Elizondo, una ciudad partida en dos por el río Baztán, es el centro del valle del mismo nombre, un paisaje verde de increíble belleza repleto de bosques de hayas, bosques y castaños. Es una ciudad de hidalgos desde que Carlos III El Noble reconoció en 1397 esta condición a los elizondarras. Al pasar a ser hombres libres, estos redujeron su dependencia del señor de Baztán.
Historia de Elizondo
La historia de Elizondo comienza en 1025 con la instauración del Señorío de Baztán en la persona de Semen i Ochoaniz. Elizondo significa ‘junto a la iglesia’ en vascuence, y el núcleo poblacional fue configurándose como capital del valle. Pronto se convirtió en una zona estratégica al conectar territorialmente la Navarra del sur con los dominios de ultrapuertos.
En 1512 el valle fue ocupado por las tropas del partido beamontés (navarros partidarios del rey de Castilla), castellanas y vascas que conquistaron la Navarra del sur, estableciéndose una guarnición en el castillo de Amaiur, situado en el próximo monte Gaztelua.
La hidalguía de la mayor parte de los habitantes de Elizondo facilitó que muchos ciudadanos hicieran carrera en el ejército y la burocracia de la Monarquía Hispánica. Destacó sobre todo Juan de Goyeneche, fundador del primer periódico de España, político y promotor del palacio y fábrica del madrileño Nuevo Baztán, un complejo agrícola-industrial donde trabajó sobre la idea de aplicar el Colbertismo a una empresa propia.
La Plaza de los Fueros es el punto elegido para recorrer su casco urbano, donde destacan la Casa Consistorial, barroca (año 1695), y el palacio de Arizcunenea, edificado por Miguel de Arizcun, marqués de Iturbieta (siglo XVIII) Precisamente, el Consistorio alberga un pendón que dicen que estuvo en la batalla de las Navas de Tolosa. Su barrio más típico es el de Beartzum.
En la calle Santiago, la principal arteria del pueblo, por la que pasa la carretera, están el palacete de Datue, las casas de Francesenea y Paularena (siglo XIX), o la parroquia de Santiago, construida en el siglo XX. Cuenta con atractivas imágenes policromadas en su fachada. Otros edificios nobles son Arozarena (siglo XVII), e Istekonea, llamada también Casa del Virrey. Fue de Pedro de Mendinueta y Múzquiz (1736-1825).
El paseo del viajero le conduce hasta la calle Jaime Urrutia. Por esta misma vía pasará bajo los arcos o ‘gorapeak’ que inmortalizó el pintor Javier de Ciga en su cuadro El mercado de Elizondo. En la calle Braulio Iriarte, antigua calle del Sol, está la casa Puriosenea (siglos XV-XVI) con elementos del gótico final. Es el edificio más antiguo de la localidad navarra. Este edificio alberga el Museo Etnográfico Jorge Oteiza, formado a partir de donaciones particulares desinteresadas de habitantes del valle.
Es un rito en Elizondo comprar chocolate y comer una buena cuajada y un guisado de tripas de cordero llamado txuri ta beltz. Si el viajero tiene la oportunidad, no tiene que dejar de asistir a un partido de pelota; en el Baztán se juega con el laxoa, un guante de acero; como en el trinquete Antxitonea, muy concurrido.
Las torres fortalezas son la edificación más frecuente en el valle del Baztán, que aúna bajo su término municipal a 15 localidades que se distribuyen por verdes colinas en pleno Pirineo Atlántico. En Irurita se pueden admirar muchas casas palaciegas torreadas y torres medievales como la de Dorrea o la de Jauregizuria. Es en Elbete donde se alzan los palacios barrocos (s. XVII) de Jarola y Azkoa, mientras que en Arizkun se levanta la torre de Ursua.
El recorrido por el Valle del Baztán puede continuar en Amaiur/Maya, una localidad de abundantes casas palaciegas como Arretxea (s. XVI) y Arriada (s. XVII). Otras dos torres medievales, Zubiria y Jauregizar, en la localidad de Arraiotz, completan la arquitectura defensiva de este valle pirenaico.
Para amantes del aire libre y el senderismo, una buena opción es acercarse hasta el Parque Natural del Señorío de Bertiz, a escasos kilómetros de Elizondo. Se trata de un espacio que perteneció al linaje homónimo hasta 1898, fecha en que fue adquirido y remodelado para su posterior cesión a la Comunidad Foral de Navarra. Aloja en su interior una interesante colección botánica de gran belleza y diversidad.
Con una ambientación parecida el viajero puede prolongar su excursión con una visita a Vera de Bidasoa, donde Pío Baroja tenía su refugio. Y si está entre sus intenciones rememorar el más famoso proceso inquisitorial contra la brujería de la historia de España, nada mejor que visitar las cuevas de Zugarramurdi.(FUENTE)
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