La danza, como expresión genuina, expresa sentimientos, alegría, tristeza
porque no, amor, muerte y resurrección. En este punto es donde no todo conjunto
de personas que se juntan y bailan, están danzando, yaqué las vivencias
subjetivas que implica lo ritual no están en la acción en sí. La ritualidad,
por si sola no tiene espontaneidad hay toda una preparación detrás de ella. Por
ello esta danzas rituales son casi-únicas en los calendarios festivos, los
repertorios de “romería” son los que debieran llenar las plazas y sus bailes en
cualquier momento, porque hacer lo contrario, es inundar un lugar común en lo
diario con propuestas por lo general o circunscriptas a un solo día-calendario
o en su mayoría, montajes escénicos para escenario y convertidos en cotidianos.
Con esta confusión, el danzante nunca lo es y el bailarín toma roles para los
cuales la conciencia, la energía, el sentir, la comunidad, la fuerza grupal y
social, no son las adecuadas.
AITOR ALAVA
0 comentarios:
Publicar un comentario