LA AUTORIDAD Y LA DANZA
EN LA PLAZA
El tema que voy a presentar en este Congreso Internacional
de Mitología, dada mi pertenencia a Euskal Dantzarien Biltzarra, se refiere a
la danza en el País Vasco. He elegido, para ello, analizar la relación
danza-autoridad que se manifiesta en una de ellas, mejor dicho en un tipo de
danza que durante los siglos pasados ha tenido una gran importancia en
nuestros pueblos.
Vamos a analizar un
ritual en el que la danza es su elemento importante. ¿Porqué un ritual,
cuando se trata de mitos y éstos se refieren a las descripciones orales,
historias que narran los origenes de ciertos comportamientos existentes y
toman las formas de cuentos, creencias, leyendas y narraciones fabulosas?.
Porque según los antropólogos actuales el mito, el ritual y la organización
social están inseparablemente ligados y sin grave perjuicio no se pueden
estudiar por separado. Vamos a analizar una danza, con un ritual, que por los
documentos existentes ha tenido gran raigambre en los últimos siglos.
La danza que voy a
presentar es aquella en que hombres y mujeres cogidos de las manos, o
pañuelos en épocas más recientes, realizan figuras en la plaza,
fundamentalmente circulares en sentido contrario a las agujas del reloj,
aunque en ciertos momentos se dan direcciones múltiples, y, en algunos casos,
finalizan recorriendo las distintas calles de la población al añadirse la
«karrika dantza» o «edate dantza». Las denominaremos de forma genérica como
«soka dantza», aunque dado el gran arraigo que este tipo de danzas ha tenido
en todo el País, se presentan gran variedad de denominaciones, así como de
músicas y coreografías.
Podemos decir que hay innumerables danzas y su
catalogación y posterior estudio de las formas coreográficas que las
constituyen podría llevarnos a definir distintos tipos de ellas. Por otro
lado, he de añadir, que todas tienen en común, la fila formada por hombres y
mujeres, alternándose, cogidos entre ellos bien por las manos o
intercalándose pañuelos.
Los datos que voy a
analizar se refieren, fundamentalmente a Vizcaya y Guipúzcoa. Estas
provincias, independientemente de una gran variedad de melodías y pasos
coreográficos, presentan una estructura de danza bastante común y con
características que la definen dentro de la tipología general. Por otro lado,
la información que actualmente encontramos es mucho más numerosa que en otras
zonas, sobre todo la referente a autoridad-danza.
Para conocer la danza
vamos a recurir a lo que nos dice el padre Manuel de Larramendi, a la Consulta y Dictámenes
impresos por la Noble
Villa de Balmaseda en la respuesta de los Misioneros de
Zarauz y a las descripciones que de las mismas hacen, tanto Guillermo de
Humboldt como Juan Ignacio de Iztueta. Todos estos datos, aunque algunos
fueron publicados durante el siglo XIX, vamos a considerarlos referentes al
siglo XVIII. A esto añadiremos los datos recogidos por mí en el Archivo del
Ayuntamiento de Markina-Xemein, así como otros del Archivo Histórico
Eclesiástico de Vizcaya, existente en Derio, y que pueden referirse a los
siglos XVI, XVII Y XVIII.
Durante estos siglos,
siendo el XVIII en el que más publicaciones existen, se da una gran polémica
sobre la moralidad de este tipo de danzas. Toda esta discusión nos lleva a
conocer los datos antiguos, al mismo tiempo que nos da una visión del entorno
en que se realizan.
Comenzamos por analizar
las posiciones de los distintos Visitadores del Obispado que llegaron a la Villa de Markina. Antes hemos
de indicar que ya en las ordenanzas parroquiales de 1545 se mandaba que no
fuesen los mozos y mozas ajuntarse en regocijos a la Iglesia y su cementerio,
así como que los grandes acontecimientos del siglo XVI se celebraban con
danzas «asy de honbres como mugeres e donzellas e moços» al sonido del
tamborin y de otras personas que cantaban. En 1550, en un Auto de Visita a
Santa María de Lekeitio, encontramos la prohibición en las misas nuevas de
«juegos feos ny torpes ny cantares ny balles ny sermones profanos», así como
que «ny clerigos no ballen en ello».
En 1615, en Markina, se manda que
«ningun clérigo Presbitero ni de horden sacro pueda hazer bayles publicos ni
fuera de ellos trabandose de las manos con las personas que a ellos asisten».
Podemos observar que la danza prohibida es la realizada «trabandose de las
manos», al igual que nuestra «soka dantza».
Del análisis de los
distintos Autos de Visita, referentes a los tres siglos mencionados, se puede
deducir que no fué tan rígida la postura de la Iglesia oficial frente a
nuestras danzas mixtas. La intransigencia más se centró en determinadas
órdenes religiosas y en algunos curas. Lo más destacado de los Autos es:
·
La participación de los clérigos en las mismas, puesto que en casi
todos ellos se repite la prohibición de la intervención en las mismas.
·
El que se bailase en Iglesias y cementerios muchas veces. No podemos
precisar si eran las «soka-dantza» u otro tipo de danzas que se realizaban en
procesiones. Las prohibiciones también pudieran referirse a unas u otras,
según los casos.
La participación de los
curas en las danzas la tenemos aún más recientemente. Julio de Urquijo nos
dice que hasta muy entrado el siglo XIX se realizaba en Santesteban
(Navarra).
Las discusiones de
moralidad en las danzas dieron origen a dar normas para poder sacar las
distintas «soka dantzas». Así encontramos las de la Villa de Valmaseda hacia
1790. De estas normas, así como de las condiciones que debieran reunir según
el padre Larramendi, hacia mediados del siglo XVIII, destacamos lo siguiente:
·
La introducción del uso del pañuelo entre hombres y mujeres.
·
El arrebato, con son y fugas precipitadas, carreras de locos, que se
realizaban en un momento de la danza, según se indica. Al final de ellas.
·
La asistencia y presidencia del señor Alcalde, u otra persona en su
nombre, a fin de controlar el orden y la moralidad en la plaza.
·
La prohibición de danzas que no fuesen en la plaza pública y con
presencia de la
Autoridad.
Pocos años más tarde
Guillermo de Humboldt, describe la danza en Durango (Vizcaya) en la que
resalta la presencia del Alguacil en la plaza, así como los encontrones entre
bailarines y bailarinas, a los que llama gráficamente «culadas», «un trozo
completamente peculiar de esta danza vasca». Este momento es el que la danza
toma carácter de caracol, culebra, laberinto, etc. en su discurrir por entre
la plaza. Estos términos son los que más se han empleado para definirlo. Hace
una descripción que se asemeja bastante a la que realiza Juan Ignacio de Iztueta,
en la que destacan el delantero y zaguero de la cuerda: el «Aurreskulari» y
«Atzeskulari».
El primero da nombre, hoy en día, a la danza en muchos
lugares.
Dada la brevedad de esta
comunicación, vamos a dejar de lado la descripción de Humboldt y vamos a
pasar a analizar lo que nos muestra uno de los principales autores clásicos
sobre el tema: Juan Ignacio de Iztueta. Hombre que participó en fiestas de
finales del siglo XVIII y que terminó escribiendo un libro sobre danzas de
Guipúzcoa en su madurez. Gracias a él podemos precisar más sobre este tipo de
danzas.
Nos presenta cinco
variantes de la «soka dantza»: GIZON DANTZA (Danza de hombres); GAZTE DANTZA
(Danza de jóvenes); ETXE ANDRE DANTZA (Danza de las señoras de casa); ESKU
DANTZA GALAIENA (Danza de la mano de los galanes) y ESKU DANTZA NESKATXENA
(Danza de la mano de las muchachas).
Al analizarlas vemos que
entre ellas, las tres primeras, en su coreografía, se pueden corresponder, de
alguna forma, con la descripción que hace Guillermo de Humboldt y que antes
hemos mencionado. De todas formas en Iztueta es más detallada y ceremoniosa.
Las danzas referentes a hombres y mujeres que indica son para momentos
solemnes y de más seriedad. La referente a los jóvenes se puede realizar en
cualquier momento pero manteniendo todo el ritual citado.
La cuarta y la quinta, la
de los galanes y las muchachas, presentan una primera parte que varía
claramente de los anteriores. Su coreografía, hasta que está completa la
hilera de chicos y chicas varía grandemente. La segunda parte también, en
alguna manera, pues presentan golpes y encontrones, que se deducen cuando el
autor critica y afea a los que hacen tales gestos. El grupo de chicas se
forma desde el principio en la plaza y posteriormente van los muchachos a
completar la fila junto a las chicas.
Llegados a este momento creemos de
interés indiar las dos partes diferenciadas de la «soka dantza» en la forma
de realizarla en Vizcaya y Guipúzcoa. Primera, la parte que comprende hasta
que se completa la hilera de hombres y mujeres y segunda, cuando ésta está ya
completa. Cada una de estas partes, por otro lado, presenta variedades. Hay
que añadir que en zonas de Navarra y en las provincias del Norte se ha
perdido o no ha existido esta primera parte. Lo cierto es que hoy en día se
inician con la cuerda ya completa. Estas diferencias coreográficas merecen
ser estudiadas, pues nos podrían llevar a danzas diferentes e incluso con
origenes diferentes.
Lo primero que tenemos que
destacar en lo que nos presenta Iztueta es la diferencia que nos marca en el
uso de este tipo de danzas. Destaca los momentos sociales en que cada una
debe realizarse. Con ello, sobre todo la «Gizon Dantza», adquiere otra
categoría, pasa a desempeñar un ritual distinto. Hasta ahora hemos hablado de
diversión, de jóvenes bailando, a los que hay que controlar y ordenar. Para
eso se dan las normas concejiles. Contra ellos van los sermones de nuestros
curas. Esta es la danza que vamos a analizar, pues es la que nos interesa por
tomar parte en ella las Autoridades locales.
Esta comienza en el mismo
Ayuntamiento, donde se ordena la cuerda inicial de hombres. En ella va
acompañando al delantero o «aurrendari» el Alcalde local y al zaguero o
«azkendari» algún personaje importante de la reunión.
Salen a la plaza al son
del «tambolín» y después de una primera vuelta sin bailar, realizará el
delantero su primera danza al pasar frente al balcón del Ayuntamiento y
seguir bailando en los cuatro costados de la plaza.
Seguidamente realizará su
puente el delantero y bajo él pasarán todos los componentes de la cuerda. El
zaguero sale al centro de la plaza y colocándose ante el delantero bailan
frente a frente ambos, antes de realizar el zaguero su puente.
Baila el delantero en
solitario, seguidamente, salen los servidores al centro y al son de la
llamada a las señoras van donde el delantero para que decida la señora a la
que va a ofrecer su danza. Este indica que saquen a la señora del Alcalde.
Los servidores acuden donde ésta se halla y finalmente la presentan al
«aurrendari» o delantero. Este después de danzar frente a ella de la mejor
manera que sepa y con los saludos de rigor la llevará a la cuerda,
colocándola a continuación de él y, sosteniendo un pañuelo entre ellos, al
igual que entre la señora y el siguiente «dantzari».
La señora indica a los
servidores a quien desea para compañera de danza y con el consentimiento del
zaguero, la presentan a éste de la misma forma que hicieron al presentar la
del delantero. Luego van completando de mujeres la cuerda, intercalándose
entre los hombres y finalmente entran ellos a formar parte de la misma. Una
vez completada la danza de mujeres se realizan de nuevo los puentes.
A continuación de los
puentes se bailan unos «zortzikos». En el transcurso de toda la danza hay
momentos en los que hay que estar con la cabeza descubierta y otros en que se
puede colocar las boinas.
Si los danzantes quieren
recorrer las calles, el tambolintero tocará el son especial para ello, y
bailando andarán por ellas para finalizar la danza en la plaza.
Posteriormente se sientan todos a tomar algún refrigerio acompañado con el
vino que ofrece el Ayuntamiento. Terminada la merienda, vuelven a dar una
vuelta a la plaza, bailando ahora el zaguero. Después de realizar éste su
danza se colocan en la forma inicial, volviendo el delantero a su sitio,
finalizando con ello la danza.
Acompañan el delantero y
el zaguero a las señoras que les han correspondido al lugar que éstas
ocupaban antes de iniciarse la danza y posteriormente finalizan volviendo los
señores desde la plaza al Ayuntamiento de donde han salido. Aquí se agradece
a los dantzaris su colaboración. Nosotros hemos de añadir que cuando el
Alcalde sabe danzar no tiene por qué llevar dantzari que le represente.
Seguidamente Iztueta nos
da las razones de los puentes: los primeros para saber y aprobar los hombres
que toman parte en la cuerda y los segundos para la revisión de las mujeres.
Así mismo da una relación de fiestas y Ayuntamientos guipuzcoanos que se
intercambian invitaciones entre los Alcaldes a fin de ser obsequiados con la
danza por el Alcalde del pueblo que está en fiestas.
Esto es cuando tomamos de
lo que describe sobre la «Gizon dantza», como se puede apreciar, la más
solemne de ellas. De las otras cuatro variantes, en dos se guarda esta misma
solemnidad, salvo que no se sale del Ayuntamiento ni el pueblo paga el vino
de la invitación y, en las otras dos, ni se guarda tanta solemnidad ni se
realizan puentes. De ellas podemos destacar la que ejecutan las señoras amas
de casa el último día de fiestas.
Del resumen que hemos
realizado de la descripción del autor, podemos destacar lo siguiente:
La forma de realizar la
danza que describe Iztueta se ajusta bastante a la actualmente existente en
pueblos de Vizcaya y Guipúzcoa, principalmente.
En breve repaso a datos
históricos recogidos en Markina-Xemein confirman varios puntos de los
subrayados en la descripción de Iztueta.
Respecto a invitar a los
Ayuntamientos vecinos y el gasto del refresco ofrecido aparece claramente en
las dos localidades. El Ayuntamiento de Xemein tenía por costumbre hacer
agasajo a la Anteiglesia
de Echevarria.
En cuentas de 1735 podemos leer: «por el pellejo de vino que
se les dio a los de Echebarria el día de San Miguel», figurando otros años
pagos «para combidar a la
Anteiglesia de Echebarria».
Más datos encontramos en
el Archivo de la Villa
de Markina, así en 1722, aparece lo que «gastaron en combidar a los de Jemein
y Echevarria por las fiestas de Nuestra Señora de Agosto». Siendo la nota más
significativa la del acta del 21 de Agosto de 1781 en la que se indica: «Lo
primero haviendose conferenciado sobre las danzas de obligación asi con las
republicas de Xemein y Echebarria como con las Cofradías de Barinaga e
Ylunzar contemplando que era mas conveniente el que no ayga semejantes danzas
de obligación en lo sucesivo, y que se de pendiente de esta resolución para
que queden enterados de ella a las otras Anteyglesias, sus fieles y lo mismo
a los fieles bolseros de dichas cofradias por el fiel bolsero sindico de esta
referida Villa».
Algunas veces estas invitaciones no eran en obsequio de ninguna localidad, como se desprende de un pago de 1759: «por un azumbre de vino blanco de orden de los Regidores de una danza de los particulares». A lo largo del año era bastante el vino obsequiado para las danzas en las distintas fiestas en que participaba el Ayuntamiento, sobre todo por carnestolendas.
Vamos a destacar un pago
que figura en las cuentas de 1764. Por año nuevo se realizaba el cambio de
Alcalde y para ello hay anualmente pagos de refresco dado en dicho momento.
Para nosotros adquiere gran valor el que figura el mencionado año, en que se
pagan «veinte maravedis en el refresco del dia de año nuebo quando hizieron la
danza los señorees Alcaldes pasado y nuebo». Es de suponer que este hecho de
danzar sería más corriente, aunque solamente lo hemos visto reflejado en el
pago correspondiente a dicho año.
A principios del actual
siglo, en Xemein, se realizaba la danza llamada «maigañeko» (sobre la mesa)
después de cenar en la sala del concejo y sobre la mesa en que se había
cenado. Previamente se levantaban de la mesa, una vez finalizada la cena, y
salían a la plaza en la que se halla la ermita de San Miguel de Arretxinaga y
enlazados de las manos, formando una fila, encabezada por el Alcalde que
portaba un tizón encendido, daban una vuelta a la ermita. También se bailaba
la «soka dantza» en la plaza, para volver a la mesa y bailar sobre ella,
presidida por el Alcalde, la danza del «maigañeko».
Para mejor entender esta
relación de danza y autoridad que se ha dado en nuestras plazas, finalmente,
vamos a presentar dos hechos que reflejan las actas existentes en los
Archivos de Markina-Xemein y que podemos destacar por su gran significado
ritual.
En primer lugar tomamos
las referentes al hecho de la cesión del campo junto a la Iglesia, para el día de
San Miguel del año de 1736, por parte del Ayuntamiento de Markina ante la
súplica de la
Anteiglesia de Xemein «en razón de la fiesta que pretenden
hazer en el Prado y campo de junto a la Yglesia Parroquial
de Xemein, cuia propiedad pertenece a esta Villa como también la Jurisdizion
privativa en lo cibil y Criminal a esta Villa y su Alcalde». Hay que indicar
que las dos comunidades tenían dicha Iglesia por parroquia y que de ella
tenía patronazgo la Villa
de Markina.
La súplica de la Anteiglesia se basa
en «que por razon de la obra nueba de la hermita de San Miguel de
Arrechinaga, y estar el bulto del Santo, por esta causa, en la Parroquia de esta
Anteglesia y no haver lugar para hazer la fiesta ordinaria del dia de San
Miguel», Los de Xemein investigaron si tenían alguna autoridad sobre el campo
y viendo que no les correspondía ningún derecho, realizaron la solicitud
definitiva la víspera de la fiesta.
El mismo día del Santo,
29 de septiembre, se reune el Ayuntamiento de la Villa a las nueve de la
mañana y después de ratificar su propiedad y jurisdicción sobre el referido
campo, y alegando hermandad con la Anteiglesia y devoción al Santo, «mientras dura
la obra de su hermita por ahora y sin perjuicio alguno de los derechos de la Villa y su jurisdicción
privativa se permita que la dicha fiesta se haga el dia de oy en el referido
prado y campo de Xemein asistiendo a ella el Sr. Alcalde personalmente y con
vara alta de Justicia, haziendo actos de Jurisdizion con asistencia de el
presente escrivano».
A continuación del acta
anterior tenemos el testimonio que levanta el escribano sobre el cumplimiento
del decreto. Después de indicarnos como el Alcalde de la Villa informa al fiel de la Anteiglesia del
acuerdo adoptado y haber asistido con sus Regidores y Síndico y muchos
vecinos a la misa, nos dice que «en todo el referido dia hasta la nochezer
asistio el dicho Señor Alcalde en compañia de mi el escribano y otros muchos
vezinos asi de la Villa
como de la Anteyglesia
en la fiesta que se zelebro en el Campo y Prado de junto a la dicha Yglesia
de Xemein estando siempre el dicho Alcalde con su bara real en sus manos
haziendo diferentes actos de juridiccion en todo el dicho prado y campo
bisito la taberna que estaba en el y dio sus ordenes combenientes a Miguela
de Yrusta tabernera y guiaron la primera danza Miguel de Loviano y Joseph de
Telleria rexidores de la dicha Villa de todo lo qual mando su merced se ponga
testimonio en este libro».
Como podemos observar era
grande la importancia que se le daba a la plaza y a la fiesta, en la cual
tenían papel preponderante las danzas, así como, también es de destacar, la
realización de la primera de ellas, la cual se adjudicó la Villa, subrayando con ello
su jurisdicción en el campo y prado, siendo, por otro lado, guiada dicha
danza por dos miembros destacados de la Justicia y Regimiento de la Villa.
El segundo hecho que
resaltamos es el que nos muestra el acta de la Anteiglesia de
Xemein en que se hallan los acuerdos del concejo del 18 de julio de 1751.
Después de mencionar otros dos acuerdos anteriores, nos dice, en cuanto «lo
tercero el fiel y vezinos de la
Cofradía de Ylunzar representaron en este congreso, que
ellos en su cofradía no tenian hermita y santuario alguno donde celebrar
funcion para mandar con las danzas, y acer agasajo y favor a sus amigos, y
por lo mismo en la
Anteyglesia de Zenarruza y su Puebla de Bolibar no los
estimaban en las funciones que tenian en ella, ni les daban danza, por lo
qual suplicaban al fiel y vezinos de esta Anteyglesia se dignasen en
concederseles el que dispongan con las espresadas danzas, en la Ermita de Nuestra Señora
de Iruzubieta el dia cinco de Agosto de este presente año, demas sucesibos,
asistiendo a dicha funcion el fiel de esta Anteyglesia como jurisdiccion
Pribativa suia, y que gastarian bino clarete, pan, y demas alimentos de la
taberna que esta Anteyglesia pusiera para dicha funcion».
En el mismo acta se
autoriza al fiel y otros vecinos para que redacten la escritura de contrato
entre la Cofradía
y la Anteiglesia,
la cual fué redactada y aprobada en nuevo concejo, mandando que se archivara
su traslado en el archivo de la Anteiglesia.
Los dos actos nos
muestran el valor que se le daba al uso de la plaza con sus danzas. Ello
hace, que en uno se levante acta de escribano y en el otro se formalicen
escrituras de contrato.
Otros dos ejemplos que
nos muestran la importancia que se daba a las danzas en la plaza y la Autoridad en las
mismas, los tenemos en los siguientes casos:
El primero en el pleito,
dado a principios del siglo XVIII, que sobre la ermita de Nuestra Señora de
las Nieves, en terrenos de la
Anteiglesia de Gorocica, mantuvieron la autoridad local y
el patrono de la misma. La
Anteiglesia, por medio de su fiel, sostenía haber
intervenido en todas las funciones de la ermita, como correpondía a sus
empleos, y gozado de todas las prerrogativas inherentes y por ello habían
repartido en sus fiestas las danzas a estilo del país y en los casos de
alboroto y pendencias habían intervenido en ellas en la forma regular y
ordinaria como tales fieles. En 1711 se declara finalmente patrón privativo
al que detentaba el patronazgo frente a la Anteiglesia y como
tal, tocarle y pertenecerle el derecho de preferencia en el asiento y ofrenda
de la ermita y el gobierno de las danzas en el día de su festividad.
El segundo, en el acuerdo
que definitivamente toma la anteiglesia de Xemein en 24 de agosto de 1732 en
el que se «encarga al Fiel que es y fuere de esta Anteyglesia que conforme a
las demas Hermitas cuide en la de San Jacinto de Ybarburu el dia de la
vocacion del Santo, disponiendo de las danzas y tamboril sin que se entrometa
el Patron, sino dentro de la
Hermita».
Estos datos recogidos en
Vizcaya confirman plenamente que no solamente la coreografía general, sino
también el ritual y simbología que la danza ha supuesto en Guipuzcoa se
encuentra también en Vizcaya.
En estos hechos,
independientemente que se repiten muchos elementos que se dan en Iztueta,
queremos destacar:
- La importancia del
lugar donde se han de realizar las danzas solemnes, la plaza pública. Este
lugar, generalmente, está junto a una ermita o Iglesia, en la que previamente
se han realizado las funciones religiosas.
En esta comunicación,
como primer objetivo, hemos resaltado la importancia que el vasco ha dado a
la danza, sobre todo la mixta entre hombres y mujeres.
Importancia que ha
trascendido nuestras fronteras. Pero este espíritu de danza que se nos
aplica, en mi opinión, no solamente se da por el placer que se haya sentido
en la acción de bailar, sino a esto hay que añadir la manifestación de
convivencia, el deseo de agradar y obsequiar a los amigos, tan arraigado
entre los vascos, añadiendo, como hemos podido comprobar, la definición y
ejercicio de la Autoridad
que con las danzas se ha realizado. la «soka dantza» pasa con ello a tomar
una simbología distinta. Su ritual nos lleva a una situación nueva. No se
baila solamente por placer y diversión, se baila porque con ello se ejerce la Autoridad.
Manifestándose tanto ante los vecinos como ante los
invitados de otras comunidades. Hasta su ritual se modifica con respecto a
las demás variantes de nuestra «soka dantza», como nos lo indica Iztueta. Es
en Vizcaya y Guipúzcoa y zonas de Navarra, donde se ha conservado esta
primera parte de la danza. En algún momento se le ha llamado «danza real», ai
igual que a la «bara real» del Alcalde de Markina con la que hizo actos de
jurisdicción. Las dos, la vara y la danza, sirven para ello. Este es el hecho
histórico de nuestras danzas que he querido subrayar. Un ritual que durante
los tres últimos siglos, al menos, se ha realizado y aún se conserva, aunque
con un sentido costumbrista, el «aurresku» que se baila en San Sebastián por
las Autoridades locales, o han bailado hasta muy recientemente los miembros
de la Diputación
guipuzcoana.
Algunas interpretaciones
sobre el significado de estas danzas, dadas por escritores que han tratado
sobre el tema, son las siguientes:
Para Juan Ignacio de
Iztueta, sus distintas partes descubren cinco acciones marciales o guerreras:
La primera, la asamblea de las gentes para la guerra, a ésta le siguen la
marcha viva y arrojada, la aproximación al enemigo, el acometer al adversario
y la victoria final. Se refiere a las partes de la «Gizon dantza». Aunque
Iztueta ve claramente este sentido, por la forma y elementos que constituyen
la danza no parece ser este su significado más primitivo. Aunque es probable
que hubiera visto realizar la danza a la gente armada de la localidad en días
de Alarde de Armas. En estos alardes seguían mandando las autoridades civiles
transformadas en autoridades militares. Esta visión pudo llevar a Iztueta a
una interpretación de este género. Actualmente se mantienen costumbres sobre
este hecho: los «Errebonbillak» de Elorrio. Después de realizar el Alarde de
Armas en obsequio de la
Virgen del Rosario, finalizan la fiesta los escopeteros
sacando una «soka dantza» e invitando a las señoras principales de la Villa.
Otra interpretación, ésta
más de clase culta, entiende que su origen está en Grecia y en un mito
griego. En éste se narra la danza que Teseo, Ariadne y los jóvenes atenienses
realizaron después de ser rescatados del Minotauro. En ella imitaron el
laberinto que tuvieron que superar para librarse de él. Esta danza
laberíntica, enlazados los jóvenes haciendo figuras con la cuerda que reviven
las vueltas y revueltas necesarias para recorrer dicho espacio, se realizaba
en Grecia y su origen se fijaba en dicho mito. El primero en encontrar esta
semejanza con la «danza griega de Ariadne» es Jean Francois Payron en 1778.
Posteriormente lo han mencionado algunos otros autores, aunque no es una
interpretación popular. Si seguimos a Curt Sachs veremos que esta forma es
una de las más primitivas y bastante extendida por todo el mundo, la realizan
culturas muy diversas, por lo que, hacerlo descender directamente de la forma
griega y el mito que la justifica, no parece correcto. Si el empleo de la
danza enlazada, haciendo círculos o laberintos, es una danza primitiva, su
origen o uso se puede colocar, para la época que es mencionada en Grecia, en
otras zonas y culturas y es probable que también en la nuestra. Todo ello son
suposiciones con más o menos fundamentos.
Durante la Edad Media, época más
cercana, está muy documentado el uso de danzas de este tipo en muchas zonas
europeas. Se puede afirmar que también se darían en el País Vasco, máxime, si
comprobamos la fuerza y arraigo que han tenido en las épocas posteriores.
Datos anteriores no se poseen.
En mi opinión es fácil
que en el País Vasco haya sido usada, la estructura de esta danza primaria,
en diferentes rituales y según momentos sociales. Danzas en que se da el
orden y la jerarquía existen en nuestro País, y de estructura parecida a
nuestra «soka dantza». Así las vió Etienne Jouy a principios del siglo XIX.
Este concepto de jerarquía se mantiene en nuestra «soka dantza» al ser danza
dirigida por las Autoridades en determinados momentos. Por otro lado, también
cumple funciones de diversión y fiesta. Hemos de indicar que en la actualidad
no hemos encontrado origenes ni interpretaciones populares a este tipo de
danzas.
Finalmente podemos añadir que para los detractores de
nuestras danzas, por la inmoralidad que representaban, éstas son producto de
Satanás. Para fray Bartolomé de Santa Teresa, fraile de la zona de Markina de
principios del siglo XIX, éstas proceden de la gentilidad y aunque en
principio fueron suprimidas por la cristianización, posteriormente acabaron
introduciéndose de nuevo. Nos dirá que Satanás ciega a la gente del País
Vasco con dichas malditas danzas. Para dicho fraile, defensor de una
corriente puritana a ultranza en las relaciones de ambos sexos, el andar del
dantzari es como el de la culebra, animal maldito, con sus vueltas y
revueltas, con su despreciable cabeza (la del aurresku) metiéndose allá,
saliendo de acá, unas veces escondiéndose, otras apareciendo, tan pronto
cerca, como teniéndola en el mismo centro. Añadirá que las vueltas de los
dantzaris son para la izquierda, que es el lado maldito para andar y dar
pasos según las Sagradas Escrituras. Esto es lo que opinaba fray Bartolomé
sobre nuestra «soka dantza», dándole un origen diabólico y pagano. En la
misma época en que así opinaba dicho fraile, nuestras Autoridades civiles
dirigían y mandaban con las danzas en las diversas plazas del País, haciendo
actos de jurisdicción con ellas.
iÑAKI IRIGOIEN
1991
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