viernes, 17 de mayo de 2019

BAC-2019-III

ZUHAITZA


Dice Herman Hesse sobre los árboles que “En sus ramas más altas susurra el mundo y sus raíces descansan en lo infinito; pero no se abandonan ahí, luchan con toda su fuerza vital por una única cosa: cumplir con ellos mismos según sus propias leyes, desarrollando su propia forma, representándose a sí mismos. Nada es más sagrado, nada es más ejemplar que un árbol fuerte y hermoso (…) en sus anillos anuales y en sus cicatrices están descritos con exactitud toda lucha, todo sufrimiento, toda enfermedad, toda fortuna, toda recompensa. Años flacos y años abundantes, agresiones soportadas y tormentas sobrevividas. Y cualquier hijo de campesino sabe que la madera más dura y noble es la que tiene los anillos más estrechos, y que arriba en la montaña, en constante peligro, crecen las ramas más inquebrantables, las más fuertes y ejemplares.

Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos y sabe escucharlos, descubre la verdad. Ellos no predican doctrinas ni recetas. Predican, indiferentes al detalle, la originaria ley de la vida”.

Con estas palabras del profesor Federico Ratti, dichas por nuestro compañero y profesor Mauro Uranga, nuestros alumnos del taller de EUSKAL DANTZA, fueron formando ese árbol-Zuhaitza. El cual, a continuación cobro vida.

El tejo, la encina, el haya y sobre todo el roble, hacen del árbol vasco un símbolo, cuyas creencias se remontan a tiempos pre-cristianos. Son lugares mágicos, donde lo religioso, lo ancestral y lo Politico han convivido durante siglos. A si lo atestiguan todos los grandes historiadores vascos, Azkue, Barandiaran, C.Baroja , etc. Iñigo de Arista, lleva su apellido como seudónimo, al árbol donde se tomó la proclamación, como primer rey de Navarra(año 810.d.c), un Aritza-roble.
Las reuniones alrededor de los arboles sagrados vascos, datadas hace más de 13 siglos atrás, contaban con un miembro por familia. Tanto hombres como mujeres, disponían de los mismos derechos y obligaciones vecinales. En el año 1937, aquel 27 de Abril, las mujeres, fueron las grandes heroínas. Un árbol, fuerte, sobreviviente al bombardeo, quiso ser faro de esperanza.  
ZUHAITZA

Y así cuando las raíces que sostienen al árbol-zuhaitza se ven, se ven llenas de sonrisas, por un trabajo en equipo, más que gratificante!

AITOR ALAVA
 17/5/19

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