miércoles, 25 de junio de 2014

DANZA y DRAMATURGIA

Cómo se aplican los conceptos básicos de

dramaturgia y dramaturgista


en la danza.


Desde la construcción de las primeras acciones escénicas hasta la puesta en escena, un proceso dramatúrgico, cuyo propósito es crear un espectáculo de danza, goza de un sentido de liberación psíquica para el dramaturgista y el bailarín-actor. De la memoria del primero surge la idea central organizada en su psiquis, una especie de visión general de lo que va a ser el producto artístico. Durante el ejercicio de pensar, a partir de esa idea se revela el contenido de la intención primaria, el cual se va a transferir a la memoria del bailarín-actor y comprende aquello que se quiere decir al público espectador como objetivo específico de la obra.intesresultan en actos, que producen efectos, que condicionan la mente hacia determinadas acciones y propensiones, todo lo cual da lugar a nuevas intenciones y acciones. 

El párrafo anterior señala cómo a través de determinadas intenciones se va produciendo un tejido de acciones. Desde una intención primaria, establecida para una construcción dramatúrgica en la danza, se inicia un proceso creativo condicionado al conocimiento, la percepción, la motivación y la consciencia del dramaturgista y el bailarín-actor; paralelamente se elabora un tejido de acciones y se concreta la aparición de nuevas intenciones. En este proceso que circula con opción de infinitas deconstrucciones se va fijando un rango de obra artística.

La tensión reprimida por causa de un trauma (herida) o una carencia se descarga en el hacer escénico, allí se libera la contención de aquello que se ha querido expresar y no ha sido manifestado, revelándose a través de la creación de una intención primaria que se instala en la psiquis del dramaturgista; dicha intención se transforma en imágenes que surgen repentinamente de su memoria y se materializan en acciones como si fueran exclamaciones catárticas. Este creador se beneficia de su mente creativa que comunica y resuelve aquello que no había podido solucionar, utilizando al bailarín-actor como herramienta de interpretación para hacer catarsis y cumplir el propósito de construir la puesta en escena.

La interpretación realizada durante la puesta en escena permite liberar tensiones al bailarín-actor y al público espectador, quienes a través de la comunicación y percepción del texto dramatúrgico de la obra pueden resolver su propia herida o carencia.

Las formas y contenidos elaborados en tales acciones se muestran en un lenguaje corporal que expresa el sentido emocional transferido con anterioridad por el dramaturgista a la memoria del bailarín-actor. Motivaciones a título de amor o dolor que interpretadas en escena se traducen en categorías estéticas de drama-tragedia, humor-comedia, tragedia-comedia, burla-melodrama o ironía-parodia; polaridades que corresponden a la raíz de aquello que el dramaturgista necesita comunicar y está en proceso de solución psíquica, orgánica y escénica. Del mismo modo, la interpretación realizada durante la puesta en escena permite liberar tensiones al bailarín-actor y al público espectador, quienes a través de la comunicación y percepción del texto dramatúrgico de la obra pueden resolver su propia herida o carencia.



El contenido de la intención primaria, cargado de todo aquello que inquieta al consciente e inconsciente individual del dramaturgista, se transfiere al bailarín-actor; este comienza entonces a evocar imágenes y desarrollar acciones también desde su propio consciente e inconsciente, y por lo que perciba como experiencia individual en el momento creativo, es posible que de su memoria emerjan imágenes pertenecientes al inconsciente colectivo que podrían ser útiles para crear las acciones escénicas.

Las nociones dramatúrgicas, literarias y dramáticas expuestas en el recorrido de esta investigación, se consideran fundamentales para construir un montaje de danza dramatúrgica como obra de arte contemporáneo. Son discernimientos filosóficos que se convierten en elementos prácticos de reflexión y pueden producir interés por el conocimiento que conllevan. ¿Qué es la dramaturgia de la danza?, ¿para qué se pretende concebir?, ¿cómo se proyecta de una manera práctica y concreta en el espectador?

Con base en los conceptos del maestro Lessing, la práctica como reflexión se entiende como un razonamiento previo a algo que se planea construir. Transferir este concepto a la danza dramatúrgica significa descifrarlo en un tejido de acciones del intelecto. Organizar el hacer de la danza dentro de la dramaturgia es reflexionar: ¿qué es lo que voy a decir?, ¿para qué lo voy a decir?, ¿cómo voy a construir la dramaturgia de esa danza?, ¿con cuáles elementos voy a componer?, ¿a través de quién y para quién? Acciones enmarcadas dentro de un proceso pedagógico coherente, orientadas a la creación artística de un espectáculo estético.

A partir de la práctica como reflexión sobre las mencionadas concepciones dramatúrgicas, a continuación se plantean cuatro opciones para concebir una intención primaria y la forma como esta se organiza en un proceso creativo de danza.

Desde un tema específico: un director decide investigar sobre un tema determinado, entonces crea la idea central de la cual surge la intención primaria que necesita desarrollar y mantener durante el proceso de creación y la puesta en escena de la obra. Al finalizar la construcción escénica, a la interpretación que hacen los bailarines-actores le corresponde comunicar aquello que el director quiso decir desde dicha intención; creación que se inscribe dentro de un concepto de obra original (texto dramatúrgico orgánico) y opción que permite argumentar que el creador es autor y director, un dramaturgista de la danza.

Desde una intención que surge al azar: la idea de crear el espectáculo nace de un dramaturgista de la danza que no está condicionado a un tema específico. Parte de su propia memoria sumando la de los bailarines-actores, construye con ellos las acciones escénicas que se crean desde la técnica y los elementos fundamentales de la composición de la danza. Durante el proceso de construcción y deconstrucción, de dichas acciones surge al azar una intención primaria que se desarrolla, mantiene y evoluciona hasta que finaliza en la creación de un texto dramatúrgico que no necesariamente tiene que narrar algo concreto. Opción que permite a los bailarines-actores interpretar ese texto orgánico, cuyo contenido original es aquello que surgió al azar desde esa intención primaria.

Desde un coreógrafo: la idea central de crear el espectáculo parte de un coreógrafo que pretende elaborar una puesta en escena enmarcada dentro de la danza dramatúrgica; por lo tanto, para desarrollar de manera coherente el proceso de creación, se hace acompañar de un dramaturgista a quien pone al tanto de su conocimiento y sus pretensiones para la construcción del producto artístico. Organizados en vínculo, el coreógrafo y el dramaturgista concretan una intención primaria y proceden a diseñar un método específico para el proceso creativo; enseguida elaboran las acciones escénicas y el tejido de las mismas hasta conformar el texto dramatúrgico de la obra. Durante el desarrollo de este ejercicio escénico es necesario especificar el uso de elementos de composición, detalles y posibles enigmas para que el proceso de construcción y deconstrucción de acciones fluya como totalidad escénica, sin riesgo de causar un montaje fracturado.


Desde una obra literaria: la idea de crear el espectáculo parte de un dramaturgista, y la intención primaria que este va a deconstruir surge del autor de la obra literaria. El dramaturgista necesita hacer la investigación y el análisis del autor, su obra y su intención para intentar comunicar aquello que se quiere decir originalmente; precisa diseñar un método específico para un proceso creativo que conserve la esencia y calidad del argumento inicial. En esta versión se corre el riesgo de no comunicar lo esencial de la intención primaria del autor, y en cambio se transmite un sentido figurado desde el pensamiento del dramaturgista, se origina una reinterpretación.

De las cuatro peripecias expuestas, las dos primeras son funcionales para desarrollar y construir un texto dramatúrgico orgánico y una interpretación original; versiones en las que se mantiene el desarrollo de la intención primaria en cabeza del dramaturgista de la danza y el grupo de intérpretes. En las dos últimas alternativas se corre el riesgo de que la intención primaria se disipe. Sin embargo, la danza dramatúrgica se puede construir desde cualquier elección.

Sobre las anteriores opciones orientadas a organizar una interpretación de danza dramatúrgica, la práctica como reflexión permite cuestionar lo siguiente: ¿lo que creamos en danza interesa y atrapa al público para el cual lo hacemos?, ¿cómo reflexionamos y planteamos nuestros textos orgánicos y literarios en función de los intereses de ese público?, ¿cuáles son los intereses generales y particulares y cuál es la danza que tenemos que construir? Interrogantes fundamentales que se deben tener en cuenta para darle una dirección justa al texto orgánico o al literario, en busca de una creación o una reinterpretación dentro de la dramaturgia de la danza.

La danza dramatúrgica requiere que el proceso creativo y la puesta en escena sean un trabajo de reflexión compartido, discutido y acordado entre el dramaturgista y el equipo responsable de la producción del espectáculo. El dramaturgista crea un vínculo con el grupo de artistas, técnicos y especialistas, y con la obra, de manera que no ejerce una actitud impositiva de jerarquía o autoridad.

Otro aspecto que se ajusta a los conceptos básicos de la creación de la danza dramatúrgica, es el conocimiento del dramaturgista respecto al trabajo dancístico concreto. No basta la intuición para crear la experiencia escénica, se necesita el aprendizaje práctico y teórico para desarrollar un método dirigido a la construcción del ejercicio escénico. El dramaturgista es consciente de la permanente práctica como reflexión para elaborar la práctica como movimiento, y precisa de la investigación y la experiencia con las herramientas de composición suficientes para cumplir las exigencias y el rigor de la puesta en escena.

La comprensión de sus funciones le permite al dramaturgista asumir una mirada crítica del proceso de construcción y el producto artístico, le exige mantenerse atento respecto a las acciones escénicas que construye, lo habilita para observar las inconsistencias y le sugiere recomenzar o intentar deconstruir a través de otros elementos de composición. Criterios que le brindan la posibilidad de examinar la creación desde la mirada del público espectador para percibir la crítica exterior. Todas estas reflexiones confirman que la creación de la danza dramatúrgica requiere del pensamiento de un dramaturgista ilustrado que se desempeñe en el conocimiento de la composición del movimiento y su significado.



Epílogo
La danza dramatúrgica pensada es una producción del conocimiento que relaciona el arte escénico experimental con la vanguardia y la sociedad. Es un ensamblaje de elementos estéticos que fuera de cualquier paradigma muestra distintos contextos culturales en los que los seres humanos son sujetos constructores de libertad, esa manera de expresar desde la simplicidad hasta la complejidad el desacuerdo con el desequilibrio del poder político y social. Los contenidos abstractos y narrativos correspondientes a las acciones humanas se transfieren a movimientos estéticos que también hacen parte de la naturaleza del individuo, aquella necesidad de agitarse para vibrar en otras dimensiones elaboradas, construidas y deconstruidas.

En la elaboración y construcción de los distintos procesos dramatúrgicos de danza se percibe un tejido de acciones que confluyen en un estilo propio, es la forma en que cada dramaturgista organiza con los bailarines-actores y el equipo de producción la deconstrucción de los elementos escénicos a partir de su conocimiento y las herramientas que le brinda su entorno íntimo y cultural, originando la unidad y coherencia de un espectáculo auténtico. La narración dramática no es lo definitivo, sin embargo, la intención permanece y la deconstrucción no necesariamente tiene una lógica, esta se justifica en la manera como se utilizan los elementos compositivos de la obra.


Versiones originales y en un mismo espectáculo muestran el lenguaje corporal elaborado a partir de distintas técnicas, movimientos libres, conceptuales y gestuales, y hasta expresiones físicas y orgánicas minimalistas que niegan el movimiento; tendencia que se conoce como la no danza, directriz que permite observar la evolución de la forma y el sentido particular de cómo se dicen las cosas en la actualidad. Manifestaciones ingeniosas y cerebrales que rompen las barreras entre los artistas y el público y cuestionan sobre la naturaleza y el virtuosismo de la danza.

Entre otras tendencias de la danza dramatúrgica aparece la danza globalizada, que sin las limitantes de origen, raza, género, pensamiento político o religioso, reúne artistas de diversas culturas con la vital intención de crear comunidad, construyendo acciones escénicas colectivas bajo la dirección de un dramaturgista guía que busca con el grupo de artistas desalojar el ego y trascender espiritualmente en relación con la fortaleza conceptual del espectador.

Los innovadores de la danza dramatúrgica, los creadores de las demás disciplinas artísticas y los investigadores en diversos campos del conocimiento son constructores, seres humanos que necesitan sustentar lo que conciben en una teoría específica. Aquellos que señalan que lo que crean no corresponde a ninguna ideología están elaborando clichés, acciones repetidas que través del tiempo han perdido su fuerza vital.

El movimiento danzario en el mundo abre un camino hacia el despertar de la consciencia dramatúrgica, aspecto que se percibe no solo en Europa y Norteamérica. En los países de Latinoamérica se comienza a originar un potencial de vanguardia, la reserva del talento toma fuerza y se dirige hacia una transformación que sugiere un salto cuántico a partir del cual la creación podría superar a las corrientes establecidas en dichas culturas. 

¿Cuál es el sentido de la dramaturgia del cuerpo? ¿Cuál es el sentido de la dramaturgia de la imagen? ¿Cuál es el sentido de la dramaturgia de la vida? ¿Cuál es el sentido de la dramaturgia del espíritu para fortalecer el camino de la creación? Deconstruir es la clave.


Álvaro Fuentes Medrano


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