DANBORRADA
Si no eres de Donosti, es difícil sentir 1/10 de lo que sienten ellos cuando ya avanza el 19 de enero y se acerca la medianoche.
SAN SEBASTIAN MARTXA
El año 1597 se produjo en Pasajes San Pedro, a la sazón un barrio donostiarra, una epidemia de peste, siendo muchos los devotos que acudieron a la milenaria iglesia de San Sebastián rogando la protección del santo. Como agradecimiento por haberse dominado la enfermedad, los vecinos hicieron un voto perpetuo por el que se comprometían a celebrar anualmente, el 20 de enero, la festividad de San Sebastián. Dicha celebración consistía en una procesión cívico-religiosa, con músicas, dantzaris y demás parafernalia, que desde Santa María trasladaba hasta el Antiguo la reliquia del santo a través del arenal que era el actual paseo de la Concha.
SAN SEBASTIAN MARTXA
Durante todo el año, y por ello también los días de carnaval, un pequeño desfile cruzaba cada mañana la Parte Vieja, desde el Cuartel de San Telmo hasta la Puerta de Tierra de la muralla, en el hoy Boulevard, para proceder al relevo de la guardia. Debe tenerse en cuenta el carácter castrense que durante setecientos años impregnó la cultura donostiarra, debiéndose matizar que todavía hace poco más de ciento cuarenta años el 75% de la población y del suelo de San Sebastián era militar y que los donostiarras se levantaban a toque de diana y se acostaban con la retreta. Este hecho dio lugar a que algunos jóvenes de la época imitaran el redoble de los tambores tocando aquello que tenían más cercano: cubos, barriles, latas y maderas, máxime cuando al pasar junto a las fuentes públicas eran muchos los que estaban esperando turno para recoger el agua con dichos instrumentos en la mano. Así nació una comparsa que entre 1834 y 1836, coincidiendo con los cambios habidos en la fiesta, comenzó a salir muy de madrugada como diana anunciadora de los bueyes ensogados, sokamuturra, que como en todos los días de gran fiesta se corrían cada hora en la Plaza de la Constitución.
SAN SEBASTIAN MARTXA
A aquellas primeras versiones carnavalescas de lo que sería la tamborrada fueron añadiéndose algunos elementos no buscados que marcarían el futuro de la fiesta. El maestro Raimundo Sarriegui compuso el repertorio de los Carnavales Donostiarras, repartiendo sus músicas entre las distintas jornadas festivas comprendidas entre el Día de San Sebastién y el Entierro de la Sardina: Caldereros, Iñudes, Marcha del Carnaval, Recibimiento al dios Momo, etc. En 1881 el Ayuntamiento entregó a las Sociedades organizadoras de tamborrada antiguos tambores que se guardaban en el Cuartel de San Telmo y al año siguiente hizo lo mismo con trajes que, procedentes de las tropas napoleónicas, se conservaban en dicho cuartel, motivo por el que este año de 1882, por vez primera, la tamborrada salió uniformada y con tambores a los que en 1886 se añadieron los barriles. Esta documentada situación destierra el dar a la tamborrada un carácter de desfile militar, aunque sí en su espíritu, y el vincularla a los hechos del 31 de agosto de 1813 en los que la ciudad quedó destruida, ya que no nació ni con tambores ni con trajes militares... y, mucho menos, como acción de burla a los soldados, cosa que en aquel ambiente es inimaginable hubiera sido permitida, aunque sí como imitación festiva de sus evoluciones marciales. Será a partir de estas fechas cuando la tamborrada vaya adquiriendo personalidad propia hasta el punto de que cuando, años más tarde, la Unión Artesana quiso recuperar la tradición y vestir a los tamborreros "a la antigua usanza", es decir, de carnaval, conoció tantas críticas que nunca más se ha vuelto a repetir el intento. En el siglo XXI está mal considerado por los donostiarras confundir tamborrada con carnaval, existiendo una palabra que diferencia ambas fiestas: en la tamborrada los participantes se visten, en el carnaval se disfrazan.
BAHIA BLANCA 2019
AITOR ALAVA
22/12/19
FUENTE: AUNAMENDI
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