NAFARROAKO
DANTZAK
El
patrimonio inmaterial coreográfico de Navarra incluye danzas y bailes de
distinto origen y naturaleza. Desde viejas danzas rituales con varios siglos de
historia documentada hasta bailes que fueron populares en su día y que por
desplazamiento de su significado social han quedado fijados en el folclore.
Unas y otros se
contemplan como testimonios residuales de solemnes actos religiosos o de
diversiones campesinas. No hay acuerdo entre los expertos para una catalogación
de las danzas y el esquema que aquí se propone combina, para mejor comprensión,
criterios morfológicos, sociales y cultural-interpretativos. La corriente
revitalizadora de las tradiciones iniciada a partir de los años setenta del siglo
XX evidencia los procesos de identificación sociocultural que la animan y que
reformulan las danzas y modifican su significado
Las danzas de palos
El
paloteado
El paloteado o dance
es un combinado escénico popular que reúne elementos de muy diverso origen y
carácter, como el discurso hagiográfico que el mayoral dedica al
Patrón, la pastorada entre el primero y el rabadán, la intervención
del malintencionado diablo que será derrotado por un ángel, las danzas que
jalonan la representación, los dichos de los danzantes y la sátira del
rabadán. Las danzas suelen ser mayoritariamente de palos cortos - de ahí la
genérica denominación del evento-, de arcos, de cintas, muy raramente
de espadas. La función solía incluir otros números como los castillos humanos.
El paloteado se
localiza en la ribera meridional junto al río Ebro y sus afluentes, el Queiles
y el Alhama. Se celebra en honor al santo patrono de la localidad. La villa de Cortes ha sido la única
que, entre la decena larga de localidades con dance propio a finales del XIX,
lo ha conservado vivo ininterrumpidamente. Tras un proceso de recuperación
iniciado en la década de los años setenta del pasado siglo, se ha revitalizado
la mayoría de ellos y creado otros: Monteagudo, Murchante, Ribaforada,
Fustiñana, Barrio de Lourdes de Tudela, Ablitas....
El Paloteado
navarro forma parte del sistema de dances que siguen el curso del Ebro casi en
su totalidad y presenta grandes semejanzas con los dances aragoneses del
Somontano del Moncayo. Paralelamente, el paloteado se relaciona con la cultura
pastoril pirenaica de la que es en buena parte deudor, en concreto por las
danzas de palos y las pastoradas, por causa de la vieja institución de la
trashumancia.
En esquema, el
paloteado navarro presenta el siguiente programa: entrada del cortejo a la
plaza o tablado con baile de los danzantes; saludo del mayoral y discurso al
santo patrono; entrada del rabadán; pastorada del mayoral con el rabadán;
irrupción y discurso del diablo; sainete del ángel y el diablo; nueva escena
del rabadán y mayoral y entrada de los danzantes; cortesías de los danzantes al
Santo y réplicas del rabadán; danzas; monólogo mordaz del rabadán; danzas;
despedida del mayoral y danzas de cierre.
El paloteado de Cortes
El dance de San
Miguel de Cortes se celebra el día de la festividad del arcángel, 29 de
setiembre, y tiene como protagonistas a los ocho paloteadores junto con el
mayoral y el rabadán. Intervienen en la representación otros dos personajes: el
diablo y el ángel. El grupo acompaña al Ayuntamiento hasta la Iglesia para salir en
procesión durante la cual palotean el reposado pasacalle. Ante San
Miguel por la mañana y ante el público por la tarde los danzantes bailan las cortesías,
una breve pieza de salutación sin paloteo en la que participan mayoral y
rabadán y que sirve para el cambio de posición de los bailarines. Por
la tarde, sobre un tablado levantado en la plaza tiene lugar la función con
inclusión de todo el repertorio. Las autoridades contemplan el acto desde el
balcón mientras la imagen de San Miguel lo preside en el propio tablado.
En Cortes las
danzas se interpretan en un sólo bloque justo antes del final. Las danzas que
integran el ciclo son cuatro: dos de palos ( el vals y la jota) y dos trenzados
(el sencillo y el doble) y ninguna de ellas es exclusiva de Cortes pues con
alguna variación pueden encontrarse en otros dances próximos. La extensión y
popularidad de las melodías es aún mayor. En particular, las cortesías, la jota
(en Gallur la llaman postillón) el trenzado sencillo y la muy conocida
la patatera (trenzado doble). Adviértase que aunque el vals y
la jota corresponden musicalmente a su denominación se trata de danzas
de palos.
Los paloteadores
de Cortes visten camisa, calzón y medias blancas. Una chaqueta blanca de lana y
un pañuelo rojo terciado al pecho sobre ésta completan el atuendo. Van tocados
con un zorongo y calzan zapatillas blancas con fino ribete colorado. Los palos
torneados y pintados de blanco y rojo suele medir casi medio metro de longitud.
Hay datos que
avalan la existencia antigua en el programa de una batalla de moros y
cristianos que los propios danzantes representaban y que incluía personajes y
textos además de una danza final de espadas. También hasta finales del siglo
XIX se incluía en la función un sencillo Castillo o Torre humana, que al igual
que en otros pueblos navarros (v. gr. Murchante), era coronada por el rabadán
al grito de ¡Viva San Miguel! Las danzas, tradicionalmente masculinas, se
conservaron en los años setenta del pasado gracias a la incorporación de varias
chicas al grupo ante la ausencia de varones. Tras la crisis, la fiesta exhibe
dos conjuntos de paloteadores: uno femenino y otro masculino. Para las chicas
se diseñó y confeccionó un vestuario apropiado.
Las danzas de Ochagavía
La tradición de
las danzas de Ochagavía
en honor a la Virgen
de Muskilda cuenta con
más de trescientos años de historia documentada. Integran el ciclo un paseo,
cuatro danzas de palos -. Emperador, Katxutxa, Danza y Modorro-, la pañolo
dantza y la jota. Ocho danzantes con un enmascarado personaje bifronte
a la cabeza, el Bobo, dan vida cada 8 de setiembre, ante la ermita de la Virgen, a un ritual de
complejo simbolismo. La
Natividad de la
Virgen es la fecha que enmarca las danzas y el Patronato de la Virgen de Muskilda quien
las sustenta. La víspera, los componentes del grupo con traje civil de
salacenco inician su función visitando la casa del mayordomo del patronato.
Luego acompañan a éste y al Ayuntamiento a la salve. En este ceremonial de la
víspera, en el que se bailan todos los números y el pasacalle, se advierte
cierto sentido preparatorio, de puesta a punto o ensayo general.
Llegado el día
grande, los danzantes, ataviados con su traje blanco, desayunan en casa del
mayordomo y acompañan a los gaiteros en su diana. Con ellos bailan el pasacalle
hasta la basílica - un trayecto que ahora hacen en parte en automóvil-. Al
llegar bailan dos paloteados y la jota (antes todos los números) y entran en la
iglesia para sacar a la Virgen
en procesión. La acompañan el mayordomo con el estandarte, el Ayuntamiento, los
miembros del patronato y, claro está, los danzantes que al finalizar bailan en
su honor la jota. Tras la procesión viene la misa durante la cual almuerzan
músicos y danzantes. Al finalizar regresan acompañando a las autoridades con el
pasacalles
(de nuevo un tramo en automóvil) hasta llegar a casa del Mayordomo y desde ésta
a la del Alcalde donde se interrumpe el ceremonial para comer. Por la tarde,
danzantes y músicos toman café en casa del Mayordomo desde donde se dirigen
bailando el pasacalle a la
Iglesia para la función de Vísperas. Tras ésta, y de nuevo
con el pasacalles, van hasta la plaza donde bailan una vez más todos los
números del ciclo coreográfico ante las autoridades y público en general.
Los danzantes
visten una muy característica indumentaria: holgado calzón blanco con puntilla,
camisa blanca de manga amplia cerrada en el puño. Una suerte de gola o
valona pirenaica que se ciñe sobre los hombros al cuello. La echarpa,
sobre la camisa, es una ancha cinta en morado y oro que cruza la espalda y el
pecho. Sobre ambas prendas cuelgan las multicolores cintas que se sujetan en
torno al cuello con un pequeño lazo bajo la nuca y que llegan a cubrir camisa, echarpa
y gola. En la cintura anudan, con la punta en pico hacia atrás, el pañuelo
blanco que utilizarán en Pañolo dantza. Se tocan con un singular gorro
adamascado, al que llaman cachucha, de forma cónica y pequeño tamaño
que termina en borla. Calzan alpargatas sobre las medias blancas. Utilizan
sonoros cascabeles de latón en número de doce en cada pantorrilla. Los palos,
normalmente de boj, son sensiblemente más cortos que en otros paloteados.
El traje de Bobo
nada tiene que ver con el de los danzantes. Calzón y chaqueta son de paño rojo
y verde confeccionados a modo arlequinado. Porta una alforja y emplea gorro y
cascabeles como los danzantes, pero para Pañolo dantza se cubre con
una singular máscara bifronte.
El repertorio de
danzas, como se ha dicho, consta de cuatro danzas de palos que reciben los
nombres de Emperador, Katxutxa, Danza y Modorro; una danza con
pañuelos, Pañolo, y la
Jota. Hay que añadir el ya repetido Pasacalles o
Paseo para los desplazamientos en el que los danzantes hacen sonar castañuelas
como mero acompañamiento. El orden en que se bailan es invariablemente el
citado y todas las danzas muestran una singularidad merecedora del interés de
los folcloristas.
Las makil dantzak de Bera
Las makil
dantzak de Bera
poseen una estructura sencilla, apropiada para la iniciación rítmica y ritual
de los muchachos. Son doce números diferentes, el último de los cuales es un zagi-dantza similar
al de Goizueta. Están emparentadas con las danzas de la vecina tierra de
Lapurdi.
Las danzas de Lesaka
En Navarra, a
diferencia de Guipúzcoa o Bizkaia, son contadas las muestras de danzas de
espadas. En Lesaka si
bien hoy no emplean este arma, sino makilas, los protagonistas del
ciclo se denominan ezpatadantzaris. Se admite que este ciclo sea
considerado como de espadas porque la utilización de la vara o makila
es fruto de un muy probable cambio de herramienta. El esquema del ciclo muestra
una clara fisonomía de ezpatadantza muy semejante a la de las vecinas
danzas guipuzcoanas: formación del grupo con el capitán al frente y unidos por
las makilas, empleo de las varas como espadas o bordones, trenzado de
la armadura, estructura rítmica, llamada o deia, papel solista del
capitán...
Los ezpatadantzaris
lesakarras bailan una sola vez al año, y lo hacen en honor a San Fermín, el día
7 de julio. El conjunto lo integra un capitán, que se sitúa al frente de la
formación, y un número par de jóvenes en dos filas. Para algunas danzas se unen
mediante las makilas. Visten de blanco con escapularios y cintas de
color terciadas al pecho, alpargatas y cascabeles en las pantorrillas.
En la mañana de
San Fermín los ezpatadantzaris acompañan al santo en la procesión
encabezando la comitiva. Durante el recorrido los dantzaris tejen y destejen
ininterrumpidamente sobre sus cabezas una armadura o pabellón con las makilas.
Esta figura cargada de simbolismo, makil-gurutze, no ha conservado una
melodía característica y se baila desde los años cincuenta del siglo XX con la
popular biribilketa Iria, obra del txistulari Santiago
Irigoyen, y con la conocida pieza Napoleones que toca en la procesión la Banda de Música. En la Plaza de Abajo y en la Plaza Vieja la
procesión se detiene, el capitán sostiene los extremos de las makilas
de los dos primeros dantzaris y en esta formación bailan la segunda
danza del ritual lesakarra: ziarkakoa (zeharkakoa). Esta
danza, que se interpreta tres veces a lo largo de la mañana, suele escribirse
en 5/8 pero por su estructura rítmica, como sucede también en danzas vizcainas
y guipuzcoanas, los txistularis la tocan de manera que se acerca a un
6/8. Es viva y nerviosa con desplazamiento lateral y enérgica patada subrayada
por el efecto sonoro de los zintzarriak o cascabeles. La melodía posee
semejanzas con otra popular de Bera y la deia o llamada es la misma
que en la serie guipuzcoana.
Al llegar al cauce
del río Onín la procesión se detiene nuevamente y los dantzaris interpretan la
tercera de las danzas del ciclo ritual: zubigainekoa, que
presenta la particularidad de ser bailada sobre los pretiles que canalizan al
río en esta parte de la villa. La melodía es la misma que ziarkakoa y
también los pasos excepto porque necesariamente debe ser bailada mediante
desplazamientos adelante y atrás, sobre el pretil, para lo que el danzante debe
girar sobre sí mismo sucesivamente con agilidad, rapidez y evidente riesgo. Se
baila una sola vez durante la procesión y es el número más característico de
este grupo de bailes. La estampa constituye una imagen identificativa de la
propia villa. Tras la danza tiene lugar el ondeo de la bandera, bandera
arboltu, desde el puente y sobre el mismo cauce del río. El ondeo se
repite en otras festividades y debe acompasarse al son de una melodía
determinada denominada Bandera arbola, aunque también la muy célebre
melodía lesakarra Tantiru-Mairu, propia de San Juan, ha solido
emplearse para esta función.
Por la tarde tiene
lugar en la Plaza Vieja
la celebración de un segundo ciclo de danzas que, si bien cuenta con la
participación de los ezpatadantzaris con su indumentaria, carece del
carácter solemne del oficiado durante la procesión. El ciclo de la tarde, al
que se incorporan las mujeres, muestra un carácter social y abierto y se
compone de Mutil dantza (que bailan los mozos), Neska dantza
(con las chicas), Aurresku, Jota y Porrusalda.
Las danzas
lesakarras descritas muestran relación con determinados ritos solsticiales de
San Juan relacionados con el agua - esto podía observarse en la antigua función
de moros y cristianos representada por los jóvenes de los barrios de Lagarrea y
Piku-zelaia respectivamente - y su esplendor y arraigo se debe a la festividad
del Corpus.
Lakuntza
La ezpata
dantza de Lakuntza
se bailaba por la festividad del Corpus y en la de San Sebastián. Su
singularidad estriba en que los dantzaris bailan en una única fila y
unidos por varas de mimbre decoradas a navaja que sostienen con ambas manos
para lo cual cada uno debe asir cuatro extremos de vara. La melodía de esta
danza es una versión de un muy extendido zortziko de ezpatadantza
guipuzcoana ya recogido por Iztueta a principios del siglo XIX. La danza fue
recuperada en los años ochenta del siglo XX.
Iautziak y Mutildantzak
Un rasgo
diferenciador y característico, aunque no exclusivo, del folclore vasco
pirenaico lo constituye las danzas colectivas de hombres solos en corro abierto
y en sentido contrario al de las agujas del reloj. La relevancia de estas
danzas descansa en su singularidad melódico-coreográfica. Si bien de alguna
manera están emparentadas entre sí hay que diferenciar dos tipos de danzas en
este apartado. De un lado los iautziak y del otro las mutil
dantzak.
Abarcan los iautziak
(literalmente, saltos) una extensa área que desde Luzaide/Valcarlos comprende
la merindad de la Baja
Navarra y los territorios de Lapurdi y Zuberoa prolongándose
hasta el país de Bearne. Un determinado número de pasos básicos con nombre
propio y combinados de manera múltiple, pero no aleatoria, conforman todos los iautziak
que se bailan con motivo de cualquier fiesta especial como la bestaberri,
o el carnaval, etc. El repertorio es extenso y la innovación lo viene enriqueciendo.
La costumbre quiere que un experto danzari cante el paso o figura anunciándolo
al resto de participantes que pueden bailar cualquier iautzi sin
necesidad de memorizar sus largas secuencias de pasos. Tanto sus denominaciones
como sus rasgos melódicos coinciden en algunos de ellos con los de las mutildantzak
baztanesas. El estilo de baile varía considerablemente de una zona a otra e
incluso de unos bailarines a otros.
Entre los iautziak
más conocidos hay que citar: Zazpi iautziak, Hegi, Ostalerrak, Marianak
(estos cuatro muy popularizados por su sencillez), Muxikoak, la serie Lapurtar-motxak,
Lakartarrak y. Ahuntxa, y otros como Katalina, Tellagorri,
Baztandarrak...etc.
Las mutil dantzak,
son bailes en círculo y sentido antihorario de jóvenes varones que reciben por
ello el nombre de mutil dantza, danza de muchachos, son exclusivas del
Valle del Baztán. Se han conservado diecinueve números distintos (algunas de
ellas son variantes de otras) y su estilo y coreografías son únicos. En 1918
fueron unificadas sus coreografías eliminando las diferencias existentes entre
los pueblos del Valle. No es costumbre en la mutildantza que los pasos
sean anunciados durante la ejecución por lo que las largas secuencias deben ser
memorizadas por los mutildantzaris. La duración de los bailes oscila
entre el minuto y medio del más breve y los ocho minutos de los más largos. El
círculo concentra la atención y la mirada del dantzari y en su centro
toca el txistulari que necesariamente debe ser buen conocedor de las
danzas. En el mantenimiento y conservación de la mutil dantza
baztanesa hay que citar al txistulari Mauricio Elizalde que las
aprendió de los txistularis Antonio Elizalde, su padre, y José
Telletxea. Y entre sus dantzaris más entusiastas al escritor y poeta
Mariano Izeta que mantuvo la privilegiada función de encabezar la fila de mutildantzaris
en Elizondo desde 1939 hasta 1996. Se bailaban en señalados días festivos y con
motivo de celebraciones especiales, como la fiesta que seguía al trabajo
vecinal en común (auzalan). Hoy siguen siendo un número esperado y en
auge en el programa de las fiestas patronales, destacando por su eco mediático
las de Santiago en Elizondo. Una de las ocasiones que ha servido para su
apreciación popular es la fiesta del Baztandarren Biltzarra.
El baile cuenta
con un respetado protocolo de inicio que habla de su solemnidad y trascendencia
corporativa: el aunitz urtez! (por muchos años), con su propia y
conocida melodía. Los damuinausiak trazan el círculo en torno al
txistulari y atabalari e invitan al resto de participantes, previa
salutación general con sus boinas en la mano. Una vez formado el grupo, el
ciclo de danzas se interpreta, salvo excepción, respetando un orden
acostumbrado pero no estricto, sin que ello signifique, ni mucho menos, que
deba bailarse siempre toda la colección.
Las melodías de la
mutildantza son de división binaria y existe consenso en escribirlas
en compás de dos por cuatro. Para su correcta ejecución, el dantzari sigue la
base rítmica que el txistulari y el atabalari subrayan con el tamboril
y la caja. Aunque predominan las frases regulares, cuadradas, de ocho compases
hay abundantes rupturas de este esquema. De hecho se encuentran frases de seis,
de diez, de catorce y de veinte compases, con o sin repetición. El conjunto
posee una marcada personalidad musical de estilo sencillo pero de gran riqueza
melódica.
La relación
completa de las mutildantzas, además del Aunitz-urtez
introductorio de salutación, es la siguiente: Hiru puntukua, Billantziko,
Biligarroaine, Biligarroaine zaharra, Billantziko txiki, Billantziko zaharra,
Zahar dantza, Mando zaharraine, Xerri-begi, Xerri-begi zaharra, Muxiko,
Xoxuaine, Ardoaine, Añar-haundi, Tellarin, Xoriaine, Añar-xume, Zazpi-iauzi,
Zazpi iautzi zaharra.
La mutildantza
debió de ser antiguamente una danza de jóvenes solteros. No obstante, en la
última centuria se ha conocido la participación de los casados y los veteranos.
Incluso el protocolo elizondarra reserva hoy el primer puesto al mutildantzari
de más edad. Únicamente los varones adultos son invitados, y ahora también se
admite la presencia de niños. La creciente reivindicación de las baztanesas
para participar en las mutildantzak no tiene pacífica acogida.
Danzas de mujeres: la danza de San Juan de Urdiain y Erregiñe de Arraiotz
Aunque la práctica folclórica ha dado como danzas de mujeres versiones femeninas de danzas masculinas, vr.gr.: sagar-dantza, neska-dantza de Jaurrieta, creadas con fines de exhibición, las danzas estrictamente femeninas son raras en el patrimonio coreográfico de Navarra. La de San Juan de Urdiain es una de éstas. Es una sencilla danza cantada que se interpreta la víspera de San Juan por mujeres en corro cerrado acompañando la estrofa con un movimiento pendular de sus brazos unidos por las manos. La excepcionalidad de este ritual cantado, cuya conservación se debe al etnólogo y párroco de la villa José María Satrústegui, da pie a la especulación sobre su carácter residual de un tipo de danzas en otro tiempo más generalizadas y hoy desaparecidas cuya extensión abarcaba desde el Pirineo central hasta la costa galaica.
En Arraiotz el
último domingo del mes de mayo era protagonizado por las Erregiñe,
reinas de la fiesta de las Mayas. Dos niñas casi adolescentes acompañadas de
otro grupo de cantoras realizaban después del rosario una cuestación por el
pueblo cantando en euskara coplas alusivas y bailando una jota singular que las
mismas chicas cantaban acompañándose de pandereta. La blanca indumentaria, el
tocado floral, la denominación y la extensión geográfica de similares
tradiciones en Occidente permiten relacionar la fiesta con antiguos ritos de
protección de la naturaleza vegetal.
Bailes de hombres y mujeres
Pese a las
numerosas bajas registradas, las danzas de hombres y mujeres constituyen el
grupo más numeroso del legado folclórico de Navarra. Lo que en su día fueron
bailes para la diversión de los jóvenes en la tarde de fiesta hoy son elementos
del patrimonio inmaterial. Son notas caracterizadoras la diferente actitud de
ambos sexos en la danza y el papel preponderante de los bailarines que abren y
cierran la cadena o corro, rol vinculado a las responsabilidades que la
institución de la mayordomía les confería en las fiestas patronales. Junto a
estos dos rasgos definitorios cabría citar el ceremonial repetido y
reiterativo, el sentido de giro contrario al de las agujas del reloj y las
constantes coreográficas de la cadena o corro abierto.
Danzas
de hombres y mujeres en dos filas y en círculo
Las danzas de este
grupo, el más extendido y típico, reciben distintas denominaciones según su procedencia
geográfica. Cabe destacar las de Ingurutxo y baile de la era o larrain-dantz.
El Ingurutxo tiene presencia en el área determinada por los
valles de Basaburua, Ulzama, Araiz, Larraun, Anue, Esteribar, Erroibar, Arakil,
y Aezkoa. La estructura rítmica del ingurutxo muestra siempre una determinada
duplicidad con partes binarias y partes ternarias. El Larrain dantza
o "baile de la era" centra su ámbito de extensión en
la zona media de Navarra y reúne ritmos y figuras coreográficas superpuestas en
el tiempo. La versión más elaborada y definida procede de Estella. En la zona
nororiental de Navarra se bailó una forma de danza de este grupo, el Ttun-ttun,
que se perdió en las primeras décadas del siglo y fue recuperada para el
repertorio de los conjuntos folklóricos en los años cuarenta del siglo XX y
recientemente revitalizada en el valle de Roncal por sus habitantes. Del
Ttun-ttun roncalés se conocen dos versiones melódicas y coreográficas, la de
Isaba y la de Uztarroz.
ElIngurutxo de Leiza es una de las
más populares danzas de este género. Sin perjuicio de su valor etnográfico, en Leiza el Ingurutxo
es costumbre viva que mantiene intacta su función social. Bajo el nombre de Ingurutxo
en Leiza encontramos dos formas de danza que no siempre van unidas: la soka-dantza
y el ingurutxo.
La soka-dantza que
precede al Ingurutxo sólo se bailaba en algunas ocasiones. Los mozos
forman la cadena unidos de las manos con paso acompasado. Los puestos
preferentes, primero y último, son ocupados por el mayordomo y el compañero o
ayudante. Tras realizar los puentes, ambos bailan frente a frente el belauntziko.
Después las muchachas se suman a la cuerda mediante un ceremonial de invitación
que conducen los bailarines segundo y penúltimo, de forma que será acompañada
en primer lugar la pareja del aurrendari (el de adelante), que bailará
ante ella, unidos ambos por un pañuelo, el belauntziko. Se repite el
protocolo con la pareja del azkendari (el último) y sucesivamente con
las de todos los participantes hasta completar la cuerda o soka.
Momento en que todos los muchachos repiten simultáneamente el belauntziko
ante sus parejas.
El Ingurutxo
tiene dos partes: Inguru Haundi e Inguru Txiki. Formadas las
parejas, se separan del grupo las dos principales (primera y última) y unidos
por los pañuelos bailan una melodía de ritmo binario en círculo alrededor de la
plaza. Después se suman el resto de parejas a la misma danza. Se ejecuta un
nuevo puente con los pañuelos bajo el cual pasan todos los bailarines. Se
repite esta parte, puente incluido, que deja a los danzaris en la posición
inicial finalizando así el Inguru-haundi. El Inguru-txiki se
baila a continuación igualmente por parejas y en corro pero a lo suelto a ritmo
más vivo y en compás ternario. El desplazamiento, veloz en relación al
inguru-haundi, se interrumpe en ocasiones por las deiak o llamadas,
para luego proseguir. Como danza de entretenimiento, el ingurutxo no
tenía una duración o medida fija. Excepto por el siempre respetado toque de
oración, dependía de la voluntad y capacidad del txistulari al que también se
le dejaba descansar para continuar de nuevo tras un breve refrigerio.
El músico y
compositor estellés P. Hilario Olazarán recogió en 1926 del txistulari de Leiza
Evaristo Elduayen el conjunto de melodías de danza que integran el Ingurutxo
y cinco años más tarde las publicó en versión para piano. El sacerdote
capuchino distinguió tres partes: Soka dantza, que incluye cuatro
melodías de soka dantza en 2/4, una en 5/8 y tres belauntzikoak
diferentes más una melodía para terminar esta parte; Inguru haundi
en 2/4 y una melodía para el puente o zubia; e Inguru Txiki
con dos melodías en 3/8.
El Baile dela Era de Estella tal y como ha quedado fijado hoy tras más de un siglo
de vida está compuesto por siete diferentes partes musicales que se
corresponden con otros tantos tipos de danza: Pasacalles, Cadena en 2/4,
Fandango en 3/8, Vals, Jota Vieja, Boleras y Corrida que muestran la
sedimentación de algunos de los bailes de moda a lo largo del siglo XIX sobre
una antigua base de protocolaria danza circular (ingurutxo) y cuyo
origen concreto se sitúa en la plaza del Mercado del barrio de San Miguel. Fue
el gaitero Julián Romano quien escribió por vez primera el corpus musical del
baile de la era. Su hijo Demetrio se ocupó de los ensayos para la
extraordinaria actuación que, con motivo de la visita de Alfonso XIII, se hizo
en 1903 y, tras una década de relativo olvido, su compañero Anselmo Elizaga
inició la saga de los gaiteros conservadores de la tradición. De este modo el
baile quedó afianzado como tal con las piezas que hoy lo componen. El padre
Hilario Olazarán realizó una versión para piano en 1929 y en 1933 un dinámico
movimiento popular impulsó su reestreno el día de la Virgen del Puy. Sus
protagonistas, vinculados al nacionalismo vasco, sufrieron la represión
política del franquismo y el Baile fue prohibido. A partir de 1944, el estellés
Francisco Beruete dirigió con éxito el proceso de su recuperación culminada en
los años cincuenta. Y a Tito Sánchez se debe su mantenimiento en los años
sesenta y setenta. Euskal Dantzari Biltzarra eligió el Baile de la Era de Estella como danza
común para todos los grupos folclóricos vascos para el Dantzari Eguna de 1978.
Fue el inicio de una intensa labor de divulgación. Hoy el brioso, alegre y
completo baile estellés, aprendido y bailado por millares de navarros, es
primordial seña de identidad de la vieja Lizarra.
Danzas de hombres y mujeres en cadena
La Soka dantza
es propia de la Navarra
húmeda y su geografía es colindante por el norte y en ocasiones coincidente con
la del Ingurutxo al cual precede a veces en el mismo ceremonial. Se
bailan o bailaron en Arantza, Santesteban, Ituren, Valle de Erro, Esteribar y
otros lugares. Al sur del Ingurutxo, la giza dantza es en
esencia el mismo tipo de danza que en los pueblos de Burunda y Sakana es
denominada zortziko y que a su vez muestra similitud con la gizon
dantza o aurresku guipuzcoano. El esquema de estos bailes
citados es invariablemente en círculo y sentido contrario al de las agujas del
reloj. En cambio, dentro de este grupo pero sin sentido direccional se
encuentran el Iantza luze en Baja Navarra, sin un protocolo
específico para la incorporación de las mujeres a la serpenteante cuerda y con
uso de pañuelos, y la común karrikadantza, biribilketa, kalejira
que se improvisa en cualquier fiesta popular.
El zortziko
de Alsasua. En Altsasu el zortziko
tiene dos fechas sobresalientes. Por Santa Águeda lo bailan en
la plaza los quintos ante todo el vecindario tras la cuestación anual.
Y en la fiesta del patrón, lo dirige el alcalde con la solemnidad que permite
la alegre sobremesa en la campa de San Pedro y se repite numerosas veces a lo
largo de la tarde también en la plaza. Al comenzar el baile, los danzaris, quintos
o mozos en general, se colocan enfrentados por parejas y a una indicación del
txistu dan unos potentes saltos. Se unen de las manos de dos en dos. El primer dantzari
de la derecha, zortzikolari, gira con su compañero y forma el puente
para el resto de mozos. El zortzikolari comienza a bailar sin soltar
la mano de su ayudante con pasos enérgicos, ágiles y frecuentes patadas al
aire. Hay nuevo puente tras los saltos de rigor. El zortzikolari,
sin dejar de bailar, indica a la última pareja, que se le ha acerca con este
fin, el nombre de la muchacha a quien desea festejar. El joven la saluda con
reverencia y le ofrece su pañuelo, la chica lo toma y se incorpora a la cadena
que sigue su desplazamiento circular. Posteriormente entrarán el resto de
chicas que se unen de las manos, -antiguamente con pañuelos-, a la cadena.
Desde que el popular txistulari Ramón Delfrade las introdujera, se
bailan la jota y porrusalda tras la kalejira que dan fin al antiguo ceremonial.
Como se ha dicho, el papel principal del primer zortziko en la tarde
de San Pedro corresponde al alcalde siendo costumbre que sacase a bailar a la
cocinera responsable del menú de las autoridades. Terminado un zortziko
se da comienzo a otro con cambio de aurrendari, y así sucesivamente.
El conjunto de melodías que integran el Zortziko alsasuarra presentan
predominantemente aires en 2/4 con otros en 5/8.
Danzas de hombres y mujeres por parejas o en círculo cerrado
La porrrusalda,
que literalmente significa caldo de puerros, o arin arin (ligero) es
baile mixto, "a lo suelto", en 2/4 que en su simple esencia rítmica
se extiende por la cornisa cantábrica hasta Portugal. En Navarra es muy popular
y se baila con dos pasos, a los lados y punteado, que admiten
las variaciones que el temple del danzari quiera introducir. Unido a la jota
por la costumbre suelen ambos culminar determinados ciclos más antiguos de
danzas como los ingurutxos, soka-dantzas y, en general, cualquier
velada festiva.
La jota
llegó a Navarra en la primera mitad del siglo XIX y se difundió en la segunda.
Presenta compás ternario de agrupación binaria y tres o cuatro frases, una de
ellas a ritmo de vals llamada copla o canción. Esta parte
lenta no existe en el fandango u orripeko, que además es de
aire más rápido y línea melódica más elaborada. En la zona media de Navarra al
los fandangos se les conocía como jotas "baztandarrras". Hoy es
habitual, incluso entre los músicos que conocen la diferencia, no hacer
distinción semántica entre ambos. Los cuatro pasos característicos de la jota
navarra (y del fandango) que se baila tanto en corro como por parejas son. a
los lados (con desplazamiento lateral),. punteado (en el sitio), vueltas
(sobre sí mismo) y corro (con traslación). A diferencia de otras
tradiciones peninsulares, en Navarra siempre van separadas la jota cantada y la
jota bailada. La primera no se baila y la segunda siempre es instrumental.
Danzas singulares del calendario festivo
El Carnaval
El Carnaval navarro, iñauteria,
posee todos los rasgos característicos que definen al carnaval rural europeo:
ritos purificadores y propiciatorios, ceremoniales de fecundidad y fertilidad
con regeneración de la vida tras la muerte, disfraces y máscaras,
representaciones de oficios, de animales, travestismo, esperpentos,
cuestaciones y danzas. Algunas de las danzas de los ciclos carnavalescos son
propias y exclusivas del carnaval otras, sin serlo específicamente, han quedado
fijadas en la propia fiesta. Ocurre lo primero con Zaragi dantza
en Arano y en Goizueta, con el muy propagado zortziko de Lanz, con las marchas y bolant iantzak de las
comparsas bajonavarras, o con el rítmico desfile de los ioaldunak
de Ituren y Zubieta. A estas viejas danzas hay que añadir otras revitalizadas
como la que bailan los momotxorroak alsasuarras desde 1980.
Otras danzas adquieren especial significación en este tiempo singular, efecto
que comparten con la fiesta patronal, pues la propia fiesta les proporciona un
marco idóneo de desarrollo. Ejemplo de ello son los iautziak y kadrilleak
ultrapirenaicas, la karrika dantza de Betelu, o la soka
dantza de Arantza. También los juegos con sacrificio de animales al
son de sus propias melodías (antzara joku) y diversas parodias bufas
tienen su marco en esta fiesta invernal.
Martxak y
Bolant-iantzak Se denomina
genéricamente martxak, marchas, a un conjunto de pasacalles en compás
de 2/4 con los que las comparsas de Carnaval recorren bailando los pueblos de
Luzaide y otros muchos de la
Merindad de Baja Navarra en su ritual función de cuestación
por las casas y caseríos. Cuando la comparsa luzaidarra, que atrasó la
celebración hasta el domingo de Resurrección, entra en la plaza lo hace bailando
bolant-iantza, o danza de volantes. Una de estas melodías es hoy pieza
habitual en el repertorio de las orquestas que animan las fiestas de la
geografía vasca.
El Zortziko
de Lanz. El ritual drama
carnavalesco de Lanz
tiene lugar en la tarde-noche del Martes de Carnaval cuando la villa es tomada
por un nutrido cortejo de personajes cada uno con su específica y antigua
función. Al son del txistu, los txatxos, máscaras sin rostro
de multicolor y a veces femenino ropaje, portan al gigante Miel Otxin; mientras
un fantástico hombre-caballo, zaldiko, indomable, arremete una y otra
vez contra el grotesco y torpe Ziripot. Zaldiko es
herrado, entre el humo y la ceniza regeneradora de la vida, por los enigmáticos
perrazaleak. El txistu no cesa en su recurrente y valseada melodía
ternaria que sirve de base melódica al caótico discurrir del singular cortejo.
Dos disparos de escopeta acaban con la vida de Miel Otxin, el bandido, el
chivo expiatorio. Su cuerpo será quemado y, en torno a la hoguera, todos danzan
en círculo el Zortziko. El zortziko es una danza circular en
dos por cuatro bailada por hombres que suele formar parte de las soka
dantzak aunque en lugares como Lanz o Baztán adquiere vida autónoma. Desde
finales de los años setenta del siglo XX el Zortziko de Lanz ha conocido una
extraordinaria difusión en todo Euskal Herria.
Las
Kadrilleak, Polkas y Contradanzas:
Son melodías de origen centroeuropeo arraigadas en el folclore de Luzaide a
finales del siglo XIX. Se conservan varias figuras diferentes que los jóvenes
bailan después de ofrecer el repertorio de sus antiguas danzas de Carnaval. Aún
siendo bailes universales, los luzaidarras las han dotado de personalidad y una
característica forma de bailarlos.
La Sagar dantza es danza propia del carnaval baztanés. En su
acostumbrada ronda de cuestación por los caseríos era bailada por cuatro mozos
vestidos de blanco y tocados de un cónico y multicolor gorro y sosteniendo dos
manzanas en cada mano. De las tres sagar dantza que se recuerdan en
el Valle y cuyas melodías se conservan, Erratzu, Amaiur y Arizkun es la de
ésta última localidad la más popular. Presenta la sagar dantza de
Arizkun una muy peculiar línea melódica con un ritmo de difícil medida de gran
interés musicológico. Esta danza masculina en origen fue adaptada como danza
de muchachas y como tal extensamente recreada por conjunto folclóricos durante
el siglo XX.
El Corpus Cristi o Besta Berri
Durante siglos Pamplona
conoció muy ricas y vistosas danzas que animaban las procesiones religiosas del
Corpus. En la actualidad la tradición ha conservado las vistosas comparsas que
animan en diversos pueblos de la merindad de ultrapuertos esta solemne fiesta.
Estos marciales cortejos, que desfilan y bailan al son de las martxak,
reúnen un conjunto de anacrónicos personajes e indumentarias tomados de los
ejércitos franceses decimonónicos, de las llamadas compañías de naturales, de
las carlistadas, etc. y que han pasado ya a formar parte del folclore
bajonavarro.
San Juan
El baile de la Balsa de
Torralba del Río. El baile de la Balsa se celebra por la
festividad de San Juan en el marco de un complejo ceremonial que ofrece
valiosos elementos del ritual propio del solsticio vernal. Según la tradición,
hace más de cuatrocientos años los cofrades de la Cofradía del Glorioso San
Juan Bautista y Alabarderos, fundada a finales del siglo XIV, se pusieron a
bailar de alegría junto a la balsa en la que habían dado muerte al último moro,
Juan Lobo, que capitaneaba una partida de bandoleros. No se conoce con
precisión el desarrollo de la fiesta en aquél tiempo pero sí tal y como se
celebra al menos desde hace más de cien años. La víspera de San Juan llegan los
gaiteros y se encienden hogueras dando comienzo la fiesta que continuaba hasta
el amanecer momento en que era costumbre acudir a la fuente a purificarse con
el agua de las primeras horas del día. Un cofrade con la cara pintada de negro
se disfraza de moro, Juan Lobo, utilizando diversas ramas para
cubrirse. Los mozos le persiguen y tras varias escaramuzas y huidas el fugitivo
se zambulle en la balsa desde donde salpica a quien intenta atraparle. Al fin
es apresado, juzgado en el frontón, condenado y ejecutado. Los cofrades, tras
la batalla, se visten con sus prendas y atributos (bastón tallado, lazos de
seda con pañuelos multicolores y flores frescas en la lanza del abad) y con
ellos acuden a la procesión y solemne misa. Por la tarde, tras las vísperas y
el rosario los cofrades van con los gaiteros a la balsa donde tiene lugar el
alarde en el que cada cofrade por riguroso turno, comenzando por el abad, debe bailar
ante la lanza. Se desconoce cuál fuera el baile anteriormente, pero desde que
se tiene noticia ha sido tocado por gaiteros con melodía de jota con tres
partes, una de las cuales más lenta a modo de copla o canción.
Cada cofrade bailaba con relativa libertad sin ajustarse a unos pasos fijos
predeterminados. Este bloque tradicional es testimonio de un rico y antiguo
ritual con elementos propios de la festividad y del solsticio como la danza,
agua, fuego, cofradía, lucha de moros y cristianos, chivo expiatorio y espíritu
vegetal. En 1956 el grupo Larraiza de Estella estrenó con música adaptada por
el P. Hilario Olazarán una coreografía de Francisco Beruete que hoy forma parte
del repertorio de los grupos folclóricos de Estella con el nombre de Baile de la Balsa.
Las danzas juego
La actividad
lúdica tradicional de los jóvenes vinculada al ritmo y a la música ha dejado en
el acervo cultural de Navarra un grupo de danzas-juego que son divertimentos de
habilidad, gracia y destreza ejecutados al son de una melodía y, generalmente,
mediante un sencillo y determinado paso de baile. Su origen está en el descanso
y diversión que acompañan a las tareas agropecuarias efectuadas en común y
solidariamente en los caseríos: deshoje de maíz, fabricación de cal - kisulabeak-
construcción de tejados de las casas -Bizker-besta-, recogida de leño
o helecho -Garratu-besta-, y en cualquier otro momento de diversión.
El inventario es prolijo en particular en los valles de Ulzama, Baztán, Erro y
Aezkoa. Hay danzas-juego -conocidas también como irri-dantzak - en las
que la habilidad exigida consiste en seguir e imitar los complicados o
disparatados movimientos del que dirige la fila (isats-dantza), en
saltar un cinto colocado cada vez a mayor altura (gerriko-dantza),
en bailar sobre un almud a ritmo creciente (almute-dantza), o
análogamente sortear una hilera de sillas sin tropezar con ellas o con los
compañeros (alki-dantza o katedra-dantza). Otras consisten en
diversos juegos de palmadas por parejas, esku dantzak (Olagüe, Imotz,
Baztán, Luzaide), que también se ejecutan a ritmo cada vez más rápido y alguna
de ellas en combinación con un ariñ-ariñ, o juegos de señalización
progresiva de partes del cuerpo con las que hay que tocar el suelo, saltar y
seguir bailando (Saint petike dantza o Ipurdi-dantza). Lo que
fue diversión habitual propia pero no exclusiva de jóvenes ha desaparecido como
tal quedando en el patrimonio folclórico de la comunidad.
Mikel Aranburu
Urtasun
2008
2008
0 comentarios:
Publicar un comentario