Danzas vascas
Aurresku de diputados en Bergara (primer tercio del siglo XX)
Pablo A. Martín Bosch, “Aritz”.
Publicado en
Annals of Foreign Studies Vol. XLIII. Cultura Popular Vasca y deporte. Kobe City Unersity of
Foreign Studies. 1998.
No es nada fácil hablar de las danzas
vascas a gentes tan lejanas si no simbólicamente si al menos espacialmente, y
no lo es porque las cosmovisiones de ambos pueblos se nos antojan disimilares,
y esto es así más por una serie de supuestos que por verdaderas razones Danzas
vascas empíricas.
En primer lugar nos enfrentamos,
desde nuestra perspectiva, a una cultura asentada geográficamente en un
conjunto de islas, mientras nuestras propias miras parten del continente. Esta
cuestión, que al no iniciado en las artes de la Antropología pudiera
parecerle vana, contiene sin embargo una importancia, tal y como se puede
corroborar en el excelente trabajo de la Doctora en Antropología y profesora de la Universidad del País
Vasco MARIA TERESA DEL VALLE', fruto de ,sus investigaciones, que concluyeron
en Tesis Doctoral acerca de la
Micronesia, la vida isleña transcurre con sus vistas puestas
en el horizonte marino, del que extraen los frutos, y relaciones sociales,
mientras en los atolones coralinos las mismas se fijan más en el centro, en la
laguna interior que es germen de su alimentación. Si tal distinción es tan
palpable en lo que resume en lo que podríamos denominar como "vida de mar
adentro" qué no decir de las diferencias entre las mismas y la cosmovisión
propia del continente europeo. Por poner algún ejemplo podríamos decir que los
isleños conciben, según nuestra opinión, por regla general, al mar como un ser
ambivalente, bueno o benefactor en tanto que ofrece sus frutos necesarios para
la subsistencia, y maligno en cuanto es motivo de la muerte y la destrucción;
mientras tanto, los habitantes de los atolones coralinos habrían de concebir,
según creemos, el mar como un ser perverso en esencia, que destruye vidas,
mientras la laguna es quien cohesiona al grupo social.
Ambos puntos de vista, como se
ve, son divergentes, si bien solo difieren en el almacén alimentarlo lo que
conlleva a su vez organizaciones familiares y sociales de diversa índole, en el
primer caso abiertas al exterior, toda vez que las segundas se dirigen al
interior. Sociedades extrovertidas o introvertidas, a fin de cuentas, en
función de su ubicación.
Pues bien, el punto de vista
continental, por fuerza, ha de oponerse a los anteriores, o más bien,
amalgamarse ambos, ya que si existe una costa y una serie de poblaciones, la
mayoría que depende del océano o las que han desarrollado su actividad
económica en la agricultura y ganadería, han de tener referencias diversas a la
hora de acercarnos a las danzas vascas y, más concretamente, a las
tradicionales. Así pues, vamos a encontrar danzas tradicionales propias de la
actividad marinera otras serán agrícolas o ganaderas, amén de las propias de la
sociedad industrial.
Ungino.
Si hasta el momento hemos
subrayado la importancia de la ubicación a fin de entrever las diferencias
existentes en torno a las cosmovisiones espaciales y su influencia en las
relaciones laborales y de parentesco, la misma no se queda aquí, puesto que
incide grandemente en la estructura arquitectónica, de manera que los pueblos
pesquemos, por un lado, y los del interior, por el otro, que diferirán en sus
tipos de construcciones.
Los primeros deberán hacer
frente a dos adversidades generales: por un lado las propias inclemencias
climatológicas, las tormentas, las marcas, el oleaje, las corrientes marinas,
etc. que obligan a crear diques, muelles y otras defensas frente a los
elementos naturales; se buscan, así, lugares resguardados del viento, la
lluvia, las olas, etcétera. La población
pesquera se resguarda, entonces, en pequeños puertos que se irán agrandando
conforme la actividad económica sea más o menos fructífera.
En segundo lugar, dichos
habitantes deberán ampararse de los enemigos humanos externos, de los bandidos
y Piratas, de las invasiones y de las razzias de conquista de otros pueblos.
Este segundo problema se ha
solventado, por lo general, mediante tres defensas diferentes: eligiendo
lugares poco accesibles o escarpados, edificando murallas o muros altos de
defensa que, en ocasiones coinciden con los muelles, y, en tercer lugar,
edificando las viviendas de un modo que pudiera parecer caótico o desordenado,
con calles estrechas y no lineales, que obstaculicen el ataque a la vez que
facilitan la defensa. Esto nos puede dar una idea de lo que son las poblaciones
pesqueras europeas y, más concretamente, las del País Vasco o Euskal Herria,
términos en los que nos adentraremos más adelante.
XIV CONCURSO DE PINTURA AL AIRE LIBRE “Villa de Artziniega”
Como ha quedado dicho, frente al mar (itsasoa) se encuentra "tierra adentro" (lehorra), concepto diferenciado del de "tierra" (Lurra) en tanto que elemento primordial, y de "tierra" (lurbira) en cuanto planeta del sistema solar.
En "tierra adentro"
(donde de hecho se incluyen los puertos, pero que aquí, por ya haberlos
mencionado, vamos a obviar) debemos realizar una nueva distinción: por un lado
hallamos aquellas poblaciones asentadas en los montes, en sus laderas y sus
estribaciones, mientras que por el otro se encuentran las propias de las
llanuras o llanadas.
Las primeras, debido a su
ubicación propia, se dedican principalmente a la ganadería, los pastos suelen
ser escasos y las viviendas se hallan esparcidas por el territorio montañoso
dando lugar a la agricultura minifundista y a la actividad agropecuaria con
relevancia de la cría del ganado como fuente general de riqueza (abere: animal;
aberats: persona adinerada).
Tal
situación implica que las
construcciones arquitectónicas tradicionales respondan
a las necesidades antedichas, es decir, poco lugar para lo agrícola, y más
amplio para la ganadería. Es, entonces, la construcción típica del caserío
pirenaico y de montaña: un pequeño huerto (soro), una serie de tierras
comunales destinadas al pasto del ganado, y edificaciones, por lo general, de
dos pisos: la planta baja dedicada a cuadras (Aorta) y cocina (sukalde,
sutondo: lo que está cerca del fuego), y un primer piso que ubica el habitáculo
o nivel de habitación. Esta estructura permite economizar el calor tanto animal
como el derivado que, al elevarse, calienta la parte superior.
Por otro lado, al encontrarnos
en el Hemisferio Norte, es decir, al deambular el Sol en el sentido de las
agujas del reloj (Este-Sur-Oeste), el Norte se encuentra desprotegido, lo que
se subsana creando pequeñas ventanas orientadas al Norte y grandes ventanales
hacia el Sur. Por último, el caserío se resguardará entre montes o mediante
paredes naturales.
Concluyendo, la población
montañosa es dispersa, con pequeños terrenos y zonas comunales, por lo que las
relaciones sociales deberán buscarse o bien en las cumbres de los montes, o bien
las plazas de los pueblos, condicionantes últimos de la danza tradicional
vasca.
Los valles o llanadas cuentan
con un terreno más amplio que permite un mayor desarrollo de la agricultura
frente a la ganadería, lo que implica la posibilidad de acceder al latifundio,
y, por otro lado, la necesidad de crear nuevas construcciones arquitectónicas,
en este caso con una división tripartita de la vivienda, una zona baja
destinada al ganado, que puede así mismo alojarse en habitáculos
independientes, una zona destinada al dormitorio y cocina, y, por último, la
parte superior dedicada a los aperos de labranza y sus resultados, como son la
recogida del grano, etc.
En el caso de ciudades
fronterizas parece que se delimitan aún más las funciones sociales: la defensa
mediante una muralla, la alimentación mediante grandes graneros, la actividad
comercial en las tiendas, etc.
Puerta de Santa María en Hondarribia
Europa, así, y el Euskal Herria en particular, se estructura sobre dichas armazones económicos propios de una sociedad agrícola y ganadera, lo que evolucionará en función de los avances económicos financieros y las creaciones de las ciudades.
Más, ¿cuáles son los hitos propios de tales singularidades simbólicas?
En primer lugar podemos comprobar los solsticios y los equinoccios como puntos primordiales de la temporalidad pre-cristiana. Los solsticios de verano' (sobre el 23 de Junio) y de invierno (sobre el 21 de Diciembre) son relativamente fáciles de determinar, ya que marcan el día más largo y el más corto del ciclo solar respectivamente.
No es, por lo tanto, de extrañar
que ambas festividades, hitos simbólicos en el calendario europeo, entrenen
danzas y rituales asociados al cielo solar, tal y como más adelante tendremos
ocasión de comprobar.
Los rituales',
incluyendo las danzas, por tanto, serán similares, aunque de
sentido inverso, en ambas festividades; por ejemplo, durante las festividades
de San Juan, momento álgido y cúlmen de la luz solar a partir de la cual los
días irán menguando, se crean grandes fogatas populares sobre las que deberán
saltar los jóvenes a fin de demostrar sus habilidades y varonía, toda vez que
en Navidades, o durante el Solsticio de invierno, es decir, durante los días
más cortos, en que la fuerza del Sol parece menguar, se desvanecerse y parece
hallarse en peligro de desaparición, los fuegos son más familiares, con la
recogida del tronco, la guarda de las cenizas, los cánticos familiares, etc.
En ambas festividades el agua y
el fuego cumplen sus papeles aunque en sentido opuesto, unas veces destinadas
al público exterior (San Juan) y otras al interior o familiar (Natividad).
Tras los solsticios han de
surgir los equinoccios, hitos Solares en que el día se iguala a la noche, es
decir, cuando los horarios del día y la noche se equiparan en duración.
Simbólicamente parecen haber
sido representados ambos por San Miguel, el arcángel combatiente del mal, de
manera que la victoria de "la luz" sobre "las tinieblas"
queda garantizada. La lucha entre el Bien y el Mal, entre la fertilidad y la
infertilidad, concluye en la victoria de la primera sobre la segunda.
Hemos indicado algunos
parámetros de lectura acerca del simbolismo de la Danza Vasca y, sin
embargo, aún no nos hemos adentrado en la misma. Danza y Baile, a la hora de
acceder a la representación popular, han de ser tomados como sinónimos (así
Larrain Dantza y Baile de las Eras son equivalentes), poseedoras de un mismo
significado.
Por último, las islas, se nos
antoja, presentan por lo general la cara abierta a influencias exteriores, son
las invasiones, o así lo creemos, quienes aportan nuevos elementos culturales
al grupo social, amén de las propias evoluciones internas que puedan
efectuarse.
Desde nuestra ignorancia en el
tema opinamos que es el continente quien más incide en el desarrollo del
isleño, mientras que dentro del mismo tales relaciones son mutuas y continuas,
en una dirección y en su opuesta. Esto nos obliga a rechazar cualquier intento
de vislumbrar la 'cultura vasca' como algo esencial, ya que no existe tal, sino
una serie de coincidencias espacio-temporales que permiten identidades, lo
mismo que diferencias con los Pueblos de su entorno.
Esto, amén de explicar los
orígenes de las ideas nacionalistas, centradas en buscar las diferencias
identitarias, sirven lo mismo para las denominadas políticas centralistas o
estatalistas que, obviando tales distinciones remarcan identidades culturales
entre los Pueblos, inexistentes de un modo empírico.
El caso es que no es tan
sencillo como pudiera parecer en un principio decir qué es vasco y qué no lo
es, ya que no existe exclusión (o eres de los míos o contra mí), sino más bien
amalgama cultural, tal y como tendremos ocasión de comprobar más adelante.
Todo lo anteriormente dicho no
debe ser interpretado como si las poblaciones isleñas (y continentales) sólo
estuvieran sometidas a la influencia del exterior, mientras que las
continentales se centren en el interior, no.
Las islas, y pensamos que Japón
es un buen ejemplo - sobre todo durante la segunda mitad del siglo XX -, han
sufrido el efecto de la colonización cultural de Occidente, mientras que los
territorios continentales se han visto afectados por las conquistas de isleños o
de otros continentes, como es el caso de América a partir del siglo XV. Lo que
si queremos resaltar es el hecho de la estrecha relación existente entre las
poblaciones continentales que, tradicionalmente, han encontrado como verdadera
barrera natural a los ríos, y no a los montes como actualmente se estructuran
los Pueblos, de acuerdo a los estudios del Dr. JOSETXU MARTINEZ, profesor de
Antropología en la
Universidad de Deusto.
Nuevamente debemos enfrentamos a
las concepciones esencialistas de una Cultura Vasca interpretada como algo en
si. La cultura material, mueble, tradiciones, creencias y rituales, por el
contrario, nos muestran un Pueblo abierto a las influencias exteriores, y nunca
como algo cerrado en si mismo. No hay, por lo tanto, ni puede haber, Danzas
propiamente Vascas, si no más bien evoluciones coreográficas centradas en un
territorio, con sus especificidades y sus identidades con otras
“culturas".
Lesakako dantzak.
Así pues, pretender comprender una cultura tan lejana en aspectos tan elementales como el espacio y el tiempo es un handicap difícil de solventar y que, sin embargo, estamos dispuestos a afrontar.
Si nos atenemos a la
división geográfica de lo que genéricamente se entiende por País Vasco (Euskal
Herria) cabe distinguir al menos tres regiones: la costa, la zona pirenaica o
montañosa, y las llanadas o valles extensos del Sur. La importancia de
tal división es clara, ya que mientras en las primeras la influencia
cultural proviene generalmente del exterior, debido al contacto permanente con
pescadores provenientes de otras zonas (así, por ejemplo, para la acción de
ennegrecer con pez las embarcaciones, en ciertas localidades, se utiliza el
verbo blakatu, derivado de black, negro en inglés), lo que supone a su vez un
intercambio de puntos de vista, leyendas, mitos, creencias, etc. con las
mismas; la zona ganadera o pirenaica se verá más sometida a relaciones entre
valles y montañas (por poner un caso, valles del Pirineo vasco- español
utilizan el mismo dialecto que los del vasco-francés); y, por último, los
valles de la zona más austral recibirán una influencia más directa del
castellano dominante. La realización de un mapa coreográfico así parece
comprobarlo, y cualquier otro asentado en diferentes parámetros como la lengua,
etc. debería afirmar lo mismo. Si, por el contrario, optamos por estructurar el
territorio en virtud de las vertientes hidrográficas, es decir, de la dirección
que toman los ríos y afluentes, debemos oponer a la vertiente cantábrica la
mediterránea. En este caso la recepción y asunción de diferentes culturas debe
hallar su correspondencia, por un lado, hacia el Norte, o región continental,
mientras las segundas serán influidas por los Pueblos Mediterráneos y, más
concretamente, aquellos que han utilizado el río Ebro como cauce de
comunicación. Sin embargo tal separación tampoco puede ser considerada como
determinante en ultima instancia, ya que la actividad ha influido, por medio de
la trashumancia, en zonas en principio alejadas entre si. Un caso que podemos
citar como típico es el de las danzas de Ochagavia-Otsagi, danzas de palos
asociadas a las del ámbito mediterráneo pero ubicadas en el centro pirenaico
vasco debido, seguramente, al efecto de trashumancia de Norte a Sur y
viceversa. Una tercera división que podemos hallar a la hora de tratar acerca
de las Danzas Tradicionales vascas se centra en los Departamentos
Administrativos. No se puede obviar que la cultura vasco parlante se divide, en
primer lugar, en dos Estados, el Español y el Francés, y que ambos han optado
por formas administrativas diferentes, así, mientras en la actualidad el País
Vasco Peninsular o País Vasco-Español cuenta, por un lado, con las tres
provincias vascongadas (Bizkaia, Araba, Gipuzkoa) y con el reino de
Nafarroa-Navarra; el País Vasco Continental o País Vasco-Francés se compone de
Lapurdi, Behe-Nafarroa o Baja, y Zuberoa. Las influencias lingüísticas en ambos
territorios, sobre todo a partir del siglo XIX, han creado dos dialectos, a
nivel general, mutuamente excluyentes, que han encontrado su punto de unión
gracias a1 la Academia
Vasca o Euskaltzaindia en lo que se ha denominado como
euskera batua o lengua vasca unificada, tomando en consideración aspectos de
todos y cada uno de los dialectos hablados durante el siglo XX, siguiendo el
ejemplo judío.
Una nueva consideración de tipo
administrativo nos lleva a otra división acerca de lo que deba considerarse
como 'lo vasco". En este caso tomamos como referencia lo enunciado
anteriormente, donde el reino de Navarra-Nafarroa habia quedado al margen (motivo
de reivindicaciones políticas actuales), y donde el País Vasco-Francés o
Continental se incluía en la Región Administrativa más amplia de los Pirineos
Occidentales.
Ahora por el contrario, podríamos subdividir tales unidades administrativas en, al menos, regiones más o menos históricas en función del mapa previo a la unificación española, encontrando siete provincias primordiales: Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, Nafarroa y Behe-Nafarroa, y Zuberoa. Tales son las que, de aquí en adelante, vamos a considerar como Pueblo Vasco o Euskal Herria.
Mas, si queremos ser más
objetivos, no podernos obviar tampoco la división lingüística, ésta ha
observado diversas variaciones a lo largo de la historia, de modo que nos vemos
obligados a asumir como decisivas las conclusiones de LUCIEN BONAPARTE a
principios del siglo XIX. Según tan emerito investigador, la lengua vasca se
mantenía en la región occidental de Bizkaia, en el limite Norte de Araba, en
Gipuzkoa, Lapurdi, Behe-Nafarroa, y Zuberoa, y, por último, en la mitad Norte
de Nafarroa. Actualmente tal extensión se ha ampliado, no sin ciertas Nafarroa.
Actualmente tal extensión se ha ampliado, no sin ciertas controversias
administrativas, y puede considerarse, en general, a las siete provincias
enunciadas como pertenecientes al ámbito vasco.
Con todo lo anteriormente dicho
queremos resaltar el hecho de que según quién sea intérprete el País Vasco será
un tipo de realidad u otro, no otra cosa. Desde nuestra perspectiva Euskal
Herria debe ser considerada como el conjunto de las provincias de Araba,
Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, las dos Nafarroa, y Zuberoa. Las cuestiones
históricas las dejamos a otros entendidos. Sin embargo hemos de resaltar el
hecho de la interrelación existente entre las diversas regiones continentales
de manera que no se puede, por ejemplo, hablar de una danza o de una mitología
propiamente vasca, en el sentido en que tampoco puede hacerse de una propia de
Bizkaia.
Hasta el momento no hemos
conseguido más que delimitar el campo de actuación sobre el que vamos a tratar
: el conjunto de costas, valles y montañas, las divisorias administrativas y
poco más, pero también hemos visto cómo la vida de un Pueblo no puede ser
entendida como algo esencial o propio: no existe la esencia de 'lo vasco', lo
que puede deprimir a quien pretenda entender su carácter, dicho de otra manera,
"lo vasco' es una amalgama de culturas, algunos de cuyos aspectos han
incidido más que otros en la configuración de un carácter que se ha visto,
tradicionalmente encarnado en una mitología y una mitología.
Respecto al primer nivel, el
mitológico o del inconsciente colectivo, sin lugar a dudas JOXEMIEL DE
BARANDIARAN' ha sido su recopilador, y, pensamos, ANDRES ORTIZ-OSES' el
intérprete. Siguiendo al primero podemos estructurar un
Panteón Vasco o Vascongado, con
Mari como Diosa Madre, ésta es capaz de adoptar múltiples formas, tantas
cuantos elementos y seres pueblan el universo mágico de las tribus vascas, es,
pues, el ser supremo a quien todos veneran y reverencian, la encarnación de las
fuerzas telúricas, la
Madre Tierra originaria y, por lo tanto, la poseedora en
última instancia de los poderes dadores de vida o de muerte. El nombre de Mari
parece deberse a un proceso de cristianización en que los númenes paganos
fueron renombrados con los del santoral, de manera que la Mari ancestral, que muy
probablemente ha perdido para siempre su denominación, ha sido suplantada por la Mari actual, que, por cierto,
comparte numerosas características con los orígenes de la Virgen María.
Otros estudios, sin embargo,
parecen sugerir la derivación de Ma, término con que se designa o que forma
parte del nombre de la
Madre. Mari, Amari, Amaia, Amagoia, etc. son algunas de las
formas de llamarla. Es, como decimos, la representación máxima de las fuerzas
de la Naturaleza,
y como tal se comporta, siendo esencialmente ambivalente, nocturna y diurna,
buena y diablo (Etsai), es planta y roca, tempestad y subsuelo, animal y
humana. Tales atributos polifacéticos la convierte, sin lugar a dudas, en el
personaje mítico y legendario más interesante y central del panteón vasco, lo
que ha implicado el atractivo suscitado entre los investigadores. Ha sido el
Dr. ANDRES ORTIZ- OSES quien más ha resaltado tal posición de la mujer a nivel
simbólico en la cultura vasca en lo que ha dado en llamar "matriarcalismo
vasco" que, como se ha visto obligado a repetir en casi todos sus trabajos
a fin de no caer en equívocos, debe distinguirse de la ginecocracia o
matriarcado. Tal diferencia conceptual estriba en que mientras los
últimos hacen mención de una sociedad regida política y económicamente por el
sexo femenino, hecho este adoptado como hipótesis de trabajo sobre todo a lo
largo de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX (J.J.BACHOFEN' L.H.MORGAN',
F.ENGELS', J.G.FRAZER", etc.) la acepción del Dr. ANDRES ORTIZ-OSES se
centra únicamente en su aspecto simbólico y en la necesidad recuperar una serie
de categorías olvidadas por la racionalidad patriarcal greco-latina.
Enfrentamos, entonces, a una cosmovisión de tipo naturalista y no a la
existencia o no de régimen político concreto, o a un nivel de evolución de las
creencias u organizaciones familiares.
Varios han sido los autores que
han criticado la postura de ANDRES ORTIZ-OSES, sobre todo desde presupuestos
más funcionalistas, como la
Dr. TERESA DEL VALLE o JUAN ARANZADI". Sin embargo,
pensamos, dichas críticas deben su origen a una mala comprensión de fondo, y a
un interés velado en crear una Antropología más empírica y menos hermenéutica.
Pero Mari sigue ahí, y el
inconsciente colectivo de vez en cuando vuelve a rescatarla del baúl de los
olvidos. No hace mucho que en unos Encuentros Internacionales de Cultura Tradicional
se daba cuenta de tal hecho, y nosotros mismos hemos encontrado entre nuestros
alumnos y alumnas, y entre sus familiares, referencias de dicho fenómeno.
No es de extrañar que esto
suceda así en una sociedad que no ha vivido en carnes propias el capitalismo
más feroz hasta mediados del siglo XIX, y la invasión cultural hispana hasta
los años 60 de nuestro siglo, lo que ha permitido, por cierto, a antropólogos
de la talla de los sacerdotes BARANDIARAN y TELESFORO DE ARANZADI recopilar una
serie de cuentos, leyendas y mitos que han reconstruido dicho panteón.
Más, Mari, como se ha indicado,
es ambivalente, buena y mala, lo que se ha reflejado en otros genios de menor
valía. En primer lugar hallamos a sus hijos, Atarrabi y Mikelats, el benefactor
y el perverso, el que el cristianismo a elevado a los altares identificándolo
con Axular, el cura de Sara, y el que ha demonizado como representante de
Satán, rey de las tormentas, de la magia negra, de las enfermedades y las
plagas.
Nueva epifanía de la Diosa bivalente la
encontramos en unos seres liminares, las Lamiak, lamiñak, amilamia o elilamia,
todas ellas derivadas de Lamia, ser terrorífico y reina de Libia que, según la
leyenda se comía a sus propios hijos, si bien otras versiones mencionadas
por D. JULIO CARO BAROJA" la presentan como invidente o ciega a los
despilfarros ocasionados bajo su dominio, lo que llevaba a la muerte por
inanición de sus súbditos. El caso es que, por si, Lamia, término muy popular
en Euskal Herria no es propiamente vasco, sino importado por los invasores
romanos o culturas posteriores. Nuevamente, el genio liminar, aquél que se
aparecía al amanecer o al anochecer, quien ayudaba a los viajeros o los
extraviaba, pasa a ser con el cristianismo un ser aborrecible, insaciable
bebedora de sangre, causante de enfermedades y aliada de las fuerzas del mal,
de los seres nocturnos asumidos como pérfidos. La Lamia, asociada a las Ninfas
y Nereidas greco-romanas, a las habitantes de las fuentes y del subsuelo, de
los bosques y las cavernas, pasa así a ser identificada con la aojadora, la
perversa, la mala persona y la bruja.
Así surge un nuevo ser
mitológico vasco, la Sorgiñ
o bruja y los Aztiak o brujos, seres en los que cabe diferenciar una doble
naturaleza, - tal y como resaltan autores como RAFAEL CASTELLANO", así,
mientras por un lado son númenes equiparables a los anteriormente citados
(construyen puentes, dólmenes, castillos-, viven en cuevas, etc.), por el otro
reúnen a una serie de personajes marginales: viejas, desquiciados, personas
introvertidas o antisociales, de creencias no concordes con las de la
comunidad, etc. La bruja, entonces, vuelve a ser asociada a lo extraño, a la
magia negra, al aojamiento, al poder sobre la vida y la muerte (medicina
popular), al dominio de las artes curativas por medio de plantas y ungüentos,
etc. y, por tanto, condenable a la hoguera. Los estudios antropológicos
actuales se centran más bien en dichas concepciones de lo marginal en función
de parámetros culturales, políticos (de conquista, como el caso del inquisidor
D'LANCRE), económicos y de otra índole. No es aquí cuestión el plantear si las
brujas existieron o no, sino de comprender el por qué ciertas personas fueron
juzgadas por artes ocultas durante los siglos XVI y XVII, hasta comienzos del
XVIII, e incluso castigadas con la pena capital: la hoguera purificadora.
Los hechos parecen remitirnos a
las luchas de religión propias de la época, pero no podemos olvidar tampoco,
amén de la necesidad de controlar las fronteras políticas y los intereses
económicos, la persistencia de una mentalidad popular centrada en las fuerzas
de la naturaleza, opuesta, por lo tanto, a la imposición eclesiástica al uso.
Tal inconsciente colectivo se
basaba en la conceptualización de la Naturaleza toda como un ser animado (JULIO CARO
BAROJA aún recoge en sus escritos la pervivencia de algún tipo de animismo),
donde cada ser, cada planta, cada montaña y cada río asumidos en un sentido
antropomorfo. Ya hemos tenido ocasión de comprobarlo con las
Lamiñak, habitantes de fuentes, ríos, cuevas, simas, bosques, etc. pero no son
los únicos, Basajaun y Basandere son, respectivamente, el Señor y la Señora del Bosque,
semejantes a los Cíclopes de la literatura greco-latina, con quienes comparten
características comunes: son gigantes, pilosos, con un sólo ojo, en medio de la
frente, poco avispados, pero poseen a su vez los secretos de la técnica que
será robada, por un héroe (aunque a veces! ignoto), viven en los montes,
bosques y cuevas, roban ganados, etc. y son la quintaesencia del pagano o
montañés, del que vive entre hayas (fagus, lat.; pagoak, eusk.). Basajaun, que
toma los nombres regionales de Jentil, Antxo, Tartalo, Tantalo, etc. Y
Basandere quedan identificados, también, con las funciones desarrolladas por las
Lamiñak.
Muchos más son los genios que
componen el panteón vasco, todos ellos por lo general amalgamados y
entrelazados, sin embargo no creemos que sea el momento de tratar sobre los
mismos una vez haber ofrecido una panorámica general del estado de la cuestión.
Preferimos, por el momento, ofrecer un simple esquema u organigrama de dicho
panteón e invitar al lector a que se adentre en sus entresijos sobre todo a
partir de la obra de JOXEMIEL DE BARANDIARAN.
Seguramente un analista japonés
encontrará grandes similitudes entre lo que se ha ido afirmando hasta el
momento y sus propias vivencias en su territorio. No es de extrañar si tenemos
en cuenta que las necesidades básicas de unos y otros son también equivalentes:
el pastor se encuentra sólo en todo lugar y ha de contar con los elementos a su
alcance para dar explicación de los hechos. Para ello toma lo que tiene a su
mano, montes, ríos, animales diversos, plantas, y les da forma humana con
quienes conversar. Dichos
elementos, entonces, se le apareen como benignos y malignos a un tiempo, e
inventa historias que explican el por qué de los mismos (si cuidas a la
serpiente ésta te responde y es buena, pero si la olvidas se asilvestra y es
perjudicial como parece afirmar cierta leyenda vasca).
Más tarde, con la influencia de
otras culturas, los genios 0 representaciones de las fuerzas naturales van
intercambiando sus nombres, sus funciones Y su ser, y lo que antes era simple
ahora es más simple aún, pero a un nivel diferente. Nuevos dioses ocupan el
lugar de los antiguos, pero los sentimientos de base siguen siendo idénticos.
Tal tipo de evolución o
desarrollo no se ha efectuado sólo a nivel simbólico, las ciencias han adoptado
el mismo ejemplo, aunque no sea el momento de demostrarlo.
Por último llegamos al ritual, y
más concretamente a las danzas tradicionales. En alguna ocasión nos preguntamos
sobre el por qué de las mismas y, como forma de salir del apuro en una
conferencia un tanto apresurada optamos por seguir la práctica habitual de los
oyentes a quienes iba destinada la misma. ¿Por qué se baila en la actualidad? a
quienes iba destinada la misma. ¿Por qué se baila en la actualidad? La
respuesta fue nula si bien alguien se atrevió a decir que para divertirse.
Pero, ¿Qué quiere decir la danza? La pregunta se las traía, ya que suponía que
la danza realmente quería decir algo que aún no habían descubierto. La
respuesta, impertérrita. ¿Qué queréis demostrar al bailar en una discoteca?
Nuevo silencio. Más, entonces, ¿por qué bailáis como lo hacéis? La respuesta,
acrítica, es por lo general que así debe hacerse. ¿Por qué? Porque así lo
muestran los medios de comunicación. Pero, ¿Qué quiere decir? ¿De donde
proviene? Mutismo. Viendo que no llegábamos adonde queríamos propusimos variar
la orientación de las preguntas: ¿Cuándo vais a bailar? La respuesta fue
generalizada: en los fines de semana. Sin embargo esto no bastaba, ¿cuándo
vais? 'miradas oblicuas y respuestas sin ofrecer... ¿con la
familia? respuesta afirmativa. Y con los amigos, y con la gente del Pueblo en
las fiestas patronales... Habíamos llegado a una conclusión: la función
de la danza establece un vínculo, una relación grupal y un modo de acceder a
otros grupos o personas. Sin embargo no era suficiente y preguntamos: ¿Qué
sucede en la discoteca a la que vais? Nueva incertidumbre. ¿Qué sucede,
entonces, si no vais con vuestro grupo? La respuesta fue que se quedaban al
margen, que al día siguiente no podían seguir la conversación... La
imagen de la relación interpersonal por medio de la danza y la música se
confirmaba en un grupo pequeño. Así y todo no era bastante y había que
profundizar más. ¿Qué veis cuando entráis en la discoteca? Gente bailando...
gente bebiendo... gente hablando... gente trabajando... mucha gente.
Tal punto de vista nos muestra cómo la discoteca actual sirve de, por un lado,
punto de reunión de diferentes culturas o grupos, por otro, es una ocasión de
entablar nuevas relaciones; por otro da cohesión al grupo; y por último, divide
a la población entre actuantes y pasivos momentáneos. La siguiente pregunta
parecía repetirse con las anteriores: ¿Por qué bailan como lo hacen, con esos
movimientos? Nuevo mutis y nueva variación en las preguntas: ¿Por qué se pone
la música que se pone? La respuesta: por ser la que está de moda, la que gusta,
etc. Más, ¿desde cuando se establece esta moda? Y, sobre todo, cual es su
ritmo. Casi fue gracioso comprobar como todo un curso de unos 12 arios
respondían al unísono: chun-chun-chun... Tal ritmo no se corresponde en
absoluto con los armónicos de la danza tradicional, pero permitían, por
oposición, vislumbrar los por qué de aquella. La danza tradicional vasca
responde a las mismas necesidades de aceptación grupal que la moderna. La chica
elegida no puede negarse a participar en la misma salvo que quiera ser relegada
a la marginalidad, y la que quiera ser elegida como primera dama deberá poner
todo su interés y encanto en tal función. La danza tradicional, entonces, hace
fuertes los lazos de unión generacional, permite el establecimiento de
relaciones más o menos duraderas o perecederas, pero, en definitiva, contribuye
al establecimiento de parejas estables. Una primera función
queda así delimitada. Más, aún quedaba en suspenso el por qué de tales
movimientos. La clave de la respuesta la habíamos encontrado en el ritmo, en el
chun-chun-chun machacón. ¿A qué se debe tal ritmo, desde cuándo se realiza y de
dónde proceden los grupos más famosos en Bizkaia, que es donde realizábamos tal
encuesta? Las primeras cuestiones quedaban en el aire, pero la tercera era
clara: de la Margen
Izquierda de la
Ría (zona minera e industrial) o de zonas propiamente
industrializadas. El ritmo machacón se corresponde con las zonas
industrializadas, del mismo modo que la música repetitivo debla responder a una
economía agro-pecuaria en que los cielos se suplen unos a los
otros. Los motivos de las danzas tradicionales, en general,
quedaban así revelados. A partir de entonces sólo convenía establecer las
diferencias coreográficas entre unos y otros.
En la danza tradicional vasca,
lo mismo que en todos y cada unos de los ámbitos culturales que se han ido
citando hasta el momento, no existe algo esencial que pudiéramos diferenciar de
un modo nítido como "lo vasco", y así las interrelaciones, amalgamas e
imbricaciones marcan la tónica general. Caben, además, múltiples preguntas
referentes a las danzas tradicionales vascas que debieran realizarse a modo de
preámbulo pero de muy difícil contestación, amén de que cada una de estas
conllevaría un tipo de estudio, una metodología y unas conclusiones divergentes
entre sí. A modo de apunte vamos a resaltar las siguientes cuestiones: Quien
estudia la danza tradicional vasca, ¿qué entiende por danza? Un análisis
exclusivo de las coreografías cultas, o de las populares (nuevo término de
difícil precisión) desemboca necesariamente en conclusiones diferentes. Además,
¿ha de incorporarse el ballet? y, si es así, ¿la conjunción de ambos modelos
interpretativos puede ser considerada como danza tradicional? El profesor de
danza-ballet vasco JON BEITIA" así parece entenderlo, y folkloristas de la
talla de JUAN ANTONIO URBELTZ", sin llegar al extremo del anterior, han
dado grandes pasos no solo en la recopilación y escenificación de las Danzas
Antiguas, si no que, por otro lado, las han amoldado al interés de un público,
sobre todo internacional.
Otros coreógrafos y etnógrafos
vascos como SABIN EGIGUREN" o IÑAKI IRIGOYEN", por el contrario, han
dirigido sus pasos al almacenamiento más fiel posible de las ejecuciones año
tras año, con filmaciones y recogidas de datos particulares, línea de
investigación compartida también por EMILIO XABIER DUEÑAS". El último
investigador, además, se ha ido adentrando cada vez más en las actas de
municipios y otras instituciones que pudieran explicar los orígenes y
variaciones realizadas en tales representaciones festivas. A pesar
de entender desde nuestro punto de vista que tan enorme trabajo es baldío si
pretende encontrar unos orígenes puros, hemos de reconocer su mérito laboral al
permitir atestiguar sus realizaciones en fechas concretas. La metodología
historicista nos ha servido de base, así, a la hora de crear mapas
coreográficos y variaciones particulares en las mismas.
Pero si el término
"danza"" ha suscitado tales controversias, no menores han
surgido del uso de lo "tradicional'. Diversos autores del antiguo curso
han entendido por tal algo propio o esencial al Pueblo analizado como son los
casos, durante los siglos XVIII y XIX del sacerdote LARRAMENDI", o de JUAN
IGNACIO IZTUETA" al tratar de las danzas guipuzcoanas. Su interés, parece
ser, estribaba en diferenciar dentro de 'lo vasco" a "lo
guipuzcoano" de "lo vizcaíno", que en esa época era considerado
corno la esencia vasca. Tales autores, por tanto, han descrito muy
pormenorizadamente cada uno de los pasos y figuras de las danzas propias de su
territorio, sin caer en la cuenta u obviando voluntariamente las relaciones
existentes con zonas limítrofes. Lo 'tradicional', entonces, se ha convertido
en arma política, con intención o sin ella.
El hecho es que las diferentes
coreografías han ido intercambiando sus ejecuciones, han incluido nuevas
provenientes del exterior, y han hecho evolucionar otras que en un principio
formaban un sistema, para, introduciendo las novedades precisas, adquieran más
vistosidad al precio de perder su originalidad. Tal es el caso de la Dantzari Dantza
propia del Duranguesado vizcaíno, tal y como expondremos al final de nuestra
disertación.
Para concluir este aparte acerca
de las danzas tradicionales vascas, y tras analizar los dos primeros términos
encontramos que el tercero tampoco carece de controversia propia: ¿Hemos de
entender por vasco únicamente aquello ejercido por los vascos o vascones? ¿Es
decir, aquéllas tribus que durante el imperio romano ocupaban la región de la
actual Nafarroa? Si es así, las únicas posibles danzas vascas serían las del
reino navarro, que, por otra parte ha variado sus fronteras a lo largo de la
historia.
Entonces, ¿podemos considerar
como "danzas vascas' aquellas ejecutadas por las gentes que dominan la
lengua vasca (lingua navarrorum)? Entonces nos hallamos ante una posible
división analítica: danza vasca sería tanto la realizada dentro del País Vasco
(actual o no), cuanto las ejecutadas por emigrantes a otras tierras. Por otro
lado, ¿Es vasco sólo quien domina la lengua vasca, a pesar de que sus
inclinaciones políticas se orienten hacia la unión con otros pueblos de
culturas diversas? ¿Lo es quien domina su lengua a pesar de haber nacido en
otras tierras? ¿O acaso quien ha nacido en alguna provincia vasca a pesar de no
comprender su idioma? ¿O, incluso quien desciende de padres que responden a
alguna de las características anteriores pero que han nacido allende sus
fronteras? Es decir, ¿qué da la marca de "vasco', la lengua, el solas o
territorio, o la sangre? Los Antropólogos aún no se han puesto de acuerdo, y lo
que es más grave, no parecen hallar solución a tal cuestión.
¿En qué consiste, entonces, lo
que podemos entender por "danza tradicional vasca" si no somos
capaces de hallar una definición unánime "danza", para
"tradicional" ni para vasca?
Desde nuestro humilde punto de
vista no podemos dar siquiera una aproximación a una respuesta satisfactoria,
de manera que vamos a optar por el modelo más simple, el de considerar como
danza tradicional vasca aquel conjunto de realizaciones coreográficas
efectuadas dentro del territorio de habla vasca (aunque sea en proporciones muy
bajas, como el caso de Araba), que se corresponda en lo general con
administraciones particulares (con la salvedad del País Vasco Francés, que
actualmente aún se encuentra englobado en el Departamento de los Bajos
Pirineos), pero cuyo nexo de unión pueda ser la lengua.
Así pues, "lo vasco"
vamos a entenderlo prima facie como lo que se corresponde actualmente a las
provincias de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, Nafarroa (Behe-Nafarroa eta
Goi-Nafarroa) y Zuberoa, obviando por un lado la pérdida lingüística en el
occidente vizcaíno, la casi totalidad de Araba, y la mitad sur de Nafarroa;
pero dejando a un lado también la toponimia que, hasta el siglo IX se extendía,
según los investigadores, hasta las cercanías de Andorra, y otras cuestiones de
tipo administrativo y político.
Por otro lado, vamos a incluir
dentro del concepto de "danza" no sólo al baile o la danza en sus
sentidos etimológicos, sino a cualquier tipo de amalgama efectuada antes del
primer cuarto del siglo XX, o fines del XIX (1889). Tomamos tales fechas como
hitos esenciales debido a que a partir de las mismas tenemos constancia de la
celebración de Juegos Florales con concurso de invención de coreografías. Es
decir, a partir de fines del siglo XIX se crean danzas nuevas y las anteriores,
sobre todo en función de la
Guerra Civil Española (1936-1939), se exportaron a regiones
que no las poseían. Tal es el caso de la Dantzari Dantza
asumida como baluarte del nacionalismo vasco durante la guerra y la posguerra,
de manera que fue ejecutada y asumida como propia por IE población autóctono
del Norte del Pirineo, encontrando su origen, como se ha indicado, en Bizkaia.
Nuevo ejemplo lo encontramos en
la denominada época de transición de la dictadura franquista (1936-1975) a la
democracia formal burguesa En ese momento se ve a nivel político y cultural la
necesidad de crea] una danza nacional (lo mismo que una lengua nacional que hi
desembocado en un pseudo-euskera o vascuence fruto de la unión de cada una de
las regiones, hasta el punto de que hoy en día el verdadero euskera se ha
perdido casi por completo, pero mantenemos la conciencias tranquilas tras
aprender el euskera batua o unificado) que debía representar no sólo la
"esencia" de 'lo vasco", sino que también debía ser vinculo
integrador de la
Comunidad Foral Navarra, dejada un lado en los Estatutos de
Autonomía.
De ahí la asunción de
Larrain-dantza o Danza de Las Eras como coreografía aglutinadora: se trata de
una danza "nueva", en el sentid de que ha sido recopilada
recientemente; Navarra, de las Tierra de Estella, lo que, al asumirla como
danza nacional vasca implicaba 1a
inclusión de Nafarroa a nivel simbólico en las aspiraciones nacionalista de
creación de un Estado; es, además, una danza mixta, y por tanto d igualdad
sexual; y que se realiza en sentido contrario a las agujas di reloj, tal y como
lo hace la mayoría (con la salvedad de la de Urdiain) de las danzas vascas,
pero, a su vez, incorpora elementos 'no vascos por lo que los Gaiteros de
Pamplona la han considerado como un híbrido o danza de transición entre lo
"propiamente vasco" y lo que no lo es.
Más como hemos ido diciendo, las
danzas tradicionales vascas no son algo frente a lo que el visitante extranjero
se encuentra e identifica de un modo univoco diciendo 'esto es vasco, esto no
lo es". El propio observador debe darse cuenta de que unos kilómetros más
al Sur, más al Este o más al Oeste va a hallar rituales semejantes.
Pero nuestro cometido es el de
explicar la danzas tradicionales vascas, es decir, lo que entendemos por coreografías
populares propias de las sociedades agropecuarias previas al siglo XX, que
contienen una estructura simbólica, y se muestran conformes a una cosmovisión
que hemos denominado como matriarcalista-naturalista, es decir, centrada en las
fuerzas de la naturaleza, los sentimientos y sentidos, enfrentados a la
racionalidad patriarcal occidental.
Una vez entendido todo lo
anterior podemos acercamos a las danzas tradicionales vascas, siempre y cuando
se comprenda el sentido que desde aquí se les va a dar.
Contamos con una serie de
danzas-juego, como son las de repetir lo que hace el primero, como
el introducirse en una cabina de teléfonos... realizar gestos, etc. 0 bien,
dentro de esta categoría, la de, con los ojos vendados atizar a un cubo suspendido
y que contiene regalos o caramelos, de manera que quien lo logra adquiere sus
ganancias.
En otras ocasiones, como
oillar-jokua o antzar-jokua se trata de, en el primero de los casos enterrar un
gallo o gallina dejando al descubierto sólo su cabeza que deberá ser cercionada
por el danzante o jugador con una espada, pero con los ojos tapados. En el
segundo de los casos se trata de lo mismo pero con gansos, bien sea mediante la
cucaña en horizontal o en perpendicular. Son juegos de muestra de lo diestros
que son sobre todo los varones.
Otras danzas repiten los
quehaceres domésticos, o laborables, como es el caso del Zapatain-Dantza o
imitación de la habilidad del zapatero. En otras ocasiones las danzas sirven
para demostrar habilidades de equilibrio personales, como en el caso del
Txakoliñ, saltando sobre dos palos cruzados, en ambas direcciones.
Las danzas, así, sirven de solaz
del público en relación a un sólo participante, por lo que su realización es un
tanto individualizada. En contra hallamos las danzas sociales por antonomasia,
aquéllas que requieren la formación de un grupo, y que pueden adoptar dos
formas:
a. -Las Danzas Circulares:
adquieren por lo general dos formas difereciadas, por un lado las danzas
Semicirculares simples, al estilo de la Gizon-Dantza, donde los hombres tomados las manos
van introduciendo a las mujeres en la
Soka o cuerda de danza, concluyendo en una danza mixta:
Fandango y Ariñ-Ariñ; por otro, la parejas salen a la plaza en pareja o las
mismas forman sin mayores preámbulos (Ttun-ttun, Ingurutxoak..), En ambos casos
el sentido siempre el contrario a las agujas del reloj, lo que CURT SACHS'
interpreta, en el hemisferio Norte, como un claro simbolismo lunar, frente al
solar o en sentido de las agujas del reloj, tal y como sucede en Urdiain
durante la festividad del solsticio de verano o de San Juan.
b. -En segundo lugar, las Danzas
Circulares pueden ser caóticas, como las Biribilketak y las Dantza Luze, donde
lo danzantes de ambos sexos van deambulando en función de los designios del
primero.
Otro tipo de clasificación
depende del instrumental utilizado, así, y siguiendo las indicaciones de CURT
SACHS y sus discípulos y discípulas podemos diferenciar las danzas de palmada
que derivan en las de palos pequeños, la Esku-dantza evolucionaría entonces en
zaragi-dantza.. Estas pasarían a los golpes de palos grandes, como la Makil Jokuak, y de
ahí a las danzas de espadas o Ezpata Dantzak, concluyendo en las danzas de
arcos o Uztai Dantza. Representaciones de cada uno de los estadios enunciados
contamos en las coreografías del territorio vasco. Su evolución lineal, sin
embargo, cuenta con diferentes oposiciones.
La primera cuestión que se ha
planteado se ha centrado en el por qué de tales divisiones, y en el por qué las
danzas de palos han de considerarse como previas a las de espadas, por ejemplo.
Ezpatadantza Leitzan
La respuesta, ofrecida por el propio CURT SACHS, por su discípula VIOLET ALFORD" y por el seguidor de la misma JUAN ANTONIO URBELTZ, afirmaban que esto ocurría así por el sentido numénico de los herreros (siguiendo las indicaciones de MIRCEA ELIADE), grupos marginales que hubieran permitido mantener tal tipo de ritual. Las danzas de espadas suplen a las de palos por la adquisición de una nueva técnica asociada a una cosmovisión mágica que implica que a mayor ruido los genios benignos de la naturaleza actúan con mayor celeridad.
Tal hipótesis, sin embargo, fue
prontamente respondida por LUCILE ARMSTRONG' al constatar que las danzas de
espadas no siempre se encontraban cercanas a la zonas mineras. ¿Se trataba,
entonces, de formas diversas de manifestación de un mismo evento? ¿Había
difusión o transmisión de conocimientos? La hipótesis de que se trataba de
danzas ferronas se abandonaba en favor de una concepción más agraria: las
danzas de espadas servían para crear más ruido, y no por responder a
necesidades de tipo económico.
Una nueva orientación la
hallamos en L. GIL y en MARIUS SCHNEIDER', quienes pretenden comprender las
danzas de espadas como rituales de curación o medicinales, de manera que, el
'enfermo' ha de "morir" simbólicamente a fin de acceder a un nuevo
tipo de vida.
Esta hipótesis ha sido tomada en
consideración también por TXEMA HORNILLA', discípulo heterodoxo del Dr. ANDRES
ORTIZ-OSES al preconizar la existencia de un tipo de Ginecocracia Vasca y al
suponer que la sociedad vasca, en algún momento, fue shamánica, lo que,
pensamos, se opone a las mismas fuentes utilizadas por el autor en un sentido
al menos limitado. No se puede hablar con propiedad de tal sociedad, aunque
algunos caracteres sean comunes.
Por nuestra parte hemos optado
por diferenciar varios cielos coreográficos, algunos de los cuales responden al
ritual de iniciación de los jóvenes, mientras otros parecen deberse a rituales
medioambientales o naturalisticos (según la concepción del citado Dr. ANDRES
ORTIZ- OSES). Las danzas de espadas, así, deben ser interpretadas cada una en
su contexto, teniendo en cuenta no sólo el instrumento utilizado, o la función
conocida del mismo, sino también lo desconocido, lo numénico y simbólico,
aquello que pueda dar luz al sentido último de su utilización. Concretamente,
nuestra tesis doctoral se adentraba en el por qué de las danzas de espadas en
el Duranguesado Vizcaíno, cielo de danzas que cuentan con una exhibición de la
bandera, ante la que todos los danzantes se postran en serial de respeto, y que
ondea sobre sus cabezas, según interpretamos a fin de darles protección. A
continuación, durante la festividad, se realizan una serie de danzas, algunas
de las cuales se relacionan con los números, como son las de a uno (Banangoa),
las de a dos (Binangoa), las de a cuatro (Launangoa) y las de a ocho o caótica
(Zortzinangoa). El mundo, según entendemos, ha sido creado, por lo que queda
saber su motivo: si se realiza el Txotxongiloa en que el protagonista muere
para ser resucitado, la pantomima puede deberse a un ritual de curación. Si,
por el contrario, culmina en las danzas del árbol, entonces se escenifica la
recreación de la Naturaleza,
etc.
En tal ciclo se han intercalado,
o al menos así lo interpretábamos, danzas tanto de espadas como de bastones,
siendo, por lo demás, las primeras semejantes en estructura a las segundas, lo
que pudiera interpretarse como una disociación de la más simple.
Idénticas danzas pueden
representar diversos quehaceres - dice MIRCEA ELIADE -, por lo que el análisis
hermenéutica de las mismas debe asentarse, sobre todo, en la
contextualización, en la fecha de su ejecución, en el conjunto de creencias, en
las labores propias de la época del año, en las actividades parejas, etcétera;
podemos entonces hallar danzas de Primavera, o del Estío, u Otoñales, o, por
último, aquellas más próximas a las navidades, tal y hace en su trilogía JULIO
CARO BAROJA. Otros autores han preferido, sin embargo y como ya hemos visto
anteriormente, una óptica más histórica, cual es el caso de IÑAKI IRIGOYEN. Por
último, las estructuras coreográficas de las danzas tradicionales vascas han
sido resaltadas por CURT SACHS y sus seguidores, en cuyo entorno debemos ubicar
a JUAN ANTONIO URBELTZ.
El estudio del significado de
las danzas tradicionales vascas, así, ha ido evolucionando con el tiempo, ha
ido tomando forma y adentrándose en terrenos conceptuales cada vez más amplios,
de manera que hoy el día no basta con la mera descripción del evento, ni tan
siquiera con si historia, cada vez es mayor la demanda, sin embargo, de ensayo
multidisciplinares, que hablen también de las concepciones espaciales
temporales, que aquí han sido simplemente esbozadas sin profundizar o las
diferencias existentes entre las gentes de mar, los habitantes de los valles o
de las montañas, o incluso entre los diferentes municipios que conforman la
realidad social a estudiar. Hemos abierto una vereda, pero no hemos concluido
el camino, cuyos frutos se irán vislumbrando con el discurrir del tiempo. La
temporalidad, las ideas propias sobre el calendario, la recopilación de dichos,
refranes y sentencias acerca de la misma han de poseer también gran relevancia
a la hora de acercarnos al simbolismo coreográfico. Tras ambos análisis, la
actividad laboral debe ser tenida en cuenta, y cada representación ser
interpretada conforme al tipo de trabajo apropiado. Un nuevo apartado consiste
en las relaciones de parentesco, de vecindad, de grupos de edad o de sexo
instauradas e incluso institucionalizadas entre los participantes, las mismas
nos permitirán establecer nuevas cohesiones y una hermenéutica más
profunda. También el sistema jurídico y, en general, toda la
superestructura ideológica tendría que ocupar su lugar en tales
investigaciones, lo mismo que la medicina, la técnica propia de cada época,
etcétera.
La danza tradicional vasca
aparece así como una verdadera red de conexiones con multitud de disciplinas, y
no como algo espurio, esencial, inmaculado, sino más bien como un gran tapiz
coloreado, con mancha sobre mancha, remendado con trozos de otros tapices
provenientes de otras culturas, con pinturas cuyas composiciones primigenias
han olvidado sus realizadores, más aún teniendo en cuenta que en ocasiones han
copiado de lugares ajenos completamente a sus propios conocimientos.
Queda, sin embargo, la esperanza
de poder ir levantando poco a poco y una a una las diferentes capas del
conjunto, el ansia de poder analizar cada elemento por separado, comprobando el
posible origen de cada uno de los elementos, y acceder entonces a una
explicación particularizada de los que el lienzo ha sufrido.
En este sentido nos vemos
obligados a reconocer nuestras propias limitaciones. Hemos procurado a lo
largo del presente artículo ir marcando algunas orientaciones y claves
hermenéuticas, conscientes de la imposibilidad de ofrecer un estudio
concluyente. Sin embargo, si las mismas sirven para que un futuro investigador
pueda profundizar aún más, nos veremos gratamente agradecidos y sobradamente
cumplido nuestro objetivo.
De este modo, el análisis que
aquí presentamos sólo puede concluir u ofreciendo un listado de las danzas
actualmente consideradas como tradicionalmente vascas, o creando un mapa
coreográfico donde se reflejen las mismas. Con ánimo de no decepcionar a
nuestros lectores japoneses hemos optado por asumir como propia la
clasificación realizada JUAN ANTONIO URBELTZ, siguiendo las estructuras de CURT
SACHS, en que aparece la mayor parte de las coreografías vascas, para, por
último, plasmar las mismas en un mapa que permita acceder a las mismas con un
mínimo esfuerzo.
0 comentarios:
Publicar un comentario