EL FUELLE DEL INFIERNO
La palabra "trikitixa" tiene varias acepciones. En un sentido general entendemos por trikitixa una agrupación musical formada hoy por dos intérpretes: el "soinujole" o acordeonista y el "panderojole". Trikitixa es, también, una de las cuatro composiciones clásicas que interpreta el grupo. Así, en el Campeonato se indica que las piezas a interpretar son "Trikitixa I, Trikitixa II (porrusalda), tandangoa eta arin-arin". Finalmente se entiende por trikitixa el baile que se realiza a los sones de ambos instrumentos. "Trikitixa" deriva de "triki-triki" y es un término onomatopéyico, que describe al pronunciarlo el sonido de la pandereta al golpearlo con los dedos. La trikitixa sería, pues, anterior a la introducción del acordeón diatónico en Euskal Herria. El pandero acompañaba entonces a instrumentos ya existentes como la alboka, el txistu, la dulzaina y la txirula.
Con la invención
de la "mecánica de los bajos", ocurrida a finales del siglo pasado,
el acordeón diatónico adquirió mayor prestigio gracias al aumento de las
prestaciones musicales y a la menor dificultad de ejecución. Aquella mecánica
nueva permitió la formación de los acordes mayores, menores, de séptima
dominante y de séptima disminuida. En cuanto al tipo de acordeón -el de tamaño
pequeño- se le conoce con el nombre de "soinua" o "soinu
txikia", ya que es el instrumento que introduce la melodía.
"Hauspoa", o fuelle, ya no se usa. "Akordeoia" se emplea,
por lo general, para referirse al acordeón grande. Quien se refiere al acordeón
pequeño, o diatónico, como trikitixa, equivoca los términos pues trikitixa es
el grupo de soinu y pandero. La trikitixa es, sin duda, la música popular más
arraigada en Euskal Herria. Además, está vinculada casi exclusivamente a esa
parte del pueblo vasco que vive en euskera y mantiene con más intensidad las
tradiciones y costumbres de nuestros antepasados.
Cuando nos
sorprende el ritmo de un ariñ-ariñ a través de la ventana de una vivienda o en
la cassette de un automóvil, con toda seguridad que quien lo está escuchando es
vasco parlante. Sin embargo, el instrumento clave de la trikitixa -el acordeón
diatónico- no es autóctono y ni siquiera tiene una larga tradición en el País.
Fue introducido desde las regiones alpinas, de Francia y especialmente de
Italia, por los trabajadores contratados en 1860 para la construcción del
ferrocarril del Norte en el tramo de Beasain a Olazagutia. La intrincada
geografía de esa zona precisaba de técnicas nuevas y personal especializado en
la construcción de túneles y terraplenes. Ambas cosas se localizaban en los
Alpes, donde, entre 1850 y 1860, se habían construido numerosos ferrocarriles
de montaña.
Los contratistas
franceses desplazaron con contratos de uno a tres años a más de un millar de
aquellos trabajadores hasta los campamentos situados en Beasain, Zumarraga, Ormaiztegi,
Brinkola, Oñati, Idiazabal, etc. Aquellos campesinos valdostanos y piamonteses
trajeron consigo su instrumento favorito, que era la "fisarmónica" o
"acordeón diatónico". El acordeón diatónico arraigó enseguida en el
interior del País Vasco. No podían compararse la riqueza de matices y el
bullicio armónico de este instrumento con los del txistu y la alboka. El mundo
rural lo eligió para el gran momento festivo, que eran, entonces, las romerías. El
"soinu txikia" se fue extendiendo por todo el País, al principio
lentamente por la dificultad de las comunicaciones. Las nuevas líneas férreas,
construidas en Bizkaia y Gipuzkoa a finales de siglo, ayudaron a su difusión.
Aceptado por el pueblo el "soinu txikia" fue, sin embargo, boicoteado
por los alcaldes y el clero. Las romerías a las ermitas con ocasión de la
fiesta del santo o la Virgen,
eran el pretexto para un día de jolgorio. Prácticamente constituían, para el
mundo rural, la única ocasión de reunirse. Los asistentes, venidos de todos los
pueblos y caseríos próximos, con la bebida y el baile se liberaban de
prejuicios.
La música del
"soinu", el "inpernuko auspoa", "echaba a las mujeres
a los brazos de los hombres", como decían los sermones de la época. No es
extraño el rechazo de la iglesia al nuevo instrumento. Además el
"soinu", con su música vibrante, se acomodaba muy bien a las danzas
del País resueltas con brincos y saltos y de ritmo muy vivo. En sus 125 años de
vida en Euskal Herria la trikitixa ha evolucionado profundamente. Poco se
parecen aquellas primeras "fisarmónicas" rudimentarias a los
sofisticados instrumentos que hoy se fabrican en Castelfidardo (Italia).
También cambiaron los ritmos. Pero no nos equivoquemos pensando que el
primitivo "soinujole" interpretaba sólo música del País. Desde el
principio incorporaba a su repertorio aquellos aires que llegaban de fuera y
que tanto gustaban al público: valses, mazurcas, tangos, boleros, etc. Ha
habido otros cambios. En la trikitixa antigua a menudo la mujer tocaba el pandero.
Había dos "panderojoles" y un "soinu", o varios intérpretes
de acordeón y pandero formaban la trikitixa. Hoy no importa el sexo y hombre o
mujer tocan indistintamente ambos instrumentos. En ocasiones se incorpora
instrumental moderno electrónico: baterías, piano, guitarras... y se interpreta
todo tipo de músicas.
Erromeri Eguna Errenterian
También se ha transformado el público y el ambiente. Las romerías llevan camino de desaparecer. Cada vez hay menos. En cambio todos los programas de las múltiples fiestas que se organizan en Euskal Herria incorporan la trikitixa. Unas veces como kalejira a primeras horas de la mañana; otras como exhibición sobre el tablado de la plaza. Cualquier celebración es también buena: despedidas, bodas, homenajes o cenas de amigos. El soiñu txikia y el pandero contribuyen a la alegría de la fiesta. La trikitixa y su música han experimentado un desarrollo espectacular en los últimos veinte años. Varias razones lo explican, En primer lugar, los concursos, que ponen en lucha, delante del público, a los mejores. En la idiosincrasia del pueblo vasco está profundamente arraigada esta noción de competencia. De ella arranca la riqueza y la penetración de nuestros deportes autóctonos, La competencia creada en las "txapelketak" ha conseguido también impulsar la trikitixa. Los discos y cintas editados, muchos de ellos con ocasión de los concursos, así como las emisiones de radio, han extendido la audiencia de la trikitixa de forma importante. Y finalmente, las escuelas, donde, en estos momentos. un millar de jóvenes aprenden la técnica del "soinu txikia".
La trikitixa es,
sin duda, la música vasca por excelencia. nuestro ritmo más querido. Ningún
coro en el inundo es capaz de congregar, como sucede en Euskal Herria, a seis
mil personas para asistir a un campeonato en el que faltan las grandes figuras
(que no se atreven a competir). Un público, además, que debe pagar entrada para
acceder al recinto donde se celebra el Campeonato. El pueblo vasco escogió la
trikitixa como su música más querida, y así la sigue considerando hoy.
Rafael Franco Agirre
Rafael Franco Agirre
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