MITOS VASCOS
PARA PENSAR
MARI, MAIRI Y OTROS
Barandiaran ha sido sin duda el investigador más importante de la mitología vasca, pero eso no es motivo para decretar que fuera infalible, y el respeto que inspira no debería de ser obstáculo para que sean revisadas algunas de las interpretaciones que propuso. Al contrario, creo que es conveniente hacerlo y aclarar nociones que son fundamentales, sobre todo porque suelen ser manejadas continuamente en las publicaciones sobre mitología vasca. Hay denominaciones que Barandiaran emplea para nombrar a ciertos seres míticos (como «mairi», «maindi»...) que, en mi opinión convendría evitar, ya que han conducido a asimilaciones erróneas, entre otras razones a causa de su homofonía con «Mari». Aunque tal vez sea ya un poco tarde, porque en muchos trabajos esas asimilaciones se dan por correctas, ha aquí algunas reflexiones sobre la cuestión.
I. MARI
La misma denominación de “Mari», con la que Barandiaran designa sistemáticamente a la Dama de Anboto, me parece que no es la más adecuada, ya que es la base sobre la que se asientan varias de las identificaciones desacertadas que veremos enseguida. El nombre más frecuente que se ha dado a esta divinidad femenina en la tradición de Gipuzkoa y Bizkaia es el de Dama o Señora de Anboto. Sobrepuesto a él, en la zona de Durango se le da a veces como nombre de pila, Mari, Mariurrika o Mari Urraka (Azkue 1959: 368). En Gipuzkoa encontramos también el nombre de Marimunduko junto al de Dama de Murumendi (Barandiaran 1984: 127). En general, ese nombre de «Mari» se añade al de «Dama» o «Señora», sin anularlos en absoluto. Es la conclusión a la que he llegado después de haber preguntado a bastantes guipuzcoanos sobre lo que ellos habían oído en casa: los de Oñati y de Elgoibar habían oído siempre « Anbotoko Señorea» (Señora de Anboto); los de Eibar y Zerain «Anbotoko Dama» (Dama de Anboto); los de Aretxabaleta «Anbotoko Señora» o «Anbotoko sorgina» (Señora de Anboto o Bruja de Anboto); los de Itziar «Anbotoko sorgina»; en Mandubia, encima de Ordizia, decían «Murumendiko Dama» (Dama de Murumendi), pero a la cueva, además de «Damazulo» (agujero de la Dama) le dicen también «Marizulo» (Agujero de Mari).
Por otra parte, el nombre de Mari puede tener en euskara sentido peyorativo, como en los casos de «Mari-zikin» (Mari-sucia) o «Mari-mutil» (Mari-muchacho) (Peillen 1991). Razón de más para que, en el caso de una divinidad que influye en el buen o el mal tiempo, se siga llamándole Dama o Señora, siguiendo la tradición mayoritaria. Nos ahorraríamos de paso más de un malentendido
II. MAINDI, MAIDE, MAIRI ¿SON NOMBRES REALES?
Y es que, a causa del nombre de «Mari» se han generado bastantes equívocos. Fue el mismo Barandiaran quien dio pie a ello cuando supuso que «Mari» podría tener relación con los nombres de otros seres míticos, según reflejan los dos textos siguientes:
MAIDE es también un genio nocturno que baja por la chimenea de la cocina para recibir las ofrendas que al retirarse a dormir hayan dejado los moradores de ella. En Mendibe le llaman SAINDI-MAINDI «Santo Maide».
A este genio (Lamin) se la atribuyen en Soule (Zuberoa) la construcción de los cromlechs; en Mendive, la de los dólmenes de la región. MAIRI-ETXE llaman al dolmen en la región de San Juan de Pie de Puerto, es decir, casa de MAIRI, que debe de ser una de las formas del nombre MAIDE, si no lo es de MARI, nombre de otro genio del que hablaremos más adelante.
INTXISU es el genio a quien se atribuye en Oyarzun la construcción de los cromlechs. Es por tanto el mismo MAIDE con otro nombre. La misma función ha sido asociada también a otros seres míticos, como SORGIN, JENTIL y MAIRU. MAIDE es de sexo masculino, su correspondiente femenino es LAMIÑ (Barandiaran, 1972: 419).
El nombre de MARI puede igualmente tener relación con los nombres de MAIRI, MAIDE y MAINDI con que son designados otros personajes míticos, si bien los temas vinculados a estos son diferentes (Barandiaran, 1972: 424).
Es decir, Barandiaran sugiere que Maindi, Mairi y Maide y Mari están relacionados entre sí. Ya sabemos quién es Mari, veamos quienes son los otros tres.
Nos fijaremos primero en «Maindi». Según el texto de Barandiaran arriba citado, este nombre viene de «Saindi-Maindi»; pero en otro proveniente de Mendibe vemos que se trata de «Saindu-Maindiak»:
Los ancianos de antaño decían que los SAINDU MAINDIAK entraban bajando por la chimenea (Barandiaran 1973: 423).
Según creencias de Mendive, los genios que de noche entran en el hogar, después que los habitantes se retiran a dormir, se llaman Saindi-Maindi (Barandiaran 1984: 161).
Los «Saindi-Maindi» en cuestión son pues «Saindu-Maindiak», que en grafía unificada se escribiría «Saindu-Mainduak». La explicación es que, en los dialectos orientales, la /u/ final de la raíz se realiza /i/ ante la vocal del sufijo de declinación; es decir que /maindua/ se pronuncia /maindia/. Pongamos otro ejemplo: ‘mano’, en euskara, es ‘esku’, y ‘la mano’, con artículo, /eskua/. En los dialectos orientales la pronunciación es /esku/ y /eskia/, pero en todas partes se dice /esku bat/ (una mano) y nadie diría */eski bat/. Por otra parte el grupo de «saindu-maindu» no es otra cosa que el redoblamiento de «saindu» (santo), procedimiento corriente en euskara, que ha dado términos tan conocidos como «ziri-miri» (llovizna) y otros muchos tales que «handi-mandi» (mandón, cacique). «Saindu-mainduak», pronunciado /saindi-maindiak/ serian algo así como «los santitos». Pero «Maindi», por sí sólo, no parece tener más existencia que «miri», o «mandi».
El caso de «Maide» es menos evidente y, aunque puede dudarse de su existencia, es difícil demostrarlo. «Maide», con el sufijo del artículo determinativo, tiene que pronunciase /maidia/; y siendo corriente la alternancia en euskara de /d/ y de /r/ (cfr. /gaztedi/ y /gazteri/), podría no ser sino una variante de «mairia», cosa que el mismo Barandiaran insinúa.
¿Y quién es «Mairi»? Es otra palabra que tampoco existe tal cual, porque es la forma de pronunciar ’Mairu’ cuando va seguido de su artículo determinativo (/Mairia/), que en grafía unificada escribiríamos ’Mairua’ – más frecuentemente ‘Mairuak’, ya que suelen aparecer en grupo y en plural.
III. QUIENES SON LOS MAIRUS
Cerquand nos los presenta así:
En aquel tiempo había en la zona (de Altzürükü en Zuberoa) unos hombres salvajes guapos, grandes, fuertes y ricos, que se llamaban Mairus (Moros), y que fueron expulsados por Roldán. Todas las semanas los Mairus se reunían con la laminas en Mendikolanda (Landa de Mendi), para divertirse (Cerquand 1986: 19).
Los mairus de Zuberoa se parecen mucho a los jentiles de Orozko: son como ellos personajes masculinos, compañeros de las laminas femeninas. Y los «Maides» de Liginaga (también en Zuberoa), citados por Barandiaran, son la pareja masculina de las laminas:
En Laguingue (Liginaga) me decían que los nombres de Maide y de Lamina designan al varón y a la hembra respectivamente de una misma especie de genio mitológico (Barandiaran, 1962: 9â11).
Es decir que las parejas mairu-lamina y maide-lamina son equivalentes, lo que refuerza la hipótesis de que «maides» y «mairus» son los mismos personajes, como ya había hecho notar Barandiaran:
Los Mairi figuran también en algunos relatos suletinos recogidos por Cerquand. Así, dicen que los Mairi se reunían con las lamina o lamias para divertirse con éstas un día cada semana en el campo de Mendy, lo que parece revelar que en la casta de las lamias los Mairi eran de sexo masculino como los Maide (Barandiaran 1984: 124).
¿Cuáles son las características de los mairus, además de ser los paredros de las laminas? En palabras de Barandiaran:
«Mairu»: tipos de hombre de otro tiempo, no bautizados. (...) A los Mairu se atribuye la construcción de ciertos dólmenes y cromlechs (...) Mairuetxe «casa de Mairu», dolmen de Mendibe (Buluntsa). Personajes de este nombre figuran en varias leyendas de Baxenabarre, de Lapurdi y del extremo oriental de Guipuzkoa con tales funciones. En otras zonas del país estas labores van asociadas a otros nombres: mairi, maru, moru, jentil, maide, lamina, sorgin (Barandiaran, 1984: 124).
En Navarra se llamaba 'moro' (mairu) a quien no estaba bautizado; «jentil» por su parte quiere decir «no cristiano»; así que estos dos términos tienen significación equivalente. En otro relato recogido por Cerquand (1986: 35), se traduce la denominación en euskara de «Mairien jauregia» por «El castillo de los Moros y de las Laminas». Se trata del dolmen de Gasteinea de Mendibe al que también llaman «Mairuetxe» (Casa de Moros). Barandiaran emplea unas veces la grafía «Mairuetxe» y otras «Mairietxe», como en el texto visto más arriba, y es consciente de que Mairu y Mairi son la misma cosa, ya que relaciona los dos términos en su Diccionario de Mitología Vasca (1984), aunque da a cada uno entrada diferente:
Podríamos pensar que Maide, Maindi, Mairi eta Mairu tienen quizá un origen común (Barandiaran, 1984: 123).
Ahora bien, si efectivamente se dio cuenta de que «Mairuak» y «Mairiak» son lo mismo, ¿por qué relaciona a estos últimos con Mari, como lo hace en el texto de 1972, sabiendo que los mairus y Mari no se parecen en nada?
Una explicación sería que Barandiaran no se dio cuenta de las palabras determinadas en /ua/ se pronuncian /ia/ en los dialectos orientales. Parce difícil de creer, y sin embargo no podemos excluirlo, puesto que cuando relata que en el dolmen de «Mairuetxe» había enterrado un «pellejo de ternera» lleno de oro, escribe «ahatxe-larri bat»; versión imposible, ya que si bien se pronuncia /ahatxe-larria/ (con articulo determinativo), ante consonante se mantiene la /u/ y se pronuncia forzosamente /ahatxe larru bat/. Y no es la única vez. En otra ocasión, refiriéndose a las sepulturas de la iglesia, escribe «eliz-leki», en lugar de “eliz-leku», ateniéndose erróneamente a la pronunciación /eliz-lekia/.
IV. MARI-MEZCOLANZA
Barandiaran es sin embargo prudente. Habla de la posibilidad de una relación entre Mari, Mairi y Maide, dice que «puede que» o que «quizás». En los epígonos ese «puede» se convierte en «mucho más seguro», con lo que los daños y perjuicios son mucho más mayores. He aquí lo que encontramos en el libro Nosotros los vascos de José Dueso:
Es poco probable que el nombre de Mari sea un diminutivo del cristiano de María, y sí mucho más seguro que deba su origen a los ancestrales Maire âgenios constructores de dólmenesâ, Maide âgenios de los montes, de sexo masculino y constructores de cromlechsâ y de Maindi âlas almas de los antepasados que visitan de noche sus antiguos hogares-. O que signifique simplemente «señora» (Dueso, 1990 I: 42).
Y por la misma lógica, acaba escribiendo a propósito del dolmen «Mairuetxe» de Gasteinea:
Casa de Mari o Marietxe es un dolmen Gaxteenia en Mendibe (Dueso 1990 I: 59).
Nada más fácil. Basta con quitarle una /i/ al «Mairi» en cuestión y la Dama de Anboto queda convertida en un mairu. Verdad es que en mitología casi todo es posible, que los personajes pueden estar ligados entre sí. Pero hasta ahora no está documentado que la Dama y los Mairus sean lo mismo. Los mairus son seres masculinos, mencionados prácticamente siempre en plural. La Dama es una y singular. Y ser una o formar parte de un grupo indiferenciado es un detalle muy importante a la hora de caracterizar y definir a los seres míticos, y que habría que tener muy en cuenta. Son plurales los mairus, los jentiles, las laminas, y cuando se nombran en singular se dice «una lamina», «un mairu» o «un jentil». Pero nunca se dirá «las damas de Anboto» o «una dama de Anboto», ya que la singularidad es uno de sus caracteres fundamentales.
Por desgracia, a medida que pasa el tiempo y se pasa de un texto a otro, los malentendidos toman visos de dogmas que ya nadie se atreve a contradecir. Y así se llega a Victor Manuel Arbeloa que en un libro editado ya hace algunos años, escribe al pie de una bella fotografía del dolmen de Mairuetxe:
Mari, la diosa madre de la mitología vasca (imitación de Cibeles, Magna Mater) vuela sobre el caballo de la tempestad, sobre el rayo de sol, sobre el buitre... por los cielos de Ultrapuertos. El dolmen de Mendibe, Marieche, es una de sus moradas (Arbeloa, 1993: 48).
La comparación de la Dama de Anboto con Cibeles es ya muy discutible, pero no es materia de este capítulo y ha sido tratado en el de «Divinidades de tormenta».
Por los demás, en Iparralde o «Navarra de Ultrapuertos», a las divinidades del tipo de la de Anboto no se les conoce con el nombre de «Mari», sino con el de «Saindu» (Santa), como se ha visto a propósito de Harpeko Saindua de Bidarrai (que allí mismo pronuncian Saindia), o en el de Salbatoreko Saindia, la Santa de la capilla de Salbatore de Irati (Mendibe). Estas dos santas tienen semejanzas muy significativas con la Dama. En la mitología vasca se suele designar con los términos de «santa», «señora» o «señor», generalmente en singular, a las divinidades principales, sean autóctonas o tomadas de otras tradiciones, como lo son «Jaun» Donibane (San Juan), o «Andere deuna» Maidalena (Santa María Magdalena).
Es igual, la rueda sigue avanzando y estampando nuevas figuras. En un libro destinado a la infancia y titulado Contes traditionnels du Pays Basque (Cosem 1996) podemos leer la siguiente explicación:
«La Dama de Anboto». Mari es el personaje más importante de los cuentos vascos. Es ella quien manda en los demás genios. Se le dan varios nombres: Mari, Maia, Mairi, Maide, Maindi, Amaia, o, simplemente Dama, puesto que se trata siempre de una mujer bella y rica.
Y estos ejemplos no son sino una pequeña muestra de un fenómeno generalizado. Así las cosas, para evitar mezclas confusas y no romper definitivamente con la tradición, sería más acertado utilizar los términos de Señora o Dama de Anboto, cuando no referimos a esa divinidad en Bizkaia o en Gipuzkoa, y el de Santa (Saindu) en Baxenabarre; o si no, llamarla simplemente Señora. Creer que mediante la denominación de Mari se estrechan lazos con la mitología de Iparralde, basándose en interpretaciones falsas, no hace sino dificultar la investigación. Hoy en día, cuando se tienen datos abundantes sobre nuestra mitología, sería el momento de analizarlos con un mínimo de rigor.
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