"LA GRACIA DE TU RAMA VENDECIDA..."
Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento,
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento...
Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocío,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.
Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde,
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde.
Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas secas
se han nutrido de nuevo tus raíces.
Y así también un día,
este amor que murió calladamente,
renacerá de mi melancolía
en otro amor, igual y diferente.
No; tu augurio risueño,
tu instinto vegetal no se equivoca:
Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
y daré el mismo beso en otra boca.
Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde...
ANTONIO MACHADO
La coreografía ZUHAITZA, interpretada por los alumnos del taller de EUSKAL DANTZA de Euskal Echea -Lavallol comenzará con estas palabras escritas por el profesor, F.Ratti: "Dice Herman Hesse sobre los árboles que “En sus ramas más altas susurra el mundo y sus raíces descansan en lo infinito; pero no se abandonan ahí, luchan con toda su fuerza vital por una única cosa: cumplir con ellos mismos según sus propias leyes, desarrollando su propia forma, representándose a sí mismos. Nada es más sagrado, nada es más ejemplar que un árbol fuerte y hermoso (…) en sus anillos anuales y en sus cicatrices están descritos con exactitud toda lucha, todo sufrimiento, toda enfermedad, toda fortuna, toda recompensa. Años flacos y años abundantes, agresiones soportadas y tormentas sobrevividas. Y cualquier hijo de campesino sabe que la madera más dura y noble es la que tiene los anillos más estrechos, y que arriba en la montaña, en constante peligro, crecen las ramas más inquebrantables, las más fuertes y ejemplares.
Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos y sabe escucharlos, descubre la verdad. Ellos no predican doctrinas ni recetas. Predican, indiferentes al detalle, la originaria ley de la vida”.
El tejo, la encina, el haya y sobre todo el roble, hacen del árbol vasco un símbolo, cuya creencia como tal se remonta a tiempos pre-cristianos. Son lugares mágicos, donde lo religioso, lo ancestral y lo político han convivido durante siglos. Así lo atestiguan todos los grandes historiadores vascos: Azkue, Barandiaran, C.Baroja, por citar algunos ejemplos. Iñigo Arista, quien fue el primer rey de Navarra (año 810 d.c) lleva como seudónimo “Arista” que significa “Roble”, el árbol donde se tomó su proclamación como rey.
Las reuniones alrededor de los árboles vascos sagrados datan desde hace más de 13 siglos atrás; a dichas reuniones asistía un miembro por familia y tanto hombres como mujeres, disponían de los mismos derechos y obligaciones vecinales. De esta manera nuestro Zuhaitza, el domingo "nos hablará por si solo"
AITOR ALAVA
7/5/19
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