jueves, 30 de agosto de 2018

EUSKAL ETXEA DEL COMAHUE-XLIV

danzas de pipaón

Ya hemos dicho como el territorio Histórico de Araba, es el más desconocido en cuanto a su patrimonio folclórico. Podemos asegurar que , lo presentado hoy, será una novedad para la casi totalidad de los lectores de  este espacio. Tengo que confesar que el primer ciclo de danzas que presento en este ya 44° articulo, el cual si he presenciado su ejecución, pero nunca lo he bailado. Tarea pendiente para un futuro cercano. Hoy reproduciré la descripción de dichas danzas que nos hace JOSU LARRINAGA:

En la actualidad, desde el año 1977, la villa de Pipaón está enclavada en el término municipal de Lagrán (compuesto por los núcleos poblacionales de Lagrán, Villaverde y Pipaón) y siempre flanqueada por la singular sierra de Cantabria. Las primeras crónicas que hablan de Pipaón datan del año 1254, referidas al fuero que Alfonso X otorgó a Treviño.
Desde antiguo, en esta singular localidad de la Montaña Alavesa, el ciclo de danzas era realizado en la conmemoración de la Exaltación de la Santa Cruz (14 de setiembre), pero entre los años 1907 y 1908 se cifra su última aparición y aunque hubo intentos de recuperarlas en diversos momentos, no se materializaron. Por suerte, gracias a la aportación de sus antiguos protagonistas y de la asociación local "Usatxi", en la actualidad y desde la década de los ochenta, también se celebran en la fiesta de San Roque (16 de agosto).
Antiguamente, por esta celebración y el día de Santa Águeda se organizaban los jóvenes locales para constituir sus "mayordomos" y ayudantes que eran los encargados de ambos actos festivos. Para pertenecer a dicha asociación debían cumplir los 17 años y pagar una cuota de carácter común.
El cortejo actual se compone de un personaje conocido como "cachi" o "cachimorro", ocho danzantes o "danzadores", un portaestandarte, corporación municipal (alcalde, abad de la cofradía de la Vera Cruz y juez), pareja de carboneros, zapatero, pareja con el traje tradicional, otras personas con vestimentas varias y dulzaineros. 
Los danzantes se sitúan en dos filas paralelas y van precedidos por el "cachimorro" que lleva un palo (de donde penden borlas de lana). En otras épocas, al parecer, dicho personaje llevaba la cara tiznada y otra indumentaria más habitual en la zona. Los ocho danzantes usan castañuelas en la procesión o pasacalles, dos palos pequeños en la ejecución de sus "troquea(d)os" y un palo largo con cintas multicolores en la "Danza de cintas o del árbol".
La indumentaria del "cachi" consiste en el clásico "zorongo" o pañuelo de seda atado en la cabeza, camisa blanca con volante al cuello, lazos y rosetón en los antebrazos, guantes blancos, calzón blanco atado a las pantorrillas con cinta roja, faldilla azul con pasamanería dorada, media blanca y alpargata blanca con cintas rojas. Los danzantes visten de forma similar pero con faldilla roja y sin guantes.
El ciclo de danzas de Pipaón se inicia con la "danza de las castañuelas" que era usada en los recorridos procesionales tanto de la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz como en la celebración de San Roque. En ella, el "cachimorro" va seguido de ocho danzantes que evolucionan provistos de castañuelas.
A la que sigue una serie de danzas de palos o "troqueos" que se conocen como "paloteaos" de "El herrero Pedro Moro", "El herrero" y "Danza de los palos de Arriba", "Tamparrantan" o "Las uvas están verdes". Sus coreografías generales, se basan en los cambios de puestos, los pases por arriba o abajo, en la rotación constante hacía los cuatro puntos cardinales, los choques de palos por arriba y abajo, los golpes en el suelo o el sistema nemotécnico de recordar las melodías por una serie de cantos sencillos:
Tamparrantan, las uvas están verdes;

tamparratan, ya se madurarán.

El herrero Pedro Moro

una cruz de plata halló,
para hacer un clavo de ella
en la fragua la metió.

El herrero y el barbero,

el cura y el sacristán,
hacen los hijos a medias
y los parten por San Juan.
EL HERRERO
Posteriormente, ejecutan la clásica "Danza de las cintas o del árbol" que es bailada por los ocho danzantes en torno a un mástil con cintas, mientras las trenzan y destrenzan. El palo esta coronado por un muñeco articulado de cartón que se acciona, mediante una cinta o cuerda tensada, por la persona que sujeta el citado tronco.
Y acaban su ciclo de danzas con la singular realización de una torre humana que lleva el nombre de "El castillo". Es decir, los danzantes se colocan cuatro en la base, sobre ellos se sitúan tres y el último se sube a la cúspide. Éste, desde su atalaya, lanza vivas a los asistentes que copan la plaza (autoridades, vecinos y visitantes) para luego, solicitar el consabido donativo.
Además fuera de este ciclo ritual, debemos destacar dos danzas juego de carácter más desenfadado como son "El Cachupín" y "Las arregachaditas".
En la noche de la víspera de San Roque, se realizaba esta danza juego conocida en Pipaón como "El Cachupín". Consiste en una fila ilimitada de hombres que agarrados por la cintura, eran dirigidos por uno que portaba una rama de boj ardiendo y de esta guisa, andaban en la plaza donde previamente se había encendido una hoguera. De vez en cuando, éste se daba la vuelta en busca del último de la fila y al huir, sin soltarse, obligaba a toda la fila a saltar sobre las ascuas de la fogata. Solían cantar una popular canción que dice así:
Al Cachupín, pin, pin,

que eres un galopín
que por no trabajar
te has metido alguacil
y a los pobres ancianos
no les dejas vivir
que les quitas los cuartos
para beber txakolí.
Luego los vecinos vestidos con capas y llevando cayados, iluminados por faroles o candelas y al ritmo de una campanilla inundan la noche con sus cantos de las "auroras". Cantos sencillos y austeros que rompen el silencio de la madrugada de la festividad de San Roque, en todos los rincones de esta singular población alavesa.
"Las arregachaditas" era también un juego musicado de Pipaón que se realizaba en cualquier momento (en forma más ritualizada, se hacía en la merienda que celebraban en la casa del abad de la Cofradía de la Vera Cruz). Los participantes se enlazaban por las manos formando un corro, solían ser jóvenes de ambos sexos o solo hombres. Previamente, se les asignaba alternando el nombre de Pedro o Juan e iban cantando, al decir uno de los nombres los asignados se agachaban y los otros pasaban la pierna por encima, así cada vez más rápido. La letra decía de este modo:
A las arregachaditas

las quiero ver bailar
si las baila Pedro
también las baila Juan ....


ARTICULO Nº 44
Danzas de Pipaón.
30/8/18
AITOR ALAVA

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