Llegada
la democracia a Argentina en 1983 se veía a la educación de dos maneras muy
distintas; por un lado como un instrumento para armar ese modelo deseado, como
palanca para conquistar y conseguir la democracia y por otro lado, como un bien
para negociar, como un bien de cuya distribución podría depender la
construcción de una de las dimensiones de ese modelo más amplio que era el de
la equidad distributiva o justicia social, aspectos olvidados durante la
dictadura militar.
Se dijo
una vez que el régimen militar había fracasado políticamente, pero que había
sido exitoso ideológicamente y que, en consecuencia, había conseguido una
penetración capilar en la sociedad.
La iglesia y las fuerzas armadas, jugaron un
papel hegemónico en la conformación del escenario educativo de los 15 años
previos a la transición, con una breve interrupción en el período que medió
entre 1973 y 1976. Ellas habían logrado imponer direccionalidad a las
tendencias del desarrollo educativo, que se había manifestado en que el desarrollo
educativo en la Argentina
en cuatro sesgos principales: el primero de
esos
sesgos era el elitismo; el segundo, el autoritarismo; el tercero, el
oscurantismo,
y el
cuarto, el eficientismo.
En 1984
ante el derrumbe de la hegemonía militar, se creyó que Argentina tenía partidos
fuertes y se creía que ese estado de movilización podía ser profundizado y
canalizado por los partidos políticos. El Partido Radical creía firmemente en esta
posibilidad de conquistar un consenso democrático. Con esta convicción, promovió
desde el Poder Ejecutivo la promulgación de una ley para organizar un gran Congreso
Pedagógico Nacional que fué modificada por el principal partido de la oposición
-el Partido Justicialista- en el sentido de darle todavía mayor contenido
participativo. Por la unanimidad del Poder Legislativo, se convocó al
mencionado Congreso Pedagógico Nacional para que la sociedad, en su conjunto,
discutiera el presente y el futuro de la educación.
El
resultado de esa experiencia, que insumió grandes energías, tuvo un alto costo
económico
y demoró en cuatro años la puesta en práctica de innovaciones y de
reformas
de fondo.
Congreso Pedagógico
Nacional. Actores y tensiones
En abril
de 1986, se realizó el acto oficial de apertura del Congreso Pedagógico
Nacional
(CPN), en el Teatro Nacional Cervantes, el cual duraría hasta la Asamblea Final
realizada en Córdoba en febrero-marzo de 1988.
La
participación tuvo diferentes matices a lo largo del Congreso. El sector de la
educación pública estatal intervino a partir de la libertad de acción, sin
contar con una estructura que tendiera a la organización sistemática de
propuestas. Incluso el gremio docente desestimó la convocatoria al Congreso y
se limitó a observar lo que pasaba sin tomar conciencia de la importancia de su
palabra. En cambio, el sector que representaba la enseñanza privada, con mayor peso de la Iglesia Católica,
logró un nivel de organización mucho más importante, pues se valieron de
distintas convocatorias desde las escuelas y las iglesias, lo que generó debates
y propuestas sólidas. La constante participación de la Iglesia Católica
en muchas provincias opositoras al
gobierno,
hizo tambalear la balanza para su lado.
Más allá de
las dificultades en su desarrollo, el CPN fue un acontecimiento inédito
dentro de
las experiencias pedagógicas argentinas, por la gran participación que generó
porque
lograron “tener voz” muchos de los actores involucrados con la educación y, por
haber sido una oportunidad para dar lugar a debates educativos pendientes.
Política Universitaria:
Se
reincorporaron los docentes y empleados expulsados por el gobierno militar
(R.M. 56/83). También se rehabilitó el derecho de los docentes y empleados de
trabajar en establecimientos de enseñanza privada y se garantizaron algunos derechos
que sostenían condiciones de trabajo docente (como, por ejemplo, el derecho a huelga).
Política Educación
Secundaria:
A partir
de 1985 se implementó un nuevo sistema de evaluación en todos los
establecimientos
de educación secundaria, y tuvo varios cambios. La metodología
evaluativa
se realizaba a partir de la ‘verificación’ del cumplimiento de objetivos,
otorgando
a los alumnos varias instancias de recuperación de saberes, de manera de dar mayores
oportunidades para lograr los aprendizajes de los contenidos establecidos. Este
sistema suscitó varias críticas, principalmente, por las modificaciones que
implicaba en la concepción de evaluación
BIBLIOGRAFIA:
-LAS REFORMAS EDUCATIVAS EN LAS TRASICIONES DEMOCRATICAS. Instituto de Cooperación Iberoamericana ICI-1990
-NATALIA
DIAZ, Procesos
de estructuración y definición del currículum
para el ciclo básico de la
escuela secundaria en la transición democrática argentina (1983-1989), 2009
En buenos aires a 20 del 6 del 2013
Aitor Alava
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