DEBIERA SER…..
Finalizaba el 2017, presenciando una escena, la cual me dejó pensativo. Una alegría inmensa, era retrasada minuto trás minuto, mientras la incertidumbre mientras la angustia sobre-palpitaba un corazón temeroso. Fueron 300 segundos interminables, antes que un discreto 5 saliera de unos labios potentes y seguros. Unos metros me separaban, los suficientes para escuchar, los suficientes para ver, como los cuerpos expresaban. Los demás componentes de la mesa, si celebraban, si expresaban el júbilo del momento. Así terminada esa escena. Su lectura,,,,circuncidó mi mente. Castillos se desplomaban si entender y menos como explicar. Nos relecionamos con los profesores, los sentimos, los palpamos, necesitamos que nos vistamos vitalmente en la misma gama de colores. Y cuando suceden situaciones como los 300 segundos del engaño,,,,¡Como expricarlo!
En la relación Alumno-profesor el psicólogo Carl Rogers nos da estas pautas:
I.El alumno quiere aprender: se supone que experimenta el deseo natural de aprender, descubrir y avanzar.
II. El alumno aprende mejor cuando observa que el contenido de las asignaturas es pertinente e instrumental para sus propios objetivos.
III. La facilitación del aprendizaje se apoya en el carácter de la relación profesor-alumno. Se da por sentado que el aprendizaje se facilita mediante una relación aceptadora y no amenazadora.
IV. El profesor está dispuesto a experimentar y cambiar en respuesta a las nuevas tendencias, avances tecnológicos o nuevas situaciones que se le presentan en el ejercicio de su labor.
Así tenemos una situación donde nos encontramos con los siguientes términos:
valorar
individualidad
confiar
empatia
honestidad
Estos 5 pilares sostienen inequívocamente la relación alumno-profesor. Son excepcionales las circunstancias donde el alumno percibe la idoneidad académica de y su docente. Entoces donde sucede el quiebre, que no siente el alumno, que algo más nos falta, para derrumbar a los ya mentados 300 segundos.
Una situación clásica, cuantas veces repetida. La autoridad, llevada a su esplendor. El alumno debe percibir la autoridad docente. No hay alumno que no sepa, donde descansa el peso de la autoridad. Someterla a su presencia dominante puede ser la constatación de y/o otras falencias. Y es ahí donde solo un sentimiento, una percepción, nos coloca no, en el lado de laamistad falsa profesor-alumno, no. La cuel no debiera ser un propósito primordial, sino una consecuencia.
Cuando el alumno respira por sus poros, que la persona enfrente del él, transita ese concepto-ético difícil de explicar, aquel de las Buenas Personas. Todo será más sencillo.
AITOR ALAVA
24/3/18
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