sábado, 7 de marzo de 2015

NAFARROAKO DANTZAK




NAFARROAKO DANTZAK

El patrimonio inmaterial coreográfico de Navarra incluye danzas y bailes de distinto origen y naturaleza. Desde viejas danzas rituales con varios siglos de historia documentada hasta bailes que fueron populares en su día y que por desplazamiento de su significado social han quedado fijados en el folclore.


Unas y otros se contemplan como testimonios residuales de solemnes actos religiosos o de diversiones campesinas. No hay acuerdo entre los expertos para una catalogación de las danzas y el esquema que aquí se propone combina, para mejor comprensión, criterios morfológicos, sociales y cultural-interpretativos. La corriente revitalizadora de las tradiciones iniciada a partir de los años setenta del siglo XX evidencia los procesos de identificación sociocultural que la animan y que reformulan las danzas y modifican su significado

Las danzas de palos


 El paloteado

El paloteado o dance es un combinado escénico popular que reúne elementos de muy diverso origen y carácter, como el discurso hagiográfico que el mayoral dedica al Patrón, la pastorada entre el primero y el rabadán, la intervención del malintencionado diablo que será derrotado por un ángel, las danzas que jalonan la representación, los dichos de los danzantes y la sátira del rabadán. Las danzas suelen ser mayoritariamente de palos cortos - de ahí la genérica denominación del evento-, de arcos, de cintas, muy raramente de espadas. La función solía incluir otros números como los castillos humanos.


El paloteado se localiza en la ribera meridional junto al río Ebro y sus afluentes, el Queiles y el Alhama. Se celebra en honor al santo patrono de la localidad. La villa de Cortes ha sido la única que, entre la decena larga de localidades con dance propio a finales del XIX, lo ha conservado vivo ininterrumpidamente. Tras un proceso de recuperación iniciado en la década de los años setenta del pasado siglo, se ha revitalizado la mayoría de ellos y creado otros: Monteagudo, Murchante, Ribaforada, Fustiñana, Barrio de Lourdes de Tudela, Ablitas....


El Paloteado navarro forma parte del sistema de dances que siguen el curso del Ebro casi en su totalidad y presenta grandes semejanzas con los dances aragoneses del Somontano del Moncayo. Paralelamente, el paloteado se relaciona con la cultura pastoril pirenaica de la que es en buena parte deudor, en concreto por las danzas de palos y las pastoradas, por causa de la vieja institución de la trashumancia.


En esquema, el paloteado navarro presenta el siguiente programa: entrada del cortejo a la plaza o tablado con baile de los danzantes; saludo del mayoral y discurso al santo patrono; entrada del rabadán; pastorada del mayoral con el rabadán; irrupción y discurso del diablo; sainete del ángel y el diablo; nueva escena del rabadán y mayoral y entrada de los danzantes; cortesías de los danzantes al Santo y réplicas del rabadán; danzas; monólogo mordaz del rabadán; danzas; despedida del mayoral y danzas de cierre.



El paloteado de Cortes


El dance de San Miguel de Cortes se celebra el día de la festividad del arcángel, 29 de setiembre, y tiene como protagonistas a los ocho paloteadores junto con el mayoral y el rabadán. Intervienen en la representación otros dos personajes: el diablo y el ángel. El grupo acompaña al Ayuntamiento hasta la Iglesia para salir en procesión durante la cual palotean el reposado pasacalle. Ante San Miguel por la mañana y ante el público por la tarde los danzantes bailan las cortesías, una breve pieza de salutación sin paloteo en la que participan mayoral y rabadán y que sirve para el cambio de posición de los bailarines. Por la tarde, sobre un tablado levantado en la plaza tiene lugar la función con inclusión de todo el repertorio. Las autoridades contemplan el acto desde el balcón mientras la imagen de San Miguel lo preside en el propio tablado.



En Cortes las danzas se interpretan en un sólo bloque justo antes del final. Las danzas que integran el ciclo son cuatro: dos de palos ( el vals y la jota) y dos trenzados (el sencillo y el doble) y ninguna de ellas es exclusiva de Cortes pues con alguna variación pueden encontrarse en otros dances próximos. La extensión y popularidad de las melodías es aún mayor. En particular, las cortesías, la jota (en Gallur la llaman postillón) el trenzado sencillo y la muy conocida la patatera (trenzado doble). Adviértase que aunque el vals y la jota corresponden musicalmente a su denominación se trata de danzas de palos.


Los paloteadores de Cortes visten camisa, calzón y medias blancas. Una chaqueta blanca de lana y un pañuelo rojo terciado al pecho sobre ésta completan el atuendo. Van tocados con un zorongo y calzan zapatillas blancas con fino ribete colorado. Los palos torneados y pintados de blanco y rojo suele medir casi medio metro de longitud.


Hay datos que avalan la existencia antigua en el programa de una batalla de moros y cristianos que los propios danzantes representaban y que incluía personajes y textos además de una danza final de espadas. También hasta finales del siglo XIX se incluía en la función un sencillo Castillo o Torre humana, que al igual que en otros pueblos navarros (v. gr. Murchante), era coronada por el rabadán al grito de ¡Viva San Miguel! Las danzas, tradicionalmente masculinas, se conservaron en los años setenta del pasado gracias a la incorporación de varias chicas al grupo ante la ausencia de varones. Tras la crisis, la fiesta exhibe dos conjuntos de paloteadores: uno femenino y otro masculino. Para las chicas se diseñó y confeccionó un vestuario apropiado.



Las danzas de Ochagavía


La tradición de las danzas de Ochagavía en honor a la Virgen de Muskilda cuenta con más de trescientos años de historia documentada. Integran el ciclo un paseo, cuatro danzas de palos -. Emperador, Katxutxa, Danza y Modorro-, la pañolo dantza y la jota. Ocho danzantes con un enmascarado personaje bifronte a la cabeza, el Bobo, dan vida cada 8 de setiembre, ante la ermita de la Virgen, a un ritual de complejo simbolismo. La Natividad de la Virgen es la fecha que enmarca las danzas y el Patronato de la Virgen de Muskilda quien las sustenta. La víspera, los componentes del grupo con traje civil de salacenco inician su función visitando la casa del mayordomo del patronato. Luego acompañan a éste y al Ayuntamiento a la salve. En este ceremonial de la víspera, en el que se bailan todos los números y el pasacalle, se advierte cierto sentido preparatorio, de puesta a punto o ensayo general.


Llegado el día grande, los danzantes, ataviados con su traje blanco, desayunan en casa del mayordomo y acompañan a los gaiteros en su diana. Con ellos bailan el pasacalle hasta la basílica - un trayecto que ahora hacen en parte en automóvil-. Al llegar bailan dos paloteados y la jota (antes todos los números) y entran en la iglesia para sacar a la Virgen en procesión. La acompañan el mayordomo con el estandarte, el Ayuntamiento, los miembros del patronato y, claro está, los danzantes que al finalizar bailan en su honor la jota. Tras la procesión viene la misa durante la cual almuerzan músicos y danzantes. Al finalizar regresan acompañando a las autoridades con el pasacalles (de nuevo un tramo en automóvil) hasta llegar a casa del Mayordomo y desde ésta a la del Alcalde donde se interrumpe el ceremonial para comer. Por la tarde, danzantes y músicos toman café en casa del Mayordomo desde donde se dirigen bailando el pasacalle a la Iglesia para la función de Vísperas. Tras ésta, y de nuevo con el pasacalles, van hasta la plaza donde bailan una vez más todos los números del ciclo coreográfico ante las autoridades y público en general.


Los danzantes visten una muy característica indumentaria: holgado calzón blanco con puntilla, camisa blanca de manga amplia cerrada en el puño. Una suerte de gola o valona pirenaica que se ciñe sobre los hombros al cuello. La echarpa, sobre la camisa, es una ancha cinta en morado y oro que cruza la espalda y el pecho. Sobre ambas prendas cuelgan las multicolores cintas que se sujetan en torno al cuello con un pequeño lazo bajo la nuca y que llegan a cubrir camisa, echarpa y gola. En la cintura anudan, con la punta en pico hacia atrás, el pañuelo blanco que utilizarán en Pañolo dantza. Se tocan con un singular gorro adamascado, al que llaman cachucha, de forma cónica y pequeño tamaño que termina en borla. Calzan alpargatas sobre las medias blancas. Utilizan sonoros cascabeles de latón en número de doce en cada pantorrilla. Los palos, normalmente de boj, son sensiblemente más cortos que en otros paloteados.


El traje de Bobo nada tiene que ver con el de los danzantes. Calzón y chaqueta son de paño rojo y verde confeccionados a modo arlequinado. Porta una alforja y emplea gorro y cascabeles como los danzantes, pero para Pañolo dantza se cubre con una singular máscara bifronte.



El repertorio de danzas, como se ha dicho, consta de cuatro danzas de palos que reciben los nombres de Emperador, Katxutxa, Danza y Modorro; una danza con pañuelos, Pañolo, y la Jota. Hay que añadir el ya repetido Pasacalles o Paseo para los desplazamientos en el que los danzantes hacen sonar castañuelas como mero acompañamiento. El orden en que se bailan es invariablemente el citado y todas las danzas muestran una singularidad merecedora del interés de los folcloristas.



Las makil dantzak de Bera


Las makil dantzak de Bera poseen una estructura sencilla, apropiada para la iniciación rítmica y ritual de los muchachos. Son doce números diferentes, el último de los cuales es un zagi-dantza similar al de Goizueta. Están emparentadas con las danzas de la vecina tierra de Lapurdi.

Las danzas de Lesaka


En Navarra, a diferencia de Guipúzcoa o Bizkaia, son contadas las muestras de danzas de espadas. En Lesaka si bien hoy no emplean este arma, sino makilas, los protagonistas del ciclo se denominan ezpatadantzaris. Se admite que este ciclo sea considerado como de espadas porque la utilización de la vara o makila es fruto de un muy probable cambio de herramienta. El esquema del ciclo muestra una clara fisonomía de ezpatadantza muy semejante a la de las vecinas danzas guipuzcoanas: formación del grupo con el capitán al frente y unidos por las makilas, empleo de las varas como espadas o bordones, trenzado de la armadura, estructura rítmica, llamada o deia, papel solista del capitán...



Los ezpatadantzaris lesakarras bailan una sola vez al año, y lo hacen en honor a San Fermín, el día 7 de julio. El conjunto lo integra un capitán, que se sitúa al frente de la formación, y un número par de jóvenes en dos filas. Para algunas danzas se unen mediante las makilas. Visten de blanco con escapularios y cintas de color terciadas al pecho, alpargatas y cascabeles en las pantorrillas.


En la mañana de San Fermín los ezpatadantzaris acompañan al santo en la procesión encabezando la comitiva. Durante el recorrido los dantzaris tejen y destejen ininterrumpidamente sobre sus cabezas una armadura o pabellón con las makilas. Esta figura cargada de simbolismo, makil-gurutze, no ha conservado una melodía característica y se baila desde los años cincuenta del siglo XX con la popular biribilketa Iria, obra del txistulari Santiago Irigoyen, y con la conocida pieza Napoleones que toca en la procesión la Banda de Música. En la Plaza de Abajo y en la Plaza Vieja la procesión se detiene, el capitán sostiene los extremos de las makilas de los dos primeros dantzaris y en esta formación bailan la segunda danza del ritual lesakarra: ziarkakoa (zeharkakoa). Esta danza, que se interpreta tres veces a lo largo de la mañana, suele escribirse en 5/8 pero por su estructura rítmica, como sucede también en danzas vizcainas y guipuzcoanas, los txistularis la tocan de manera que se acerca a un 6/8. Es viva y nerviosa con desplazamiento lateral y enérgica patada subrayada por el efecto sonoro de los zintzarriak o cascabeles. La melodía posee semejanzas con otra popular de Bera y la deia o llamada es la misma que en la serie guipuzcoana.


Al llegar al cauce del río Onín la procesión se detiene nuevamente y los dantzaris interpretan la tercera de las danzas del ciclo ritual: zubigainekoa, que presenta la particularidad de ser bailada sobre los pretiles que canalizan al río en esta parte de la villa. La melodía es la misma que ziarkakoa y también los pasos excepto porque necesariamente debe ser bailada mediante desplazamientos adelante y atrás, sobre el pretil, para lo que el danzante debe girar sobre sí mismo sucesivamente con agilidad, rapidez y evidente riesgo. Se baila una sola vez durante la procesión y es el número más característico de este grupo de bailes. La estampa constituye una imagen identificativa de la propia villa. Tras la danza tiene lugar el ondeo de la bandera, bandera arboltu, desde el puente y sobre el mismo cauce del río. El ondeo se repite en otras festividades y debe acompasarse al son de una melodía determinada denominada Bandera arbola, aunque también la muy célebre melodía lesakarra Tantiru-Mairu, propia de San Juan, ha solido emplearse para esta función.


Por la tarde tiene lugar en la Plaza Vieja la celebración de un segundo ciclo de danzas que, si bien cuenta con la participación de los ezpatadantzaris con su indumentaria, carece del carácter solemne del oficiado durante la procesión. El ciclo de la tarde, al que se incorporan las mujeres, muestra un carácter social y abierto y se compone de Mutil dantza (que bailan los mozos), Neska dantza (con las chicas), Aurresku, Jota y Porrusalda.

Las danzas lesakarras descritas muestran relación con determinados ritos solsticiales de San Juan relacionados con el agua - esto podía observarse en la antigua función de moros y cristianos representada por los jóvenes de los barrios de Lagarrea y Piku-zelaia respectivamente - y su esplendor y arraigo se debe a la festividad del Corpus.

Lakuntza


La ezpata dantza de Lakuntza se bailaba por la festividad del Corpus y en la de San Sebastián. Su singularidad estriba en que los dantzaris bailan en una única fila y unidos por varas de mimbre decoradas a navaja que sostienen con ambas manos para lo cual cada uno debe asir cuatro extremos de vara. La melodía de esta danza es una versión de un muy extendido zortziko de ezpatadantza guipuzcoana ya recogido por Iztueta a principios del siglo XIX. La danza fue recuperada en los años ochenta del siglo XX.

Iautziak y Mutildantzak


Un rasgo diferenciador y característico, aunque no exclusivo, del folclore vasco pirenaico lo constituye las danzas colectivas de hombres solos en corro abierto y en sentido contrario al de las agujas del reloj. La relevancia de estas danzas descansa en su singularidad melódico-coreográfica. Si bien de alguna manera están emparentadas entre sí hay que diferenciar dos tipos de danzas en este apartado. De un lado los iautziak y del otro las mutil dantzak.


Abarcan los iautziak (literalmente, saltos) una extensa área que desde Luzaide/Valcarlos comprende la merindad de la Baja Navarra y los territorios de Lapurdi y Zuberoa prolongándose hasta el país de Bearne. Un determinado número de pasos básicos con nombre propio y combinados de manera múltiple, pero no aleatoria, conforman todos los iautziak que se bailan con motivo de cualquier fiesta especial como la bestaberri, o el carnaval, etc. El repertorio es extenso y la innovación lo viene enriqueciendo. La costumbre quiere que un experto danzari cante el paso o figura anunciándolo al resto de participantes que pueden bailar cualquier iautzi sin necesidad de memorizar sus largas secuencias de pasos. Tanto sus denominaciones como sus rasgos melódicos coinciden en algunos de ellos con los de las mutildantzak baztanesas. El estilo de baile varía considerablemente de una zona a otra e incluso de unos bailarines a otros.


Entre los iautziak más conocidos hay que citar: Zazpi iautziak, Hegi, Ostalerrak, Marianak (estos cuatro muy popularizados por su sencillez), Muxikoak, la serie Lapurtar-motxak, Lakartarrak y. Ahuntxa, y otros como Katalina, Tellagorri, Baztandarrak...etc.


Las mutil dantzak, son bailes en círculo y sentido antihorario de jóvenes varones que reciben por ello el nombre de mutil dantza, danza de muchachos, son exclusivas del Valle del Baztán. Se han conservado diecinueve números distintos (algunas de ellas son variantes de otras) y su estilo y coreografías son únicos. En 1918 fueron unificadas sus coreografías eliminando las diferencias existentes entre los pueblos del Valle. No es costumbre en la mutildantza que los pasos sean anunciados durante la ejecución por lo que las largas secuencias deben ser memorizadas por los mutildantzaris. La duración de los bailes oscila entre el minuto y medio del más breve y los ocho minutos de los más largos. El círculo concentra la atención y la mirada del dantzari y en su centro toca el txistulari que necesariamente debe ser buen conocedor de las danzas. En el mantenimiento y conservación de la mutil dantza baztanesa hay que citar al txistulari Mauricio Elizalde que las aprendió de los txistularis Antonio Elizalde, su padre, y José Telletxea. Y entre sus dantzaris más entusiastas al escritor y poeta Mariano Izeta que mantuvo la privilegiada función de encabezar la fila de mutildantzaris en Elizondo desde 1939 hasta 1996. Se bailaban en señalados días festivos y con motivo de celebraciones especiales, como la fiesta que seguía al trabajo vecinal en común (auzalan). Hoy siguen siendo un número esperado y en auge en el programa de las fiestas patronales, destacando por su eco mediático las de Santiago en Elizondo. Una de las ocasiones que ha servido para su apreciación popular es la fiesta del Baztandarren Biltzarra.


El baile cuenta con un respetado protocolo de inicio que habla de su solemnidad y trascendencia corporativa: el aunitz urtez! (por muchos años), con su propia y conocida melodía. Los damuinausiak trazan el círculo en torno al txistulari y atabalari e invitan al resto de participantes, previa salutación general con sus boinas en la mano. Una vez formado el grupo, el ciclo de danzas se interpreta, salvo excepción, respetando un orden acostumbrado pero no estricto, sin que ello signifique, ni mucho menos, que deba bailarse siempre toda la colección.


Las melodías de la mutildantza son de división binaria y existe consenso en escribirlas en compás de dos por cuatro. Para su correcta ejecución, el dantzari sigue la base rítmica que el txistulari y el atabalari subrayan con el tamboril y la caja. Aunque predominan las frases regulares, cuadradas, de ocho compases hay abundantes rupturas de este esquema. De hecho se encuentran frases de seis, de diez, de catorce y de veinte compases, con o sin repetición. El conjunto posee una marcada personalidad musical de estilo sencillo pero de gran riqueza melódica.


La relación completa de las mutildantzas, además del Aunitz-urtez introductorio de salutación, es la siguiente: Hiru puntukua, Billantziko, Biligarroaine, Biligarroaine zaharra, Billantziko txiki, Billantziko zaharra, Zahar dantza, Mando zaharraine, Xerri-begi, Xerri-begi zaharra, Muxiko, Xoxuaine, Ardoaine, Añar-haundi, Tellarin, Xoriaine, Añar-xume, Zazpi-iauzi, Zazpi iautzi zaharra.



La mutildantza debió de ser antiguamente una danza de jóvenes solteros. No obstante, en la última centuria se ha conocido la participación de los casados y los veteranos. Incluso el protocolo elizondarra reserva hoy el primer puesto al mutildantzari de más edad. Únicamente los varones adultos son invitados, y ahora también se admite la presencia de niños. La creciente reivindicación de las baztanesas para participar en las mutildantzak no tiene pacífica acogida.


Danzas de mujeres: la danza de San Juan de Urdiain y Erregiñe de Arraiotz

Aunque la práctica folclórica ha dado como danzas de mujeres versiones femeninas de danzas masculinas, vr.gr.: sagar-dantza, neska-dantza de Jaurrieta, creadas con fines de exhibición, las danzas estrictamente femeninas son raras en el patrimonio coreográfico de Navarra. La de San Juan de Urdiain es una de éstas. Es una sencilla danza cantada que se interpreta la víspera de San Juan por mujeres en corro cerrado acompañando la estrofa con un movimiento pendular de sus brazos unidos por las manos. La excepcionalidad de este ritual cantado, cuya conservación se debe al etnólogo y párroco de la villa José María Satrústegui, da pie a la especulación sobre su carácter residual de un tipo de danzas en otro tiempo más generalizadas y hoy desaparecidas cuya extensión abarcaba desde el Pirineo central hasta la costa galaica.

En Arraiotz el último domingo del mes de mayo era protagonizado por las Erregiñe, reinas de la fiesta de las Mayas. Dos niñas casi adolescentes acompañadas de otro grupo de cantoras realizaban después del rosario una cuestación por el pueblo cantando en euskara coplas alusivas y bailando una jota singular que las mismas chicas cantaban acompañándose de pandereta. La blanca indumentaria, el tocado floral, la denominación y la extensión geográfica de similares tradiciones en Occidente permiten relacionar la fiesta con antiguos ritos de protección de la naturaleza vegetal.

Bailes de hombres y mujeres


Pese a las numerosas bajas registradas, las danzas de hombres y mujeres constituyen el grupo más numeroso del legado folclórico de Navarra. Lo que en su día fueron bailes para la diversión de los jóvenes en la tarde de fiesta hoy son elementos del patrimonio inmaterial. Son notas caracterizadoras la diferente actitud de ambos sexos en la danza y el papel preponderante de los bailarines que abren y cierran la cadena o corro, rol vinculado a las responsabilidades que la institución de la mayordomía les confería en las fiestas patronales. Junto a estos dos rasgos definitorios cabría citar el ceremonial repetido y reiterativo, el sentido de giro contrario al de las agujas del reloj y las constantes coreográficas de la cadena o corro abierto.

 Danzas de hombres y mujeres en dos filas y en círculo

Las danzas de este grupo, el más extendido y típico, reciben distintas denominaciones según su procedencia geográfica. Cabe destacar las de Ingurutxo y baile de la era o larrain-dantz. El Ingurutxo tiene presencia en el área determinada por los valles de Basaburua, Ulzama, Araiz, Larraun, Anue, Esteribar, Erroibar, Arakil, y Aezkoa. La estructura rítmica del ingurutxo muestra siempre una determinada duplicidad con partes binarias y partes ternarias. El Larrain dantza o "baile de la era" centra su ámbito de extensión en la zona media de Navarra y reúne ritmos y figuras coreográficas superpuestas en el tiempo. La versión más elaborada y definida procede de Estella. En la zona nororiental de Navarra se bailó una forma de danza de este grupo, el Ttun-ttun, que se perdió en las primeras décadas del siglo y fue recuperada para el repertorio de los conjuntos folklóricos en los años cuarenta del siglo XX y recientemente revitalizada en el valle de Roncal por sus habitantes. Del Ttun-ttun roncalés se conocen dos versiones melódicas y coreográficas, la de Isaba y la de Uztarroz.


ElIngurutxo de Leiza es una de las más populares danzas de este género. Sin perjuicio de su valor etnográfico, en Leiza el Ingurutxo es costumbre viva que mantiene intacta su función social. Bajo el nombre de Ingurutxo en Leiza encontramos dos formas de danza que no siempre van unidas: la soka-dantza y el ingurutxo.


La soka-dantza que precede al Ingurutxo sólo se bailaba en algunas ocasiones. Los mozos forman la cadena unidos de las manos con paso acompasado. Los puestos preferentes, primero y último, son ocupados por el mayordomo y el compañero o ayudante. Tras realizar los puentes, ambos bailan frente a frente el belauntziko. Después las muchachas se suman a la cuerda mediante un ceremonial de invitación que conducen los bailarines segundo y penúltimo, de forma que será acompañada en primer lugar la pareja del aurrendari (el de adelante), que bailará ante ella, unidos ambos por un pañuelo, el belauntziko. Se repite el protocolo con la pareja del azkendari (el último) y sucesivamente con las de todos los participantes hasta completar la cuerda o soka. Momento en que todos los muchachos repiten simultáneamente el belauntziko ante sus parejas.


El Ingurutxo tiene dos partes: Inguru Haundi e Inguru Txiki. Formadas las parejas, se separan del grupo las dos principales (primera y última) y unidos por los pañuelos bailan una melodía de ritmo binario en círculo alrededor de la plaza. Después se suman el resto de parejas a la misma danza. Se ejecuta un nuevo puente con los pañuelos bajo el cual pasan todos los bailarines. Se repite esta parte, puente incluido, que deja a los danzaris en la posición inicial finalizando así el Inguru-haundi. El Inguru-txiki se baila a continuación igualmente por parejas y en corro pero a lo suelto a ritmo más vivo y en compás ternario. El desplazamiento, veloz en relación al inguru-haundi, se interrumpe en ocasiones por las deiak o llamadas, para luego proseguir. Como danza de entretenimiento, el ingurutxo no tenía una duración o medida fija. Excepto por el siempre respetado toque de oración, dependía de la voluntad y capacidad del txistulari al que también se le dejaba descansar para continuar de nuevo tras un breve refrigerio.


El músico y compositor estellés P. Hilario Olazarán recogió en 1926 del txistulari de Leiza Evaristo Elduayen el conjunto de melodías de danza que integran el Ingurutxo y cinco años más tarde las publicó en versión para piano. El sacerdote capuchino distinguió tres partes: Soka dantza, que incluye cuatro melodías de soka dantza en 2/4, una en 5/8 y tres belauntzikoak diferentes más una melodía para terminar esta parte; Inguru haundi en 2/4 y una melodía para el puente o zubia; e Inguru Txiki con dos melodías en 3/8.


El Baile dela Era de Estella tal y como ha quedado fijado hoy tras más de un siglo de vida está compuesto por siete diferentes partes musicales que se corresponden con otros tantos tipos de danza: Pasacalles, Cadena en 2/4, Fandango en 3/8, Vals, Jota Vieja, Boleras y Corrida que muestran la sedimentación de algunos de los bailes de moda a lo largo del siglo XIX sobre una antigua base de protocolaria danza circular (ingurutxo) y cuyo origen concreto se sitúa en la plaza del Mercado del barrio de San Miguel. Fue el gaitero Julián Romano quien escribió por vez primera el corpus musical del baile de la era. Su hijo Demetrio se ocupó de los ensayos para la extraordinaria actuación que, con motivo de la visita de Alfonso XIII, se hizo en 1903 y, tras una década de relativo olvido, su compañero Anselmo Elizaga inició la saga de los gaiteros conservadores de la tradición. De este modo el baile quedó afianzado como tal con las piezas que hoy lo componen. El padre Hilario Olazarán realizó una versión para piano en 1929 y en 1933 un dinámico movimiento popular impulsó su reestreno el día de la Virgen del Puy. Sus protagonistas, vinculados al nacionalismo vasco, sufrieron la represión política del franquismo y el Baile fue prohibido. A partir de 1944, el estellés Francisco Beruete dirigió con éxito el proceso de su recuperación culminada en los años cincuenta. Y a Tito Sánchez se debe su mantenimiento en los años sesenta y setenta. Euskal Dantzari Biltzarra eligió el Baile de la Era de Estella como danza común para todos los grupos folclóricos vascos para el Dantzari Eguna de 1978. Fue el inicio de una intensa labor de divulgación. Hoy el brioso, alegre y completo baile estellés, aprendido y bailado por millares de navarros, es primordial seña de identidad de la vieja Lizarra.

Danzas de hombres y mujeres en cadena


La Soka dantza es propia de la Navarra húmeda y su geografía es colindante por el norte y en ocasiones coincidente con la del Ingurutxo al cual precede a veces en el mismo ceremonial. Se bailan o bailaron en Arantza, Santesteban, Ituren, Valle de Erro, Esteribar y otros lugares. Al sur del Ingurutxo, la giza dantza es en esencia el mismo tipo de danza que en los pueblos de Burunda y Sakana es denominada zortziko y que a su vez muestra similitud con la gizon dantza o aurresku guipuzcoano. El esquema de estos bailes citados es invariablemente en círculo y sentido contrario al de las agujas del reloj. En cambio, dentro de este grupo pero sin sentido direccional se encuentran el Iantza luze en Baja Navarra, sin un protocolo específico para la incorporación de las mujeres a la serpenteante cuerda y con uso de pañuelos, y la común karrikadantza, biribilketa, kalejira que se improvisa en cualquier fiesta popular.


El zortziko de Alsasua. En Altsasu el zortziko tiene dos fechas sobresalientes. Por Santa Águeda lo bailan en la plaza los quintos ante todo el vecindario tras la cuestación anual. Y en la fiesta del patrón, lo dirige el alcalde con la solemnidad que permite la alegre sobremesa en la campa de San Pedro y se repite numerosas veces a lo largo de la tarde también en la plaza. Al comenzar el baile, los danzaris, quintos o mozos en general, se colocan enfrentados por parejas y a una indicación del txistu dan unos potentes saltos. Se unen de las manos de dos en dos. El primer dantzari de la derecha, zortzikolari, gira con su compañero y forma el puente para el resto de mozos. El zortzikolari comienza a bailar sin soltar la mano de su ayudante con pasos enérgicos, ágiles y frecuentes patadas al aire. Hay nuevo puente tras los saltos de rigor. El zortzikolari, sin dejar de bailar, indica a la última pareja, que se le ha acerca con este fin, el nombre de la muchacha a quien desea festejar. El joven la saluda con reverencia y le ofrece su pañuelo, la chica lo toma y se incorpora a la cadena que sigue su desplazamiento circular. Posteriormente entrarán el resto de chicas que se unen de las manos, -antiguamente con pañuelos-, a la cadena. Desde que el popular txistulari Ramón Delfrade las introdujera, se bailan la jota y porrusalda tras la kalejira que dan fin al antiguo ceremonial. Como se ha dicho, el papel principal del primer zortziko en la tarde de San Pedro corresponde al alcalde siendo costumbre que sacase a bailar a la cocinera responsable del menú de las autoridades. Terminado un zortziko se da comienzo a otro con cambio de aurrendari, y así sucesivamente. El conjunto de melodías que integran el Zortziko alsasuarra presentan predominantemente aires en 2/4 con otros en 5/8.

Danzas de hombres y mujeres por parejas o en círculo cerrado


La porrrusalda, que literalmente significa caldo de puerros, o arin arin (ligero) es baile mixto, "a lo suelto", en 2/4 que en su simple esencia rítmica se extiende por la cornisa cantábrica hasta Portugal. En Navarra es muy popular y se baila con dos pasos, a los lados y punteado, que admiten las variaciones que el temple del danzari quiera introducir. Unido a la jota por la costumbre suelen ambos culminar determinados ciclos más antiguos de danzas como los ingurutxos, soka-dantzas y, en general, cualquier velada festiva.


La jota llegó a Navarra en la primera mitad del siglo XIX y se difundió en la segunda. Presenta compás ternario de agrupación binaria y tres o cuatro frases, una de ellas a ritmo de vals llamada copla o canción. Esta parte lenta no existe en el fandango u orripeko, que además es de aire más rápido y línea melódica más elaborada. En la zona media de Navarra al los fandangos se les conocía como jotas "baztandarrras". Hoy es habitual, incluso entre los músicos que conocen la diferencia, no hacer distinción semántica entre ambos. Los cuatro pasos característicos de la jota navarra (y del fandango) que se baila tanto en corro como por parejas son. a los lados (con desplazamiento lateral),. punteado (en el sitio), vueltas (sobre sí mismo) y corro (con traslación). A diferencia de otras tradiciones peninsulares, en Navarra siempre van separadas la jota cantada y la jota bailada. La primera no se baila y la segunda siempre es instrumental.


Danzas singulares del calendario festivo

El Carnaval


El Carnaval navarro, iñauteria, posee todos los rasgos característicos que definen al carnaval rural europeo: ritos purificadores y propiciatorios, ceremoniales de fecundidad y fertilidad con regeneración de la vida tras la muerte, disfraces y máscaras, representaciones de oficios, de animales, travestismo, esperpentos, cuestaciones y danzas. Algunas de las danzas de los ciclos carnavalescos son propias y exclusivas del carnaval otras, sin serlo específicamente, han quedado fijadas en la propia fiesta. Ocurre lo primero con Zaragi dantza en Arano y en Goizueta, con el muy propagado zortziko de Lanz, con las marchas y bolant iantzak de las comparsas bajonavarras, o con el rítmico desfile de los ioaldunak de Ituren y Zubieta. A estas viejas danzas hay que añadir otras revitalizadas como la que bailan los momotxorroak alsasuarras desde 1980. Otras danzas adquieren especial significación en este tiempo singular, efecto que comparten con la fiesta patronal, pues la propia fiesta les proporciona un marco idóneo de desarrollo. Ejemplo de ello son los iautziak y kadrilleak ultrapirenaicas, la karrika dantza de Betelu, o la soka dantza de Arantza. También los juegos con sacrificio de animales al son de sus propias melodías (antzara joku) y diversas parodias bufas tienen su marco en esta fiesta invernal.


Martxak y Bolant-iantzak Se denomina genéricamente martxak, marchas, a un conjunto de pasacalles en compás de 2/4 con los que las comparsas de Carnaval recorren bailando los pueblos de Luzaide y otros muchos de la Merindad de Baja Navarra en su ritual función de cuestación por las casas y caseríos. Cuando la comparsa luzaidarra, que atrasó la celebración hasta el domingo de Resurrección, entra en la plaza lo hace bailando bolant-iantza, o danza de volantes. Una de estas melodías es hoy pieza habitual en el repertorio de las orquestas que animan las fiestas de la geografía vasca.


El Zortziko de Lanz. El ritual drama carnavalesco de Lanz tiene lugar en la tarde-noche del Martes de Carnaval cuando la villa es tomada por un nutrido cortejo de personajes cada uno con su específica y antigua función. Al son del txistu, los txatxos, máscaras sin rostro de multicolor y a veces femenino ropaje, portan al gigante Miel Otxin; mientras un fantástico hombre-caballo, zaldiko, indomable, arremete una y otra vez contra el grotesco y torpe Ziripot. Zaldiko es herrado, entre el humo y la ceniza regeneradora de la vida, por los enigmáticos perrazaleak. El txistu no cesa en su recurrente y valseada melodía ternaria que sirve de base melódica al caótico discurrir del singular cortejo. Dos disparos de escopeta acaban con la vida de Miel Otxin, el bandido, el chivo expiatorio. Su cuerpo será quemado y, en torno a la hoguera, todos danzan en círculo el Zortziko. El zortziko es una danza circular en dos por cuatro bailada por hombres que suele formar parte de las soka dantzak aunque en lugares como Lanz o Baztán adquiere vida autónoma. Desde finales de los años setenta del siglo XX el Zortziko de Lanz ha conocido una extraordinaria difusión en todo Euskal Herria.


Las Kadrilleak, Polkas y Contradanzas: Son melodías de origen centroeuropeo arraigadas en el folclore de Luzaide a finales del siglo XIX. Se conservan varias figuras diferentes que los jóvenes bailan después de ofrecer el repertorio de sus antiguas danzas de Carnaval. Aún siendo bailes universales, los luzaidarras las han dotado de personalidad y una característica forma de bailarlos.


La Sagar dantza es danza propia del carnaval baztanés. En su acostumbrada ronda de cuestación por los caseríos era bailada por cuatro mozos vestidos de blanco y tocados de un cónico y multicolor gorro y sosteniendo dos manzanas en cada mano. De las tres sagar dantza que se recuerdan en el Valle y cuyas melodías se conservan, Erratzu, Amaiur y Arizkun es la de ésta última localidad la más popular. Presenta la sagar dantza de Arizkun una muy peculiar línea melódica con un ritmo de difícil medida de gran interés musicológico. Esta danza masculina en origen fue adaptada como danza de muchachas y como tal extensamente recreada por conjunto folclóricos durante el siglo XX.


El Corpus Cristi o Besta Berri


Durante siglos Pamplona conoció muy ricas y vistosas danzas que animaban las procesiones religiosas del Corpus. En la actualidad la tradición ha conservado las vistosas comparsas que animan en diversos pueblos de la merindad de ultrapuertos esta solemne fiesta. Estos marciales cortejos, que desfilan y bailan al son de las martxak, reúnen un conjunto de anacrónicos personajes e indumentarias tomados de los ejércitos franceses decimonónicos, de las llamadas compañías de naturales, de las carlistadas, etc. y que han pasado ya a formar parte del folclore bajonavarro.

San Juan


El baile de la Balsa de Torralba del Río. El baile de la Balsa se celebra por la festividad de San Juan en el marco de un complejo ceremonial que ofrece valiosos elementos del ritual propio del solsticio vernal. Según la tradición, hace más de cuatrocientos años los cofrades de la Cofradía del Glorioso San Juan Bautista y Alabarderos, fundada a finales del siglo XIV, se pusieron a bailar de alegría junto a la balsa en la que habían dado muerte al último moro, Juan Lobo, que capitaneaba una partida de bandoleros. No se conoce con precisión el desarrollo de la fiesta en aquél tiempo pero sí tal y como se celebra al menos desde hace más de cien años. La víspera de San Juan llegan los gaiteros y se encienden hogueras dando comienzo la fiesta que continuaba hasta el amanecer momento en que era costumbre acudir a la fuente a purificarse con el agua de las primeras horas del día. Un cofrade con la cara pintada de negro se disfraza de moro, Juan Lobo, utilizando diversas ramas para cubrirse. Los mozos le persiguen y tras varias escaramuzas y huidas el fugitivo se zambulle en la balsa desde donde salpica a quien intenta atraparle. Al fin es apresado, juzgado en el frontón, condenado y ejecutado. Los cofrades, tras la batalla, se visten con sus prendas y atributos (bastón tallado, lazos de seda con pañuelos multicolores y flores frescas en la lanza del abad) y con ellos acuden a la procesión y solemne misa. Por la tarde, tras las vísperas y el rosario los cofrades van con los gaiteros a la balsa donde tiene lugar el alarde en el que cada cofrade por riguroso turno, comenzando por el abad, debe bailar ante la lanza. Se desconoce cuál fuera el baile anteriormente, pero desde que se tiene noticia ha sido tocado por gaiteros con melodía de jota con tres partes, una de las cuales más lenta a modo de copla o canción. Cada cofrade bailaba con relativa libertad sin ajustarse a unos pasos fijos predeterminados. Este bloque tradicional es testimonio de un rico y antiguo ritual con elementos propios de la festividad y del solsticio como la danza, agua, fuego, cofradía, lucha de moros y cristianos, chivo expiatorio y espíritu vegetal. En 1956 el grupo Larraiza de Estella estrenó con música adaptada por el P. Hilario Olazarán una coreografía de Francisco Beruete que hoy forma parte del repertorio de los grupos folclóricos de Estella con el nombre de Baile de la Balsa.

Las danzas juego

La actividad lúdica tradicional de los jóvenes vinculada al ritmo y a la música ha dejado en el acervo cultural de Navarra un grupo de danzas-juego que son divertimentos de habilidad, gracia y destreza ejecutados al son de una melodía y, generalmente, mediante un sencillo y determinado paso de baile. Su origen está en el descanso y diversión que acompañan a las tareas agropecuarias efectuadas en común y solidariamente en los caseríos: deshoje de maíz, fabricación de cal - kisulabeak- construcción de tejados de las casas -Bizker-besta-, recogida de leño o helecho -Garratu-besta-, y en cualquier otro momento de diversión. El inventario es prolijo en particular en los valles de Ulzama, Baztán, Erro y Aezkoa. Hay danzas-juego -conocidas también como irri-dantzak - en las que la habilidad exigida consiste en seguir e imitar los complicados o disparatados movimientos del que dirige la fila (isats-dantza), en saltar un cinto colocado cada vez a mayor altura (gerriko-dantza), en bailar sobre un almud a ritmo creciente (almute-dantza), o análogamente sortear una hilera de sillas sin tropezar con ellas o con los compañeros (alki-dantza o katedra-dantza). Otras consisten en diversos juegos de palmadas por parejas, esku dantzak (Olagüe, Imotz, Baztán, Luzaide), que también se ejecutan a ritmo cada vez más rápido y alguna de ellas en combinación con un ariñ-ariñ, o juegos de señalización progresiva de partes del cuerpo con las que hay que tocar el suelo, saltar y seguir bailando (Saint petike dantza o Ipurdi-dantza). Lo que fue diversión habitual propia pero no exclusiva de jóvenes ha desaparecido como tal quedando en el patrimonio folclórico de la comunidad.

Mikel Aranburu Urtasun
2008

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