domingo, 28 de abril de 2019

EUSKAL ECHEA-GERNIKA 2019-ACTO INSTITUCIONAL

GERNIKA-2019

Gernika es una localidad vasca donde confluyen historia, tradición, sucesos, sufrimientos, esperanza, arte y pueblo. Un milenio desde su fundación y casi siete siglos desde que fuera declarada villa medieval realzan su importancia dentro del Señorío de Bizkaia. La construcción de la Casa de Juntas, finalizada en 1833, es un hito que marca a la villa por siempre. En los aledaños de la Casa de Juntas se encuentra el Parque de los Pueblos de Europa y a sólo a unos metros, uno de los símbolos del pueblo vasco, el Zuhaitza o Árbol. El tejo, la encina, el haya y sobre todo el roble, hacen del árbol vasco un símbolo, que se remonta a tiempos pre-cristianos. Son lugares mágicos, donde lo religioso, lo ancestral y lo político han convivido durante más de 13 siglos. El espíritu del árbol sagrado persiste en el arte: poemas, novelas, coreografías, sinfonías y, sobre todo, la reconocida obra pictórica de Pablo Picasso. El arte es un faro, es luz para dar, en cada palabra, un grito de justicia; en cada danza, sueños de libertad; en cada pincelada, la mirada de un pueblo. La raíz del pueblo es fuerte. Y sobre ella se escribe, en renglones que la Historia intentó torcer, el destino del pueblo vasco.


Una de las representaciones más trascendentes del pueblo vasco es el pastoral, teatro popular que, bajo el binomio del bien y del mal, relata hechos de importancia para el pueblo. A continuación se desarrollará la historia de nuestros árboles sagrados, a través de Ekíaren Dantza.


EKIAREN DANTZA

27 localidades vascas fueron bombardeadas aquel 27 de abril. Entre ellas, Elgeta, la pequeña Gernika y Durango.

BAKEA EGIN-2019

Gracias al trabajo solidario de quienes construyeron aquellos refugios de grano y teja, el pueblo enfrentó los bombardeos y disminuyó la gran destrucción. Los alumnos representarán y musicalizarán esos hechos, acompañados por el profesor Alejandro González Zerbo.

José María Iparraguirre, autor del Gernika ko Arbola, residió en Buenos Aires entre los años 1860 y 1872. Su importante legado para nuestra comunidad data de su adolescencia, cuando, enrolado en el bando Carlista, sufrió los sinsabores de la contienda bélica.

En Durango presenció una de las primeras fiestas vascas de las que se tiene registro, donde podría haber visto la danza de espadas, posible fuente de inspiración de los versos de la canción vasca.

GERNIKAKO ARBOLA DANTZA
ARIN ARIN

Las mujeres de Gernika, las que quedaron solas, con sus hijos en brazos, las que eran pobres y supieron elevarse: emakumeak, un símbolo del dolor. La siguiente coreografía, musicalizada con el vals Lasa, representa a esas mujeres.


Dice Herman Hesse sobre los árboles que “En sus ramas más altas susurra el mundo y sus raíces descansan en lo infinito; pero no se abandonan ahí, luchan con toda su fuerza vital por una única cosa: cumplir con ellos mismos según sus propias leyes, desarrollando su propia forma, representándose a sí mismos. Nada es más sagrado, nada es más ejemplar que un árbol fuerte y hermoso (…) en sus anillos anuales y en sus cicatrices están descritos con exactitud toda lucha, todo sufrimiento, toda enfermedad, toda fortuna, toda recompensa. Años flacos y años abundantes, agresiones soportadas y tormentas sobrevividas. Y cualquier hijo de campesino sabe que la madera más dura y noble es la que tiene los anillos más estrechos, y que arriba en la montaña, en constante peligro, crecen las ramas más inquebrantables, las más fuertes y ejemplares.

Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos y sabe escucharlos, descubre la verdad. Ellos no predican doctrinas ni recetas. Predican, indiferentes al detalle, la originaria ley de la vida”.

Es tan improbable que este escritor alemán haya escrito este texto teniendo de referencia al Gernika como que los aquí presentes no lo hayamos imaginado al escucharlo. Pero de eso se trata pensar, de interpretar y crear relaciones que no existen. La primera pregunta que surge es por qué, qué hace que sea su figura la que nos aparece en nuestra cabeza. Y se espera que la respuesta sea más profunda que el mero hecho de venir a una institución de origen vasco que nos inculca su cultura. Si deconstruimos la pregunta observamos que en el fondo aparece el problema de la identidad; en este caso, la identidad colectiva. Es evidente que algo en común tiene que haber entre quienes estamos ligados a la cultura vasca. 

Lo interesante del concepto de identidad es que si bien remite al pasado y a las propias raíces de la comunidad, es dinámico. Sería desacertado creer que es algo unívoco, determinado a priori, ya que la misma se va construyendo a medida que se va narrando. Desde el presente se siguen escribiendo las páginas que tienen como fruto su actualidad. Con el fin de ilustrar esta idea y a propósito del contacto aún vigente, podemos mencionar a Guadalupe García, una ex alumna de nuestra institución que vive en Francia divulgando la danza y la cultura vasca. Es decir, una argentina que eligió identificarse con esta cultura, la cual no heredó, sino que se la apropió. Ahora bien, la historia a la que remiten y de la cual se nutren no es una recopilación de datos fríos. Está cargada de sentidos e intenciones. Un elemento común del colectivo vasco se encuentra en el cristal con el que decidimos ver la realidad. Elegimos pararnos del lado de la vida, afirmándola frente a los intentos de dominación y destrucción, recuperando aquellas voces que fueron silenciadas o las propias manos de quienes construyeron esos refugios tan ávidos de esperanza. Tal vez sea eso lo que nos encuentra entrelazados con el pueblo vasco: el contagio y la empatía con una comunidad que a través de su lucha nos sigue interpelando y convocando a hacer del mundo un lugar más justo. 

Dicho esto, uno podría encontrar en el texto que dio inicio a este discurso el significado del Gernika, símbolo que identifica a la comunidad vasca: un santuario cuya verdad se revela en esas ramas inquebrantables y nobles, fruto de tiempos luminosos y de cicatrices que marcaron su historia. Todo lo vivido y su presente vitalidad hacen de este viejo roble algo sagrado.        F.RATTI


Los árboles son buenos para pensar. El bosque en tierra vasca tiene un status cultural elevado. Como nuestro árbol, Zuhaitza, que vive por su fuerza y sobre todo porque la raíz de su pueblo es fuerte. Los alumnos encarnarán la vitalidad del árbol.
ZUHAITZA

A continuación, invitamos al escenario a la señora Irene Saénz, residente de nuestro hogar, para interpretar la canción vasca Gernika ko Arbola.


Felicitamos a los alumnos de 2do y 3er año de Euskal Kultura y música, a las alumnas de 6to año y al taller Euskal Dantza y a sus docentes, quienes participaron en la organización de este acto. Para ellos, un fuerte aplauso. ZORIONAK!

AITOR ALAVA
 28/4/19

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