sábado, 12 de abril de 2014

TAMBIEN LAS MUJERES



MUJERES y SOKA DANTZAK


El inconsciente colectivo nos dejó la premisa, el aurresku es cosa de hombres. Esta aseveración esta lejos de la realidad. En las siguientes lineas reproduciomos el articulo de Josu LARRINAGA ZUGADI, Sociológo y miembro de Eusko Ikaskuntza y EDB, en el cual desmonta esta teoria:

Tradicionalmente el papel de la mujer en el ámbito festivo y lúdico ha ido parejo a su participación en la vida social o comunitaria. Y cuando se ha manifestado de forma pública, viene acompañada de la ardiente polémica o la crítica feroz.

En dicho contexto podemos situar el desarrollo de las “Soka dantza” de mujeres que durante los siglos XVIII y XIX, se prodigaban en las innumerables celebraciones de romerías o fiestas patronales a lo largo y ancho de los territorios de Gipuzkoa y Bizkaia.

A modo de inciso, debemos señalar que en términos generales, este tipo de danza enlazada de hombres y mujeres se han estructurado en base al sexo de los que la iniciaban, también en función de la categoría de edad de los participantes (niños, jóvenes, casados o ancianos) y de la territorialidad (invitaciones mutuas entre barrios o localidades).

 

Prosiguiendo con el papel femenino en este tipo de danza social, hemos de apuntar a su regularidad temporal y espacial frente a la actual creencia de que su realización constituía un hecho singular y anecdótico.

En la provincia de Guipúzcoa aparece, en las diversas crónicas de los detractores y defensores de las danzas, con un ceremonial preciso a la hora de organizar sus hileras respectivas tanto las jóvenes solteras como las casadas. Así “Neskatxen esku dantza” era danza de muchachas solteras con una mayor libertad a la hora de su ejecución e incluso, en su propia estructuración protocolaria o social. Mientras las cuerdas formadas por las mujeres casadas o “Etxeko andreen dantza” que se organizaba el último día como colofón a las fiestas, tenía un carácter más intimista o localista y estaba sometida a un mayor control social. De este modo, lo expresa Juan Inazio Iztueta en 1824:


“Las señoras de finos modales organizan en la plaza este baile respetuoso; llevando de la mano a sus maridos; .... dando fin así a los hermosos festejos del pueblo”.1



Al parecer, en ambos casos, la actitud de la mujer guipuzcoana en la danza debía de corresponder con la descripción que apunta el Padre Manuel de Larramendi en 1754:

“Las mujeres, aun las que saben danzar los zortzicos del tamboril ... bailan con tanta reserva y modestia, que no se rozan con mudanza alguna menos decente .... La misma publicidad conduce para que se dance con regularidad, con decencia y sin que ofendan los ojos de tanto mirón cristiano y racional”. 2

“ .... van más bien vestidas que nunca, reparen y digan también con cuánto recato van vestidas, cuán decentes y modestas, cuán hundidos los pechos, cuán cubiertos los hombros, cuán velados los cuellos; y es indicio de vergüenza, de su honestidad y de que están muy lejos de salir con la mala intención de provocar; ....” 3

E incluso, este acérrimo defensor de las danzas aprueba que no se den las manos hombres y mujeres, para solicitar su unión mediante pañuelos. Siguiendo la creencia de la época de que el pañuelo evitaba el contacto físico (medida higiénica frente al sudor o enfermedades) y moral (dificultando la transmisión de malos pensamientos o acciones).


Bizkaia presenta dos tipos de “Soka dantza” diferenciadas en sus coreografías generales: las complejas, normativizadas y antiguas “Erregelak” (propias de Durangaldea y parte de Busturialdea) o el popularizado y extendido “Aurresku”.


Son las mujeres de Garai las que, tradicionalmente por Santa Ana (26 de julio), rematan con la ejecución de sus propias “Erregelak” la jornada dancística del día de los casados. Por su parte, la anteiglesia de Iurreta ha reconstruido su tradición de bailar “Erregelak” las jóvenes durante el atardecer de la festividad del Arcángel San Miguel, en el modo y manera que lo atestigua Edward Bell Stephens en su crónica de 1837:

“Fue un domingo y a las cuatro de la tarde... la aparición de una larga hilera de muchachas, caminando sobre el césped, trabadas las manos, dirigidas por la que iba en cabeza y conducía su cuadrilla de heroínas con un movimiento saltatorio...

Todas ellas vestían de riguroso uniforme nacional: pulcros zapatos negros, medias blancas como la nieve, faldas más bien cortas, pequeños pañolones multicolores, blancos pañuelos de bolsillo; ni gorros, ni sombreros, ni tocas u otro tocado artificial: en su mayoría, el cabello recogido hacia atrás en una o dos largas trenzas que ondulaban de un lado a otro con elegancia”.4

Cada domingo, después de misa, era costumbre que las mujeres de Otxandio bailasen un “Aurresku”. De igual modo, las féminas de Durango no eran indiferentes a dicha tradición, como lo atestigua Juan Inazio Iztueta:

“El año 1806 en la plaza de Azpeitia, al día siguiente de San Ignacio, una joven, llamada la ponchera de Durango, sacó una danza de mujeres, hermosa y de finos modales; la joven bailó con extraordinaria agilidad y belleza...”. 5


La mayoría de las localidades interiores de Busturialdea (Axangiz, Arratzu, Ereño, Errigoitia, Forua, Lumo, Gernika, Gorozika, Ibarruri, Kortezubi, Mendata, Munitibar, Murueta, Muxika, Nabarniz, ....) tienen constancia, a lo largo del siglo XIX, de haberse realizado u organizado “Aurresku” de mujeres (más raramente, “Erregelak”). Especialmente afamadas en su ejecución y reconocidas en toda la zona, eran las mujeres de los barrios de Gabika (Ereño) y Natxitua (Ea).

Según nos indicaban6, dichos “Aurresku”s se realizaban en un ambiente social más restringido y coincidiendo con momentos de menor relevancia festiva (generalmente, la repetición o el segundo día de fiestas). Su protocolo era menos rígido y la actitud de las protagonistas en la danza, se caracterizaba por bailar con las manos en la cintura y por un controlado levantamiento de piernas. En conjunto se veía como una adaptación de la forma bailar de los miembros masculinos y su aprendizaje seguía vías diferenciadas a éstos. Al final de la actuación, acostumbraban a invitar a sus elegidos con vino o sangría.


Por otro lado, debido a las exigencias lógicas de las comunidades pesqueras, el papel de la mujer adquiere una relevancia sustancial en la vida social e incluso, festiva de pueblos costeros como Bermeo, Elantxobe y Lekeitio, donde el sexo femenino solía tomar el protagonismo en sus danzas sociales de plaza o “Soka dantzak”. El día de San Juan (24 de junio) y hasta principios del siglo XX, las mujeres de Lekeitio realizaban su particular “Aurresku” o “Eguzki dantza” en tres momentos de esta mágica jornada: al amanecer (albakuan), mediodía (meza ostean) y tarde (errosario ostean).

Nuestra última escala, en busca de la participación femenina en este tipo de danza colectiva, la encontramos en las fiestas patronales de la antigua anteiglesia de Deustua y aquí, hacia 1846, el señor Pedro Lemonauria describe el contexto en que se realizaba:

“...., la celebraban el domingo siguiente al día de San Pedro, y es antiquísima costumbre que después de la misa mayor bailen un zortziko las mugeres (sic) casadas, en el que se da el primer puesto o sea el aurrescu a la mejor danzarina del pueblo”. 7

En nota aclaratoria, trata de argumentar:


“Aurrescu denota primera mano: el zortziko es un baile bascongado que se danzaba antiguamente por ocho personas (hoy el número es indefinido) asidas por las manos, y la primera es la que ejecuta (sic) las posturas del baile”. 8

 A lo largo de esta sucesión de datos, se puede verificar que no nos encontramos ante un aspecto singular de nuestra cultura (como puede creerse a simple vista) sino más bien, es necesario hablar de una actividad femenina de hondo calado comunitario y lúdico. Contribuyendo a elevarse al rango de hecho o fenómeno social, propio de un contexto y una época, gracias a las siguientes regularidades constatables:

1. Se estructuran en base al sexo femenino y a la categoría de edad (solteras y casadas).

2. Abarcando momentos o ritmos festivos, salvo forzadas excepciones, de carácter colectivo secundario y restringido.

3. A grandes rasgos, las coreografías generales son similares a las danzas sociales masculinas pero con un menor grado de ritualidad o protocolo en su ejecución.

4. Las coreografías individualizadas se adaptan al modelo local, salvo en las sociedades donde el protagonismo tradicional de la mujer es más evidente. Aunque, por regla general, a una mayor incidencia pública femenina le ha correspondido un proceso de polémica, crítica y restricción.

5. Es de suponer que su espacio temporal y geográfico, fueran más dilatados. La situación actual presenta las últimas supervivencias (éstas van desde la creación a la interpretación) de una realidad más generalizada y circunscrita a una época.


6. Las invitaciones mutuas y los obsequios eran comunes, tratando de mantener y desarrollar nuevos vínculos o relaciones sociales (locales e interlocales) encaminadas a recrear la estructura comunitaria establecida o posibilitar la regeneración cíclica de la colectividad.

1 Juan Inazio de IZTUETA. “Guipuzkoa´ko dantzak / Danzas de Guipúzcoa”. La Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao, 1968. p.: 189.
2 P. Manuel de LARRAMENDI. “Corografía de la MN. Y ML. Provincia de Guipúzcoa”. Amigos del libro vasco. Bilbao, 1986. p.: 274.
3 P. Manuel de LARRAMENDI. Op. Cit. p.: 273.
4 Edward Bell Stephens. “Obras completas del P. Donosita: The Basque provinces their political, scenery, and inhabitans”. T.: II. La Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao, 1983. pp.: 163-164.
5 Juan Inazio de IZTUETA. Op. Cit. pp.: 231-233. Nota del autor: Poncheras eran las mujeres que iban a las romerías y sobre una mesa, preparaban y expedían refrescos o limonadas (agua, limón y azúcar) y sangría (vino, agua y azúcar).
6 Josu LARRINAGA Zugadi. “Asociaciones de mocerías en la merindad de Busturia. Estudio de Antropología Social”. Jentilbaratz: Cuadernos de Folklore 7. Donosita, 2001.
7 Pedro LEMONAURIA. Revista Pintoresca de las Provincias Bascongadas. Adolfo Péan y Compañía, Editores. Bilbao, 1846.
8 Pedro LEMONAURIA. Op. Cit.

                     Josu LARRINAGA ZUGADI

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