ugarte, Jorge Oteiza y Néstor Basterretxea, en Zarauz.
Según J.J.
Fernández Altuna aunque “a lo largo de todo su itinerario artístico siempre
hizo una audaz apuesta por el arte contemporáneo, este artista vizcaíno, al
igual que otros muchos de su generación —una vez más Jorge Oteiza y Eduardo
Chillida, entre otros— se esfuerza por combinar los lenguajes
artísticos innovadores con la personalidad y las peculiaridades propias de
Euskal Herria. Así, Néstor Basterretxea, junto con otros artistas vascos de su
época, intentó encontrar la denominada estética vasca tradicional, y no lo hizo
solamente participando en diferentes estudios arqueológicos y antropológicos,
sino también tratando de incorporar los frutos de esas investigaciones
en el arte contemporáneo”.
Chillida, Oteiza, Mendiburu, Iguiñez, Sistiaga y Basterretxea.
Esta
concepción artística comprometida y su fuerte implicación en la profundización en la cultura vasca, le llevan
a realizar escenografías ("Saski
Naski"), dirigir cortometrajes ("Pelotari" 1964 y "Alquézar,
retablo de Pasión " 1965), largometrajes ("Ama Lur" 1966) y
dedicar parte importante de su trabajo a
la escultura. Con esta actividad despega en 1959, con obras que parten del
relieve, figuras geométricas que pugnan por salir del plano, como es el caso de
la obra "Núcleo interior - exterior", de 1960. Entre 1963 y 1973 desarrolló
paralelamente su trabajo en el campo del diseño industrial, sobre todo en la
decoración de hoteles y diseño de muebles. También practicó la fotografía
experimental e hizo una exposición en Bilbao en fecha tan temprana como 1969
En los años
setenta la obra de Basterretxea ahonda en la expresión reivindicativa,
donde gana peso la manifestación de “lo vasco”, el euskera, la tradición...,
como reflejo de las inquietudes de la sociedad en la que vive. En 1973 presenta
en el Museo de Bellas Artes de Bilbao su "Serie Cosmogónica Vasca",
un conjunto de 19 piezas en madera que hacen un recorrido a través de la
mitología vasca, y en la que el artista, con "los recursos plásticos del
arte de vanguardia", intenta representar "dioses, genios, demonios,
fenómenos Cósmicos, ritos y objetos culturales ", que inspiran trabajos
como los de Jose Miguel de
Barandiaran. Recientemente, en 2008, el autor ha donado esta serie al Museo de Bellas Artes de Bilbao,
que la exhibió por primera vez.
En 1982, una escultura suya, que representaba un árbol de siete ramas, resultó ganadora en el concurso de ideas convocado por el Parlamento vasco para presidir el hemiciclo. En septiembre de 1987 realizó su primera exposición individual en Madrid, en el Museo Español de Arte Contemporáneo. La antología, que constaba de 140 piezas, entre esculturas, pinturas, dibujos y collages, recogía distintas épocas de su actividad
En
diciembre de 1988 se inauguró su obra Paloma por la Paz, instalada en el paseo de Zurriola de
Donostia-San Sebastián, cerca del estadio de Anoeta. Otra obra suya, Monumento
al pastor vasco, se encuentra desde 1989 en la localidad de Reno, en el estado norteamericano
de Atlanta.
Monumento al pastor vasco, en Reno.
Se encargó
de la decoración de la vela de 150 metros cuadrados
del velero "Gipuzkoa", que dio
la vuelta al mundo entre diciembre de 1990 y noviembre de 1992. En 1993 realizó
una escultura de hormigón de 60
metros para el muro de contención de la presa de Arriarán de Beasain, en Guipúzcoa. Ese año,
después de viajar a Yugoslavia, cedió
algunas de sus obras, realizadas a partir de fotografías de prensa, para
recaudar fondos para la infancia y los medios de comunicación de Bosnia -Herzegovina.
Otra escultura suya fue inaugurada en noviembre de 1997 en Buenos Aires por el lehendakari José Antonio Ardanza, como
contribución de los vascos de Argentina a la capital.
Algunas de
sus esculturas se entregan en premios, como en el caso del Apolo de
oro a la Lírica
(premio que se concede desde 1990 en Bilbao) o el Premio a la Promoción Turística
del Gobierno Vasco.
Además de
la escultura y la pintura, también ha realizado cine, al que ya nos
hemos referido y es también autor de varios documentales y de una
serie sobre las culturas prehispánicas.
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