KALDEREROAK
La Comparsa de Caldereros de la Hungría hay que enmarcarla dentro del período del carnaval donostiarra; Su letra así lo indica: Caldereros somos de la Hungría- que venimos a San Sebastián; aquí Momo solo nos envía, a decirles que pronto vendrá.. Abundantes datos nos señalan que el carnaval donostiarra comenzaba el día del patrón de la ciudad, San Sebastián mártir, el 20 de enero, y terminaba con el Entierro de la Sardina, el martes de carnaval. Por ello, los donostiarras tradicionalmente disfrutamos de la tamborrada el día 20 de enero, los Caldereros de la Hungría el primer sábado de febrero y la comparsa de Iñudes y Artzaias el primer domingo de febrero.
Esta Comparsa, cuyo compositor fue Raimundo Sarriegui y autores de las letras Victoriano Iraola la canción en euskara y Adolfo Comba la de castellano, está inspirada en aspectos de la vida donostiarra del siglo XIX.
El año 546 la Iglesia católica estableció la festividad de la Candelaria y en los templos se procedía a la bendición del romero y de las candelas. Era una festividad con mucho arraigo en la Ciudad hasta que el Papa Pío X declaró hábil la jornada. Ya el año 1817, recién destruida la ciudad, los donostiarras organizan la primera Comparsa de Jardineros, a la que sigue la de Caldereros y más tarde la de lñudes y Artzaiak. Los historiadores mantienen que en 1828 salio a la calle una comparsa de caldereros turcos, precursora de las que posteriormente han arraigado con fuerza en nuestra Ciudad.
La Comparsa de Caldereros constituye el anuncio y el preludio del Carnaval y salió oficialmente por primera vez a la calle, el día 2 de febrero de 1884. Su vestimenta está compuesta de chaqueta y pantalón oscuro, botas altas de cuero y cintas de colores. Barbas y melenas descuidadas y revueltas les dan el tono y el aire de viejos trashumantes, viajeros de todos los caminos. Los caldereros donostiarras de hace 83 años eran, muchos de ellos, auténticos caldereros especializados en la reparación de pucheros, sartenes y perolas.
La caravana, se agrupaba en la Plaza Lasala y recorría en pintoresca formación las calles donostiarras. Encabezaban la comparsa los carros típicos, adornados a la usanza de los utilizados por los vagabundos húngaros, y un portaestandarte montado a caballo. Tras el jefe de la tribu, los caldereros, hombres, mujeres y niños, acompañados de la caravana de carros y caballerías, constituyen un coro que entona al unísono las viejas marchas compuestas por Sarriegui en 1884. Cerrando marcha, hacía sonar sus instrumentos una banda de música vestida con trajes genízaros, que acompasaba el golpear de las sartenes de los miembros de la tribu.
Tras diversas fases y épocas, el impulso de diferentes sociedades, personas y organismos públicos, los Caldereros han ido adaptándose a las modas y a los tiempos.
La figura del Oso y el Domador, que fue incorporada el año 1925, tiene una referencia anterior en el día 20 de enero de 1885, cuando un grupo de bohemios con cuatro osos, a los que hacen bailar, atraviesan la población y producen la admiración del vecindario.
La primera referencia que se tiene de la figura de la Reina de los Caldereros es en la década 1930-1940. Al asumir el año 1942 la Sociedad Gaztelubide la organización de la Comparsa este nuevo personaje se consolida. Curiosamente, la representación de la Reina de los Caldereros, ha sido cubierta por mujer u hombre indistintamente.
La presencia de los niños es elemental en esta Comparsa; La escenificación de la tribu lo exige, pero hasta el año 1900 no toman los niños un papel protagonista con un baile y una canción, que el año 1986 la Comparsa de Caldereros de la Hungría-Gros recupera e incorpora a su repertorio.
En la actualidad esta celebración centenaria cuenta con más de una docena de comparsas compuestas por decenas de tribus, en diferentes barrios y pueblos de donostialdea, en las que participan miles de hombres, mujeres y niños que salen a la calle el primer sábado de febrero anunciando como en 1884 la llegada del Carnaval.
IRUDIAK: SONIA URREIZTI GURPEGUI
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